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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-04-1929 página 66
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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-04-1929 página 66

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ESPECTÁCULOS Rossini daban, por lo común, ópera, y estaba abierto durante los veranos. ¡Cualquiera acudía en el invierno a tan distantes lugares fuera de la población! Después, las grandes representaciones de obras líricas se acogían en el Real, cuando le hubo, pareciéndonos indispensable. En la actualidad, siendo nuestra capital tres veces más amplia que hace cuarenta años, los locales para funciones son chicos y alguno grande que nos queda nos preparamos a derribarle. El maestro Nieto, siendo concertador de coros, primero en Rossini, luego en el Real, sintióse con alientos para cultivar la zarzuela; fué su época y también la del género chico, no refiriéndonos al mérito y gusto, sino ateniéndonos a las dimensiones materiales, i Las piezas en un acto que todavía nos deleitan y las mil en tres que ahora nos aburren! El género reducido sirvió para lucir el ingenio y la gracia, según pudieron demostrarlo varios autores, vivos en la realidad, aunque desaparecidos del mundo. Manuel Nieto, autor de una zarzuela a los quince años, decidióse de veras a los treinta para consagrarse a componer juguetes cómicolíricos cuando las funciones se dividían en secciones. Del teatro por horas no queda ni rastro, y antaño parecía dueño de todos los escenarios. Desde el 1872 hasta la primera decena áel siglo actual no se cansó la pluma de Manuel Nieto trazando partituras alegres, sencillas, populares, sin trascendencia, pero con tono especial, perdurable gracias al ingenio que les dio vida. Colaboró con algunos celebrados compositores, tales como Caballero, Jiménez y Brull, a quienes hoy acaso no abrumarían con adjetivos, conformándose ellos con escribir música muy española. Tuvo una especialidad, la de las revistas, cuyos libretos formaron dos autores desaparecidos prematuramente, Guillermo Perrín y Miguel Palacios, verdaderos maestros en tal género. Cuadros disolventes se titulaba la pieza representada en 1896 en el Príncipe Alfonso, que proporcionó a sus autores mucho dinero y muchos aplausos. Se pone uno algo melancólico pensando en suceso del cual apenas queda recuerdo; se llevó la muerte a literatos, músico, artistas y hasta el teatro donde se lucieron fué destruido acaso por afanes de lo nuevo, pero es de justicia consignar que durante tal período la escena frivola tuvo momentos felices, logrados con C- uadros disolventes, las representaciones de otra obra titulada Ce? -tamen nacional y. las de una revista llamada ABC, siendo como prólogo del triunfo logrado por el popular diario. De cuantos conocimos aquellos días ya lejanos, ¿quién no recuerda tipos graciosos y, sobre todo, números musicales trazados por Nieto? Se tararearon en los centros concurridos de distinta condición, y sus compases se incorporaron efectivamente al pueblo. Ya no decimos que el café mejor gustado por los hombres es el de Puerto Rico, pero quienes escuchamos la canción sentimos deleite al evocarla y nos parece percibirla puesta en labios de una artista hoy alejada de la escena. Imaginamos que aún vive Pinedo y nos distrae con las saladísimas coplas de Gedeón, mediante las cuales poníanse en regocijada disputa cuantos acontecimientos nos conmovieron hace más de treinta años, y especialmente echamos de menos la falda de percal plancha, pensando en las provocativas ligerezas actuales. No quiso Nieto con su música promover una revolución; sus aspiraciones carecieron de trascendencia. Aspiraba tan sólo a producir deleite mediante arte sencillo y netamente español. Hace algún tiempo que nuestro teatro zarzuelero estuvo completamente entregado al culto de la opereta. Fué una verdadera manía que apoderóse, no sólo de escritores y músicos, sino también de cuantos empresarios tuvieron relación con el llamado género chico, i Una opereta! decían, i Encontrar una opereta! Poseer una opereta como aquella famosa Viuda alegre que se casó con el más feliz de los éxitos; una opereta como la que ha hecho popularísimo el título de Conde de Luxemburgo y célebre a La mujer divorciada! ¡Qué ventura tan soberbia! ¡Qué felicidad tan apetecida! j Qué adorable ensueño! Preciso es reconocer que tales operetas influyeron bastante en los escenarios españoles dedicados a lo lírico. Antes, como en este género privaban las producciones en que sólo intervenían Dersonajes del pueblo, era raro ver a las cantantes luciendo trajes de alta sociedad. Ahora es otra cosa. Nuestras tiples se atavían como las más celebradas artistas parisienses, con trajes vistosos y elegantes. Nuestros actores lucen con frecuencia el severo frac. Hasta en la masa de coristas se advierte la transformación, y ellas y ellos muéstranse como personas de distinción, pues todo no ha de ser lucirse con la indumentaria de palurdos o chulapos de ambos sexos. El maestro Nieto logró en su tiempo celebridad. La merecieron producciones como La maja. El barbero de Sevilla, El gorro frigio, Los baturros y otras. De seguro que en las revisiones de moda actualmente figurará su nombre. Es una rectificación impuesta por la justicia. Bueno es enterrar lo que murió, pero dejando volver cuanto tiene espiritualidad. J Trancos Rodríguez. (FOTO COMPAÑT)

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