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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1929 página 80
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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-02-1929 página 80

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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G RA X MUNDO VARIAS DE LAS MASCARAS QUE SE PRESENTARON A CONCURSO EN EL TRADICIONAIi BAILE DE BELLAS ARTES. (FOTO M A R I K) hicieron el primer frac y me entregaron en casa uñ billete para el primer baile de máscara a que debía asistir, i Figúrese usted mi impaciencia si a esto añade que me dieron cinco duros y libertad completa para volver a la hora que íuefa de mi gusto... E L LECTOR. Abusaría usted del permiso. Yo. -Abusé por una decepción que no me. hubiera atrevido a confesar delante de los míos. A pesar de mi corta edad, en cuanto entré en el teatro Real de aquellos tiempos y di una vuelta por su sala me hice perfecto cargo de mi situación: mis cinco duros y mi frac nuevo eran vanamente inútiles en medio de aquellos bailes de entonces, en donde el vino corría y la multitud se exaltaba. Pero me parece recordar que el espectáculo me produjo algo de asco y algo de miedo. E L LECIOR. -Miedo, ¿a qué... Yo. -Ya se lo he apuntado a usted antes: a tener que confesar en casa, después de haber suplicado tanto, que me había aburrido. E L LECTOR. -Y ¿qué hizo usted en tal trance? ¿Irse... Yo. -De ninguna manera. Entonces todavía no había aprendido a saber aburrir- me, y tenía el aburrimiento heroico. Estuve acechando un asiento hasta que se desocupó uno y me apoderé de él. Allí, sentado, y con un escozor inexplicable en los ojos dejé pasar la noche e hice mis primeros ensayos de Filosofía. Luego, de madrugada, con las primeras luces del alba, tuve mi única satisfacción. E L LECTOR. -Al llegar a casa y encontrar la cama. Yo. -No. En plena calle, delante de una iglesia cuya campana llamaba a la primera misa. Al pasar por este templo me crucé con una viejecita que llevaba su devocionario con una mano, que parecía de pergamino. Me advirtió con unos ojillos, en los que se pintaba el asombro. Yo llevaba mi sombrero de copa y debía estar muy pálido. La vieja, al verme, se santiguó, y me pareció que decía entre dientes: ¡Jesús me valga, el demonio... Pobre demonio fracasado, dolorido, de vuelta de un verdadero infierno. Pero aquella evocación demoníaca que la vieja sugería al verme me llenó de una vanidosa e inefable satisfacción. J. Spottorno y Topete.

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