BLANCO Y NEGRO MADRID 13-01-1929 página 16
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página16
- Fecha de publicación13/01/1929
- ID0005133489
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LETRAS. AKTlíS, CIE- XCIAS Sagrados son los elefantes, en particular los i la) icDs. Ko o! s t a n t e ese carácter, el mayor y el mejor trabajador de Stam, el auxiliar in- substituible del indígena es este paquidermo, incansable en las penosas tareas de transporte de troncos y de conducción de maderas b a s t a l o s ríos, empleados c o m o vías de arrastre. Cuando los cargadores trompudos y c o l milludos env e j e c e n y pierden sus facultades de obreros, aún sirven- -cual los cabestros en las vacadas- -para cercar y llevar a corralones a la; s piaras de elefantes salvajes, que más pronto o nenos pronto se amansan y se acomodan a la d o m e s t i cidad. También los siameses- -al igual que otros pueblos del remoto Oriente- -consideran a los monos como animales sagrados, tal vez porque los conceptúan en- carnaciones de espíritus benéficos. Entre los cuadrumanos predilectos del pueblo siamés destácase el de toca blanca, que difiere poquísimo del maDOS FAVORITOS DE UKA SIAMESA. MACACOS KEDÜCIDOS A COMPI. ETA caco sileno. La singulaDoaíESTICIDAD ridad de este aaiimalejo con líquidos obtenidos de carnes putre- la ofrece la abundancia de peló, color plafactas. ta, en la calreza y alrededor del rostro, en Aun cuando la religión del país es la bu- forma de barba, gorro y melena, dista, el siamés no la practica; su ijjreocuEs tan sociable, que busca la compañía pación, Que alcanza proporciones de mono- de los hombres, muestra afición a los nimanía, consiste en atraerse la protección de ños y gusta de la vida en el hogar. No ocales buenos espíritus y en librarse de la fu- siona destrozos allí donde se alberga, no ría de los malos. Para lo uno y para lo otro comete raterías y procede aseadamente en no escatima cantos a coro, ni danzas en co- todos sus actos. rro, ni oferta de libaciones, ni adquisición Lo gracioso en este macaco, que parede amuletos, ni erección de dragones de pie- ce un viejecito encanecido, consiste en la dra, ahuyentadores de genios maléficos y seriedad extremada de su rostro, de sus centinelas defensores de los arrozales y de movimientos, de sus gestos y de cuanto los ganados. hace. No hay señorón huero y cogotudo Contra el tigre, azote depredador de po- que se respete ni se dé a respetar tanto blados y aldeas, emplean los indígenas toda como el mono barbiblanco y peliblanco de clase de armas: carne emponzoñada, fie- Siam. chas, envenenamiento de abrevaderos freCuando aparezcati ante el público las cincuentados por Ong- cop y cepos rústicos, pero tas cinematográficas obtenidas por Cooper temibles. El tigre que cede a la tentación y Beaumont: danzas y, exorcismos, lances de alcanzar un buen trozo de carne pendien- de caza, captura y amansamiento. de elete de una rama, cae indefectiblemente abru- fantes, encuentros con tigres, trabajos foroado por pesados troncos, que lo empujan réstales, festines de las tribus y otras esce- hasta profunda zanja, erizada de agudísimas ñas de interesahte exotismo, de seguro quq estacas. Allí sucumbe, rematado a lanzazos, la vida seria, las costumbreis formales y la