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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-11-1923 página 46
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-11-1923 página 46

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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EL CEMENTERIO Y EL CASTILLO procedente del ex monasterio valenciano de Valldigna, lo mismo que el viril renacentista de plata dorada que hay en el sagrario. La imagen titular es una bella escultura de la Virgen María, de madera policromada y dorada (siglo xvii) que, substituida por otra moderna inferior en mérito, ha ido a parar a un nicho que en la plaza tiene la casa abadía. En un altar lateral del templo se venera una Virgen del Rosario del año 1616. En el inventario del templo parroquial se consignan alhajas tan valiosas como un cáliz de riquísima orfebrería antigua, un precioso viril procesional, una imagen de la Virgen en miniatura y otras preciosidades que no puedo testimoniar porque se guardan en la casa patronal de D. Carlos Orduña, con prohibición de enseñarlas. Al lado opuesto de la plazuela está la pobre casa del Ayuntamiento, y en su única sala, situada sobre la cárcel y cisterna, alberga una rica tabla de la época del Renacimiento; mide dos por tres metros, y representa la muerte de la Virgen entre los apóstoles. Todo es interesante y único en este pintoresco lugar de Guadalest, olvidado en un rincón del mundo, silencioso y tranquilo, rodeado de breñas y peñascales y cobijado por elevadísimas cordilleras. Para que todo sea allí único y extraordinario, allí no ha habido más que un único partido, y Guadalest tuvo siempre la suerte de desconocer lo que fueron en los pueblos las luchas políticas. Caminando sobre peñascales y vertientes casi inaccesibles se cruza el diminuto caserío, y por la cuesta del Calvario se sube a, lo más alto, que es el reducido cementerio, en cuyo centro se eleva sencilla cruz, y al fondo lo limita un oratorio en lo que fué torre del castilla Lo que era un aljibe es el osario o fosa común donde se arrojaban los cadáveres de los pobres que no legaban para cavar una sepultura. Aquella cruz solitaria que tiende sus brazos para igualarnos a todos, el silencio del lugar, la modestia de la capilla, el perfume de las flores que como blanco sudario alfombran al camposanto, el abismo que se hunde tras la tapia del cementerio, los muros caídos, el sol que se oculta tras los montes y el gemido de una campana que toca él Ángelus... producen una impresión de honda melancolía que jamás relegará al olvido el romántico turista que subió al castillo de Guadalest. GARLOS SARTHOÜ CARBERBS. (FOTOGRAFÍAS D E L A U T O R)

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