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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-02-1929 página 24
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BLANCO Y NEGRO MADRID 24-02-1929 página 24

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LETRAS, ARTES, CIF, NCIAS estas gentes enlutadas van a servirnos, al modo romántico, la cuita amorosa. Tenemos aquí en cabal oposición el sentimiento auténticamente clásico de la vida en Marcela, gozosa, serena y razonadora, y el tercamente romántico en Grisóstonio- -y su par Ambrosio- turbulento, impresionable, de feble egocentrismo, plañidero e injusto... Egocentrismo... Esta palabra va a servirnos para ver claro en esta pugna- -por la culpabilidad en la muerte del estudiante pastor- -en que oímos de una parte inmutables razones, y de otra, trémulos reproches... Cuidemos de no dar nuestra adhesión a éstos, aunque se muestren propiciatorios. Grisóstomo ha muerto de amor por Marcela, quien constantemente rechazó sus pretensiones. Cien veces tendió hacia ella sus manos para apresarla: ella le huyó siempre... Y ahora, frente a la huesa del amador desafortunado, las gentes están conmovidas. Unos versos- -ios últimos- -del fenecido galán reprochan, una vez más, a la beOa que se le mostró esquiva. Su dolor busca como escenario la Naturaleza Que allí se esparcirán mis duras penas en altos riscos y en profundos huecos con muerta lengua y en palabras vivas. Oímos después a Marcela... A Marcela que, frente al concurso de gentes conmovidas, frente al cadáver del muerto de amores, habrá tenido un rubor y un titubeo... Oímos la claridad fuerte de sus razones... Ecuánime hasta desentrañar el error de quien la inculpa, se recoge empequeñecida ante el mundo: Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera. Si la lamentación de Grisóstomo era puramente particular, las razones de Marcela son universales. No se defiende sólo a sí m. i. sma, sino que defiende lo libre de la voluntad amorosa; no sólo exalta la belleza, que no se otorga por piedad, sino que, al recordar el olvido en que a la fealdad se deja, lo hace sin censura, sin piadosa turbulencia... Acaso- -pensaiiKis ahora- -la diferencia entre lo clásico y! o romántico se halle en dos diversos linajes de egocentrismo: fuerte, enclavado ¡ii lo universal el uno; débil, encarado contra lo universal el otro. Con alegría sonreímos al primero. El gesto de instintiva repulsa que iniciamos al ver aquellos pastores enlutados, de doliente pergeño, lo hallamos ahora justificado... Ahora que respiramos con gozo inte las claras razones de Marcela... Se hn desprendido de nosotros la carcoma del i omanticismo al ver substituida! a oquedad li: clamatoria de los versos del pastor muerto por las razones, ju. gosas de apego a la vida, de la pastora esquiva... ¡Alegría de la vida! Con qué perenne sonrisa se anda por el, mundo cuando no se siente terca, sino animosa, la voluntad... Que si todas las voluntades enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cuál habían de parar ba dicho Marcela... Y. ligera, clara, ha marchado, dejando- -a sus pies, a sus espaldas- -1 a fosa, los versos desgarrados, el cadáver pr tagonizante, el coro de plañideros: la turbiedad. José López ey. (iLC. iTR. AOlOVES DE IEG 1 D 0 R)

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