BLANCO Y NEGRO MADRID 17-03-1929 página 90
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página90
- Fecha de publicación17/03/1929
- ID0005132709
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DEPORTES zar el nido, casi inaccesible en sus atrevidas excursiones nocturnas. P a r a a t r a e r la atención de la rapaz, el cazador no tiene sino dar algún pequeño tironcito del cordel, a fin de que el buho se agite y trate de recobrar el equilibrio perdido momentáneamenteEs asombrosa la rapidez con que el águila suele descubrir a su odiado enemigo. El cazador no suele ver a la rapaz, porque es raro que el pequeño ventanillo le permita divisarla en su alto vuelo; pero su guía es el mismo buho, que, sin perder de vista un momento a su verdugo en los raudos vuelos concéntricos, va girando graciosamente la cabeza, articulada prodigiosamente en el cuello, en espera de la acometida final. Como el buho no nada t i e n e q u e temer de ellas. La acusación de que í lechuzas y mochuelos devoran el aceite de las lámparas -í de las iglesias es una vil caHj L lumnia, inventada para disj- BwHH culpar descuidos u otras más graves faltas de sacristanes y monaguillos. Estas aves nocturnas se alimentan de ratones, murciélagois y algún que otro pajarillo, MHK: suelen acusar su y por eso presencia -v en los desvanes de los templos y lugares análogos; pero sin que haya sido posible á fÉKj M HHBHjk 1 a ningún naturalista hacerle fe injerir aceite, como no sea por el procedimiento con que H 1 U se suele administrar el de m 1. ricino a los enfermitos díscolos. No obstante, siempre fueron considerados como seres siniestros y presagio; de grandes desgracias. En la antiquita el ojo a la rapaz, güedad, Grecia los consagró orienta fácilmente al cazacomo emblemas o símbolos dor. El momento final rede sapiencia, y figuran en el quiere la habilidad y domireverso de algunas de sus nio necesarios para e v i t a r monedas. Y como todas las la muerte del buho. El tiro EL RBCI. AMO EN LA PERCHA E S- víctimas de las supersticiocorta el vuelo del águila, quenes humanas, son merecedoPERA LA ACOMETIDA de o no quede ésta herida; ras de un desagravio, y éste pero es preciso prevenirse en seguida, por- es el siguiente: En una temporada de caza que es tan grande el odio hacia el violador con Gran Duque, un notable aficionado, el nocturno, que la rapaz acomete en seguida Sr. J. V. mató cinco águilas reales, tres por segunda y tercera vez. Hubo águila que, imperiales, cinco perdiceras, siete calzadas, después de herida, repitió su acometida cin- 89 ratoneras, nueve milanos, i. S cernícalos y co veces. alcotanes, tres azores, tres esmero ones, un Los cazadores suelen premiar el trabajo alimoche, un halcón ovejero y un gavilán, del cimbel entregándole alguna de las aves Cada una de estas piezas hubiera devorado cobradas, no de las mayores, que aquél de- diariamente media perdiz, medio conejo o vora rápidamente con todas sus plumas, pues media liebre. Súmense las piezas así liberaes sabido que esta clase de buhos son en ex- das por el cazador en los trescientos sesentremo glotones y devuelven las plumas del ta y cinco días del año, y el siniestro buho ave injerida quince o veinte minutos des- quedará rehabilitado en un momento. pués de la celebración del banquete. Juan M. Mata. Así, pues, el hombre no es justo en su (FOTOS GARCÍA LLOKENS) aversión por estas aves nocturnas, ya que Jta Wm I HB IMIll m 3 H 1- 1 UMi T! l 1 ÁGUILA RATERA, CAPTURADA VIVA AL CAER MALHERIDA