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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-05-1929 página 85
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-05-1929 página 85

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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GRAN MUNDO hundiría el pabellón argentino de tantos aplausos. Hay que decir que estamos también un poco intranquilos respect o de l a s condiciones- acústicas de su g r a n salón. Si Larreta está mozo. Noel, en c a m b i o me parece algo envejecido desde la última vez, en Madrid, cuando lo de la Quinta del Berro. Es mucha Sevilla éste. Un grupo del Alfonso XIII hace navette, e n t r e el h o t e l y l a s Dueñas. La duquesa y el duque han tenido a última hora que marcharse a S u i z a pero queda allí, con los invitados, el m a r q u é s de Pons. El cual va estos ENRIQUE días a todas partes con un gran cordobés, tal vez imposición del Patronato del Turismo. Esta clase de sombrero no le sienta a él tan bien como le sienta, por ejemplo, al Guerra. Se necesita más pan de cara. Como de costumbre, los coches bulliciosos de las dueñas alegran Sevilla, yendo y volviendo a cada instante. Ahora vuelven de una visita al intento de sección colonial que se ha traído a la Exposición. Hay allí unos negritos, procedentes, no sé si de la Guinea o de Fernando Poo. Pero unos negritos tan desdichados, que ya se habla de devolverlos. Como que, en una Exposición así, lo más pintoresco y de más color han de ser los visitantes. Miércoles. ¿Qué es de Lafita? Nunca había pasado esto de llevar ya cuarenta ocho horas en Sevilla sin verle. Esta mañana, un periodista hispalense, consu atroz laconismo nos ha traído la noticia. -Lafita ha muerto. Ha muerto, de la muerte del camaleón. ¿No sabe usted cuál fué la muerte del camaleón? -No, no sé cuál fué la muerte del camaleón. -Su propietario estaba encantado con él. ¡Qué monada de animalilloi Nada tan divertido como su propiedad de tomar, mediante reacciones fisiológicas especiales y un juego de secreciones internas siempre a punto, el color del objeto sobre el cual se coloca. Que el propietario lo pusiese sobre el vestido verde de su muj e r p u e s el c a m a león, al minuto, color de esperanza. Que lo dejase encima de una mesa de caoba; pues ya estaba el camaleón rub o r i z á n d o s e Hasta que un día, aciago día, se le ocurrió a la señora comprarse un chai escocés. Vamos a ver qué le pasa ahí encima al amigo di j ó s e en mala hora la curiosidad del propietario. Lo que le pasó fué una tragedia. Desorientada toda su economía vital, entrecruzándose locamente en direcciones y cant i d a d e s el esfuerzo nervioso y la marcha de los juegos interiores, al tener que obedecer a LARRETA aquella policromía en jeringonza, el pobrecillo sufrió crisis tal, que en ella estalló. Pues bien, a Lafita, este año, le ha pasado algo parecido. Tan natural es a los humores de Lafita el desvivirse por los amigos forasteros, el servirles, el guiarles, el colmarles de atenciones, como a los del camaleón su proceso de docilidad cromática. Esto, ya en las épocas ordinarias, le trae al delicioso artista y archivero bastante agitación. Los deberes que su amabilidad le impone se entrecruzan y a veces entrechocan. l n una misma tarde, tiene Lafita que enseñar el Archivo de Indias a un abad cisterciense, dar caza al cantador flamenco a quien se busca para una zambra, despedir a Belmente, hacerle abrir a Eugenio d Ors los desvanes del Museo y salir de paseo con la princesa de Polignac sin perjuicio de tener que revelar las fotografías, que se sacaron en el Alcázar, cuando lo de Rubinstein... Calcúlese lo que semejante multipolaridad habrá tenido que crecer, estos últimos días, en. intensidad, en agobio, en interiores conflictos. Los jugos de la galantería lafitiana han entrado, con todo ello, en violentísima crisis. Esta crisis acaba de costarle la vida... Después, hemos averiguado que, venturosamente, la dolorosa noticia era falsa. No sólo vive Lafita, sino que está en todo su esjjlendor. No habiendo sido una crisis, será una apoteosis. Hoy se ha llenado el hotel de personas oficiales. Larreta está ronco. Un Ingenio de esta Corte.

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