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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-01-1929 página 30
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-01-1929 página 30

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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I. ETRAS, ARTES, CIENCIAS suelas, se inclina va usted? galante) ¿A qué piso a alarmarse. Pasaron dos ¡horas. Mi malogrado amigo comenzó a sollozar quedamente. Pasaron cuatro horas. El desventurado LA BELLÍSIMA SEÑORITA. Al tercero. Ramiro aulló: ¡S o c o r r o! Se abrió la E L ELEGANTE CABALLERO al mismo tiempo del ascensor. que oprime el botón? A) ¡Qué casua- puerta de la; portera. Apareció el rostro sonriente Él ascensor no se halidad! También voy yo al tercer piso. bía movido de su sitio. LA BELLÍSIMA SEÑORITA. ¿Sí? LA BELLÍSIMA SEÑORITA. ¿Y qué hizo su E L ELEGANTE CABALLERO. -Sí. amigo? LA BELLÍSIMA SEÑORITA. -YO, al tercero E L ELEGANTE CABALLERO. -Era un homEL LA ELEGANTE CABALLERO dulcemente derecha. bre que tenía, un alto concepto de sí mismo. al tercero izquierda. re- Fué incapaz de resistir situación tan ridícu- signado) -YO, oasua. Hdad... la. Allí mismo se pegó un tiro. LA BELLÍSIMA SEÑORITA impresionadísi- BELLÍSIMA SEÑORITA. -Era demasiada ma) ¡Pubre muchacho! Proyectos, ilusiones y otras cosas. Continúa el viaje. Una edificante anéc Han pasado dos horas. El elegante cabadota de R a m i r o M e n é n d e z (A Londón llero ha arrojado el flexible gris otoño so Han transcurrido quince miniitos. El as- bre el banquillo del ascensor y la elegante ceiisor se fia elevado unos dos metros, pró- señorita se ha despojado del abrigo LA BELLÍSIMA SEÑORITA. ¿Hemos llegado ximamente, sobre el nivel del portal. La beUrísima señorita se ha sentado y el elegante ya al primer pisó? caballero se abanica despreocupadamente E L ELEGANTE CABALLERO. -Me parece que con el flexible gris otoño. no tardaremos en llegar. To lo me induce a E L ELEGANTE CABALLERO. ¡Estos ascen- sospechar que no debenios de hallarnos muy lejos del primer piso. En efecto, no sé si sores, habrá usted observado que desde hace unos LA BELLisiitA SEÑORITA aventurando una del ascensor lia hipótesis) Tal vez sea hidráulico. En casa diez minutos la velocidad prodigiosa Sonde mí ptima Teresa hay uno hidráulico... aumentado de una manera riéndose con cierta amargura Claro que... E L ELEGANTE CABALLERO. -En efecto, muy como la carga del ascensor ha disminuíbien pudiera ser hidráulico. Nada se opone do... Porque yo he adelgazado; fíjese usa ello. ted el cuello me viene ancho. Transcurren veinte minutos. LA BELLisrMA SEÑORITA. -Sin embargo, E L ELEGANTE CABALLERO jovialmente alar- hace unos veinte minutos me pareció obserinado) -Jamás viajé en un ascensor tan var que descendíamos en lugar de elevarlento, i Es curiosísimo! No pretendo inquie- nos. No creí oportuno decírselo... tarla, señorita; uero le juro que tengo mieE L ELEGANTE CABALLERO. -Exacto. Fué do. Un miedo irrazonado si usted quiere... junto al segundo. descan. si. llo. Yo también lo L A BELLÍSIMA SEÑORITA. ¡Miedo! ¿De noté; pero no le, dije nada por no asustarla. Descendimos como medio metro. qué? E L ELEGANTE CABALLERO con vos opaca y I- A BELLÍSIMA SEÑORITA acariciando una E L ELEGANTE CABALLERO. -Evidentemente. aire misterioso) Cuaná o uno se decide a utilizar un ascensor es incapaz de. iprever lo qué puede sucedería. A veces trepan dos pisos más arriba del que usted señaló; otras veces, por el contrario, se detienen cuatro pisos más abajo... Un amigo mío, del que usted acaso baya oído hablar, Ramiro Menéndez, al que aipodaban Londón. fué desventurado protagonista de una triste historia. En cierta ocasión que no hace al caso, mi amigo Ramiro se vio en la ineluctable jjrecisJón de utilizar un ascensor con objeto ó e visitar a un primo suyo. Era, aquél un extraño ascensor. Casi nunca funcionaba; pero cuando lo hacía, rara era la vez que no descabezaba a algún viajero. Mostraba una extraña predilección por pararse entre dos ¡pisos. Generalmente, no se sabe por qué, entre el tercero y el cuarto. Su triste fama era bien justificada por cierto! Como iba diciéndole, mi amigo se decidió por utilizar tall ascensor. Entró. Guidadosainente cerró las puertas. Oprimió el timbre... Pasó media hora. El desdichado Londón comenzó amable ihisión) -i Si pudiéramos parar en el primer piso. EL ELEGANTE CABALLERO alarmadisimo) ¡Por lo qué usted más quiera no lo intente... ¡Quién sabe lo que podría sucedernos! No tendría nada de particular que el ascensor se precipitara violentamente al punto de partida. Todo es posible. Hay un largo silencio. Ella se entretiene en contar los cuadritos- -rojos, -verdes- -que componen la alfombra, mientras él se ab. ífrae en la jsuma de los rotnboides que ilustran las molduras del techo: mil doscientas veinticinco, ciento cincuenta y ocho, respectii amente. De pronto el ascensor parece acelerar su marcha. Ruge, runrunean los cristales, trepidan las paredes... E L ELEGANTE CABALLERO en el colmo de la alegría, rigth... levantándose de un salto) -All ¡Hip, hip, hip... ¡Hurra... aver- LA BELLÍSIMA S, EÑORITA ligeramente gonzada por estas exclamaciones granbetañeras se aventura a susurrar, animada de

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