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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-03-1929 página 71
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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-03-1929 página 71

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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D E P O R T E S OOURTNET ADELANTA CON SU MOSCA A LA MAQUINA DE STERN bre de moscas Con él cruza el cielo en todas direcciones, y si no bate fantásticos records, se siente fdiz de dominar el espacio. Tal vez llegara a sus oídos, quizá en alguna conversación de conspicuos del motor alguien afirmara que su ligero aparato no era capaz de proeza alguna, ni siquiera de aventajar a una motocicleta, y, entonces, Courtney, picado en su amor propio de piloto audaz y de hombre que sabe sacar todos los recursos del pequeñO motor, respondiera que su mosca del aire dejaba atrás a todas las máquinas que se arrastraban perezosamente sobre la tierra. El reto fué recogido por un motorista consumado, un corredor notable, ganador de múltiples pruebas: Joe Stern. Todo el resto no es difícil de reconstituir, hasta ese final interesantísimo del extravagante match que recogen fielmente nuestros grabados. Esos técnicos indispensables siempre, convinieron y puntualizaron los detalles del match aeroterrestre. Sobre la ruta de Roosevelt Field (aeródromo) a Lons Island volaría el avión y rodaría la motocicleta; aquél, equipado en turismo riguroso; ésta, como una máquina especial de cuatro cilindros, llevada por las diestras manos de Stern. La distancia debía ser cubierta en las dos direcciones, y el avión no debería apartarse sensiblemente del, trazado de la vía terrestre por donde se deslizaba la motocicleta. P reparadois perfecifcamente los motores, motorista y aviador se lanzaron a una carrera que, en su opinión, estaba fácilmente dominada por la máquina respectiva, y, sin embargo, en el primer recorrido los ri- vales caminaron uno sobre otro, tan próximos, que podríamos llamar al curioso duelo un cuerpo a cuerpo emocionante, si la frase no nos pareciera un tanto atrevida. Después, la pericia de Frank Courtney se impuso definitivamente, y, lanzada su mosca a todo el vertiginoso poder del motor, sobrepasó a Joe Stern, que tuvo que darse por vencido, no obstante el supremo esfuerzo final. El final de la carrera resultó emocionante. El avión tocaba el horizonte de meta con 200 metros de ventaja; pero el motorista entraba velozmente y recogía, en cambio, los fervientes aplausos de los aficionados que se habían congregado para presenciar el extraño duelo, y que, por no podérselos dedicar al triunfador, se los concedían al vencido. i El pequeño aparato del vencedor había volado a más de 150 kilómetros por hora! Sólo en los últimos kilómetros la mosca de Courtney logró despegarse del reptil presuroso dé Stern. Lo más curioso del caso es que algunos espectadores han pensado inmediatamente en la posibilidad de organizar como espectáculo lo que en esta ocasión fué un ensayo atrevido a consecuencia de una apuesta. Y no nos sorprendería lo. más mínimo que, dentro de unos meses, las carreras aeroterrestres, con las clasificaciones seriadas indispensables, se pusieran en los Etados Unidos a la orden del día. Tom J ay. (FOTOS AGENCIA GRÁFICA) L

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