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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-03-1929 página 38
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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-03-1929 página 38

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ÍJ TI (AÍÍ. Airrina v CIENCIAS Dias atrás había lenido uc rcparfir como de costuiubrcn la comida a los pobres. JuIiáiK el viejo y crilicón Julián se habta p r e s e n t a d o con un c o n v i d a d o nn lind J anjjelote de ilos aiÍDS, nieto suyo, y cuya madre, hija de aquel, había huido recientemente, sin dejar rastro. V liabia ido tal la pena, tan í rande la lástima, que había en presencia de aquel dnior hudiano, que, sin cer dueña de sí. había tomado a! a criatura en sus hrazos y la había, helando r c p e l i d a í veces, legan do hasta. ÍMírdón mil veces Padre mío! -hantíi a envidiar a la fug itiva madre f Uc había dado el ser ít aquella l cndicien de D i o s h e c h a carne... -I V hieíío d i c e n que todas las mujeres Sijn i, s; ua e -h a b i s d i c h o J u l i á n lloriqueando, al notar d arrebato de la bermana- ¡Si usted hubiera sido su madre. Y la buena monji ta liabí. -í estado a punt o d e desfallecer al escuchar la frase, un poco brutal, sí. pero tan humana, del viejo ponfÍGsero. El carmín de tus mejillas se liabía icentuado hasta quemarle el ruslrc y h: ih ¡a huido, prelextamlo encontrarse enferma, a la capilla. Uorarído con el desconí uelo tie una Uolorosa. K? Ta era la causa Ue había puesto en tristeza a sor Virtudes. Su Excelencia sonreía dulcemenft, patornalnieníe. Sin duda, ninlíiaba en la jírandeza de aqnel alma, flor lozana que palidecía ante el temor de una debilidad, por himiana tan d ¡s eníablc, v cu vano bu caf a ar; inmenios y elocuencia c i n que llevar la paz a su e pírítu. N o no era pecado aquello. Había rd la monfúa der, iasiado lejos con su temores. Ko era obra acaso del Supremo A r tífice aquella criatura rubia? Pues p o r nué no amarla, amarla en Dios y por Dios, sintiendo la desventura de su a and (Jno? Y por lo demás, él, cT propio nhí ipo, se enciirgaba cii lo sucesivo del cuidado del íer ueíjuelo pava ahorrar a la cint, ida futuras intranquilidades. ¡Pobre hija! -se decta Su Excelencia 1 mf para sus adentros, admirando aquel torrente de ín; íenmdad y sin poder e iiar una reflexión, quizá, quizá, alyo inoportuna- l Y con las Ulanos santas que lieue para hacer los mostachones. I Y los deflos ilcl señor obispo se íil aban para bendecir, TJiáí que para perdonar. La monjita volvió a ser como siempre, arrojados los vanos temores que habían, rluranie unos días, inquietado su t jñritu. Otra ve ¡t el carmín coloren süS mejillas, Ot a vez alíenlo con las conípañcras en las a reas cotidianas. Y otra ve ¿Su Excelencia pudo comer con fiU- sto las golosas conliinras, que- -dicho se. i. de paFO- -había untado l astante descuidadas cu los últimos día Aquéllos precisamente en que íor Vjrvuríes, atenta sin duda al ri- rfPTctuin- interno fie su í rave pecado, n o había prestado hi atención merecida a cosa tan vulgar como la fabricación de las Rolosiuas ep ¡scopale s. Andrés M. de ¡Carpió. tir. CHTRAcir SEa na 3! Mni: i.i, K 3)

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