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BLANCO Y NEGRO MADRID 31-03-1929 página 101
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BLANCO Y NEGRO MADRID 31-03-1929 página 101

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B R Í G I D A T SU B O D A BRl Gl D A Y S U NOVELA, BO D A ORIGINAL DE B E R T A B E R N A G E Traducida por José Campo Moreno 11 u s t r a c i o n e s d e E m i l i o F e r r e r (Continuación. querida amiga rubia, qué gusto sería posarse en ía misma rama que- tú! ¡A qué, encantadoras locuras nos entregábamos desde hacia dos senianas! Por la mañana nos dábamos los buenos, días al través de- la delgada pared. Yo hubiese querido, asistir asiduamente a la misa diaria, pero como bailamos todas las noches... ¿Quién es capaz de levantarse temprano? De cada siete días, cinco tiene que irse sola Chonchón... que todavía no baila. Han dado un golpecito al otro lado de la pared. ¡Buenos días! ¿Qué tal? ¿Aún no estás lista? i Despáchate pronto, que ya voy yo Índice María. Y mi vecina, deliciosamente bonita, asoma por la puerta entreabierta su carita sonrosada, que coronan, unos cabellos enmarañados. Con el peine en la. mano se burla de mi pelo largo. -i Córtatelo de una vez! ¡Haz como yo! -dice, pasándose el peine por la, cabellera de chico- ¿Ves? Ya estoy peinada, en. tanto, que tú apenas has empezado a hacerte el moño! -Ideamos muchos, planes para por latarde, y en todos ellos ocupa lugar preeminente, el verbo divertirse. En nuestro grupo no, admitimos más que gente- graciosa... De: lo qué no estoy muy segura es de que a mamá le hubieran de parecer bien sus gracias. Ahora me explico el temor con que Chonchón me decía: Así no sabe una lo que está bien ni lo que está mal En el hotel y en la playa se ven muchas caras bonitas, muchos vestidos elegantes; pero aquellos actores que representan la comedia moderna ¿qué son cuando se retiran del escenario? Me parece que he desmerecido bastante desde que frecuento las amistades de María. Nadie piensa más que en su atavío. Las muchachas del día son instruidas, despejadas, francas, pero ¡cuánto les gustan los vestidos íindos y las medias de seda! Algunas de ellas se pasan die: z meses del, año trabajando sólo para poder comprarse superfluidades encantadoras y costosas. Yo he acabado por opinar que mi equipo peca de modesto. ¿Qué vestida vas a ponerte- para el almuerzo? -ipregunta María al través de la pared- Yo me pondré el Jeanneton. Y aparecía el Jeanneton, lindísimo vestido de fular estampado, ribeteado con cintas de color verde claro. Era precioso, fresco como UÉ necesidad tenía ese bobo de Dionisio de ponerse enfermo? Mi señor hermano comete muchas imprudencias, y ha pescado una bronquitis que se complica de pronto con unas paratíficas, benignas, por fortuna. Pero el microbio sigue ahí, y a mamá le da miedo por- la salud de su hija. ¡No puedes seguir en ésta casa, Brígida! En menos de cinco minutos, pues, acuerdan mis ¡padres que me vaya con María y su familia al Grand Hotel. Mamá, sin embargo, no tiene a María en gran estima; pero la juzga menos peligrosa que el dichoso microbio. Empaqueto, pues, mis cosas, entristecida por tener que abandonar la villa del Rayo Verde, a papá, a mamá y hasta a ese; bobalicón de Dionisio, a quien quiero más de lo que parece. Y llego al hotel. María y Chonchón se pelean por quién ha de estar cerca de mí, pero el diablillo de María se sale siempre con la suya cuando discute con su hermanita. Triunfante esta vez también, instala a Brígida Gon su equipaje en el cuarto inmediato al suyo, i Un cuartito en el últirho piso! Estas son cosas que no se suelen confesar a la gente. Como resulta distinguido vivir en el Grand Hotel se busca en él habitación; pero como esto cuesta caro, se sube de piso en piso para que la cuenta baje en proporción a la altura, i A mí me da lo mismo! No disfruto, y lo siento, la vista del mar, que se paga por separado; pero, en cambio, tengo ante mí el campo, el lindo y fresco valle verde que se esconde en el hueco de los acantilados. Y por la noche veo- el cielo, de terciopelo azul obscuro, por donde se deslizan las estrellas errantes. ¡No me falta espacio para mis ensueños! Eso de ensoñar es una cosa absurda, afirma María. Dice que es coco. ¡Qué boba! ¡Y pensar que mi hermano Ivo se perece por ella! Pero volvamos, a nuestra historia, interrumpida en el prólogo -instalación de Brígida bajo el tejado y lleguemos ai dilema que queda flotando: Irse o quedarse? ¿Por qué tengo deseos de irme? Porque ya me empieza a disgustar esto de divertirme. No me gustan las diversiones predilectas de María y de sus compañeros, y deseo marcharme como se van los pájaros, cuyas plumas alborota el viento para alisárselas esmeradamente. ¡Mercedes, Q

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