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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-03-1929 página 66
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BLANCO Y NEGRO MADRID 03-03-1929 página 66

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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ESPECTÁCULOS CRONIQUILLAS VIRREINALES El Gobernador, el Teatro y los Ediles. E N el último cuarto del siglo x v i i i gobernaba en Montevideo un distinguido militar de gran empaque y bizarría llamado Antonio de Olaguer Feliú, que más tarde alcanzó los honores de ser nombrado virrey de Buenos Aires. En honor a la verdad, al gobernador gustábanle mucho las diversiones; pero, además, tenía un defecto ostensible, que era su suma vanidad; en todas partes quería ser él solo el punto principal de atrae, ion de las miradas. El señor gobernador no miraba con buenos ojos a los ediles. Las causas no son para referirse al detalle; pero sí puede conocerlas el lector, como verá. Los ediles, por su parte, no querían tolerar que se les amenguase el privilegiado derecho adquirido como representantes de la ciudad para figurar en primera fila en todas las procesiones y festividades, a la par que las órdenes que dictaban se respetasen y cumplieran debidamente. Ya por aquel entonces habían ocurrido algunas incidencias entre ambas autoridades, en las que llevaron los señores cabildantes el detalle más amargo. ¿Cómo? Sufriendo públicos desaires que les infirió el gobernador; pero ninguno tan grave como el ocurrido en uno de los corrales fronteros a la plaza Mayor, en donde se había establecido con una casa de comedias un viejo volatinero, que con sus cortos recursos, apoyado con la buena voí u n t a d de o t r o s socios y amigos titiriteros y cómicos de profesión, iban sacando adelante la empresa, por otra parte, la primera de esta clase que se establecía en la actual capital de la República O r i e n t a l del Uruguay. ¿Qué obras se llevaban a escena? Pues las de Calderón y las de Moreto, que más se adaptaban a sus facultades; algunas m a l a s traducciones de obras francesas e italianas, saínetes cuya paternidad que a u n q u e nadie las reclamase tamb i é n t e n í a n autores, tonadillas que fueron en parte el origen del nuevo desaire inferido por el gobernador a los ediles, algunos entremeses, bailes y fines de fiesta, que e r a n aplaudidos frenéticamente por los concurrentes. Comenzaba la función con una tonadilla al son de una modesta orquesta, si así quiere llamarse a tres instrum e n t o s de cuerdas, c a n t a d a por el más gracioso de los cómicos, quien tenía el deber de s a l u d a r a las

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