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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-01-1929 página 90
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-01-1929 página 90

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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GRAN MUNDO se decidió a llamar al camarero y a encargfarle, con autoridad: -i Una media botella de champagne! Con las copas que ya se encontraban dispuestas en las mesitas, de aquella media botella bebieron todos, incluso el maestro, a quien, sin embargo, el precedente de su gran poema Le Vase parecía disponer a cuencos de mayor capacidad. A Osbert, que me cuenta la historia y quiere sacar de ella consecuencias favorables a una afirmación de sobriedad en las nuevas generaciones, le contesto: Por mucho que hagáis en este sentido, no ganaréis a los españoles. Hay un documento fehaciente, sobre nuestra parvedad en el consumo de líquidos, en las grandes ocasiones inclusive. Y es la cuenta, que hemos hecho alguna vez, de la poca ganancia que le pudo dejar, al pobre Hostelero, la noche del primer acto del Tenorio. Figúrate: Sevilla, noche de Carnaval; lo más perdido y lo más lucido de la ciudad, en aquellas mesas; los dos mozos crúos de peor y mejor fama; sus criados, sus escuderos, sus compinches; embozados, máscaras; todo un personaje, matando las horas en un acecho; competencias, pendencias, apuestas, desafíos; una agitación de mil diablos y un entra y sale continuo... Y, total, dos botellas. En Venecia, afortunadamente para la agricultura italiana y para el fascismo- -movimiento de contenido rural, como me parece que Sánchez Mazas ha demostrado bien- no todo el mundo es tan modesto, en este orden de consumo, como los clientes pendencieros de la Hostería del Laurel y como los poéticos soñadores del Hotel Danieli. Priiébalo el aspecto de los pequeños canales, a las primeras horas de la mañana que sigue a una de estas noches trascendentales de Año Nuevo, del Carnaval, de la fiesta de las Regatas, etc. Una vez, en coyuntura así, y perjudicado por tanta porquería flotante en el agua dormida, en razón a que mi ventana caía, precisamente, sobre uno de estos canales pequeños, hube de lamentarme con mi huéspeda -Pero ¿no hay agentes municipales que limpien todo eso? -Desgraciadamente- -me contestó- aquí no podemos emnlear las mangueras... En tan acuática ciudad, este suspiro por el agua de una manguera no dejaba de tener cierta gracia. Miércoles. En su delicioso rincón del faubourg SaintGermain, donde se ha logrado, al abrigo de la capa de aire y verdura, en un fondo olvidado del pasaje de la Visitación, el reposo de un claustro, M. Antoine de Meaux, antiguo oficial de Marina v letrado perfecto, me habla del gran Agustín Cochin, que fué su amigo, y de quien ha comentado la u i H 1 1 MWt rUiL fcB j ijI aju Tj 1 i M IjMWfl RETRATO DE AGUSTÍN COCHIN TRABAJANDO EN SU BIBLIOTECA ideología, en un libro reciente, donde alguno de los resultados a que, en filosofía de la historia, había llegado el malogrado in vestigador de la Revolución francesa, son ofrecidos a nuestra meditación y, tal vez, a un desenvolvimiento por parte nuestra. M. de Meaux me habla, sobre todo, de la conducta de Cochin en la guerra, en que debía encontrar la muerte. Siete veces fué herido en el frente, y otras tantas quiso volver. Su padre, M. Denys Cochin, el famoso diputado católico, que fué ministro del ministerio de Unión Nacional, se empeñó, vanamente, en hacerle reformar. Su solicitud se estrellaba contra la voluntad heroica del hijo. Parece que hubo, en estas ocasiones, entre los dos escenas verdaderamente cornelianas. Lo que en tales referencias me impresiona más es que, en este hombre, la obstinación de sacrificio parece haber obedecido, más que a un sentimiento concretamente patriótico, a una especie de concepción del lealismo, ante cuya amplitud el patriotismo quedaba reducido a mero caso particular... Lo esencial para Agustín Cochin, que tenía el grado de suboficial, era, según parece, no abandonar a los hombres a cuyo frente había combatido, no negarles la continuación de un mando- -es decir, de un ainparo- a que tenían derecho... Sentimiento de carácter probablemente feudal y de naturaleza moral muy elevada. Si Cochin era un alma de Orden caballeresca, de Meaux lo es casi de Orden monástica. Nieto de Marmontel, va a publicar, por otra parte, una reedición de la Historia de los Monjes en Occidente, de su ilustre abuelo. Vn Ingenio de esta Corte.

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