BLANCO Y NEGRO MADRID 07-04-1929 página 10
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página10
- Fecha de publicación07/04/1929
- ID0005518579
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LKTRAS, ARTES, CIENCIAS JHOK KOCICEFELLBRj ACOMPANADp, E UXOS AMIGOS, HUESPEDES DE ÓKiiOND EEACH (P I L A D U L F I A) ¡sCYOS, EN STJ niíCA a la perforación del sue o en busca del petróleo. Los pozos respondían unas veces, y otras veces- -muchas vece. s- -arruinaban. Rockefeller no hizo pozos. ¿Para qué, si a veces los pozos fallaban? Prefirió, comprar, petróleo a los petroleros que lo hallasen y vendérselo al consumidor después de refinado. Así, en efecto, fué. Compró el petróleo a muchos y vendió el petróleo a todos. Pero en cuanto la venta comenzó, dos ideas se le presentaron en la mente: una, que era tonto repartir entre los socios el dinero que había de emanar en lo futuro, y otra, que el problema capital de la cuestión dependía de los transportes. Para resolver el conflicto primero le bastó proponer a sus consocios la liquidación y subasta del negocio. Sacado é. ste a subasta, fué Rockefeller el po. stor más alto y se quedó con la integridad dé negocio. Para resolver el conflicto segundo adoptó un procedimiento de enorme sencillez, si bien costoso: no llevar el petróleo sobre ruecas, sino llevarlo en tubería. Calculen cuan fáeil es que el agua corra por las cañerías urbanas, y cuan difícil, por el contrarío, había de ser que el agua tuviera que llegar en ferrocarril, en camiones o a lomo. La resolución, pues, del problema era cuestión de mero capital. El negocio era clare y seguro. Rockefeller funda entonces para ello una tercera Sociedad: la Standard Oil Company, Sociedad que jamás abandona y que existe en la actuali lad. Rockefeller aporta ya a la nueva Compafiía su primer millón de dólares. Comienza el negocio fabuloso, y comienza la guerra g igantesca. ¿Tema de la lucha? Los transportes. Aunque el petróleo vaya de los j acimientos a las refinerías por cañerías de la Sociedad, tiene de. 9 pués, para que el producto se extienda por to la la comarca llegue al consumidor, que pag ar a los ferrocarriles el tributo correspondiente. A Rockefeller le parece que el tributo es e. Kcesivo, y, para no pagar, recurre a todo. I orje en circulación una flota de barcos- tanques, y hasta soborna y coacciona a las gentes de los ferrocarriles cuando no encuentra la vía legal demasiado expedita y a su gusto... Las otras Sociedades petroleras comienzan a sentir los efectos absorbentes de la Standard, y acaban aceptando las- proposiciones de unión que les propone Rockefeller. El Trust está fundado; el negocio se agiganta. En el año 72 ganan tres millones y medio de dólares; el balance da un activo de veinticinco millones. Al poco los veinticinco, son setenta; y al poco más son ciento. La cifra se ha redondeado, Rockefeller, también. Quería este hombre ser jefe. Tanto lo es.