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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-12-1923 página 29
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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-12-1923 página 29

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página29
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La que no va al mercado las compra al florero que, con su hermosa mercancía en el canasto que lleva al brazo, llena las calles, d e s d e el amanecer, de ricos perfumes y de claros y bellos pregones. El florero es uno de los tipos más p o p u l a r e s de la venta en ambulancia. Mocito o viejo, va derramando buen humor y donaires p o r donde pasa, vestido con su traje flamenco y tocada su erguida cabeza con el s o m b r e r o de ala ancha, bien echado sobre la frente, para velar la piSEÑA cardía c o n q u e LA (DIBUJOSDOLORES CON S ü FLOR DE HOHENLEITEK) acompaña a la luz de sus ojos. Un pañolillo de seda al cuello y una fina faja ceñida a la airosa cintura completan la majeza que tan gallarda y simpática hace su figura. A su armonioso pregón, que empieza: Ay, qu olor m ha venío a rosa fina... Santa Rita bendita, andaba escarsa por mi jardine y no s espinaba... y que concluye: Violetitas a cuarto, rosiya de pitiminí... Hay nardo... Er rico nardo... HoHej- ív- cnrt- B. SBC ESTA ES UNA MOCITA to de ciencia y de intención; así, si es mocita se coloca la flor a la izquierda del prieto rodete, y si es casada, a la derecha. Las ancianas, a su vez, se plantan el manojo de flores en todo lo alto del moño, que platea. La primera compra que hace en el mercado toda mujer de Sevilla, al tiempo de las primeras horas de la alegre mañana, es la del ramo de flores: de claveles que huelen a clavo fino, de rosas que trascienden, de m Osquetas y alhelíes con perfume embriagador, de jazmines y nardos y heliotropo con olor a gloria. Y las pone, de regreso al limpio hogar, en el búcaro cristalino o en el tallero, que es una bendición de frescura, para que en todo el día pierdan la lozanía y la fragancia. las mujeres salen presurosas al umbral de la puerta de sus casas, parando al vendedor para disputarse los caracolillos reales, las blancas azucenas, los morados lirios y los azahares de raso y- oro que lleva en su canasto como un jardín. Y así, no hay mujer que, cigarrera, modista, alfarera o tejedora, deje de ir al taller perifollada, con su faldilla de percal, que cruje de planchada; su mantoncíllo de flecos de seda y su adorno de flores en el pelo rizado y sedoso, que es un primor; ni novia que salga a la ventana para pelar la pava con. el mocito enamorado sin que embriague el amljiente de perfumes con los de las flores que engalanan su cabellera; ni anciana que no llame la atención de la gente con el airoso detalle florido con que se compuso el moño levantado. Porque la mujer sevillana siente delirios por las flores, y no sabe llevar mejores galas que las que luce, con tanto arte como sugestiva gracia, en su adorable cabecita encantadora. J. MVÍtOZ SAN ROMÁN.

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