BLANCO Y NEGRO MADRID 02-09-1923 página 36

su señor hallábanse contentos, sin apetecer o codiciar ni del Papa beneficio ni del Rey oficio. Ufanábanse, sí, en ser de la Vera, que se orgullecía con el dictado de Jardín de Extremadura, y haita no faltaban viejos sabidores que anunciasen posibles probanzas de que el Paraíso terrenal estuvo mcsmamente en aquella falda de la sierra de Jaranda, entre vega y cerro, donde luego se alzó jarandina. Sin chanza ni agravio ha decirse que hasta la hora de agora se cuentan por miles los pueblos que sospechan ser continuadores del Edén en que se perpetró el primer caso de engaño de varón por astucia femenina. Para forjarse la ilusión paradi- tos como los que imprevistamente contrajo bien pudo pedir- -y para esa demanda nunca es tarde- -escudo y blasón imperial con divisa que pcegone Real y Hospitalaria Villa que aposentó al César Este es el timbre de gloria de ese pueblo, y esa gloria le sobrevino y le fué allegada al caer la tarde del n de Noviembre de 1556, y desde ese momento, hasta las tres de la tarde del 3 de Febrero de 1557. Jarandina fué posada- -en el castillo- palacio de sus señores los Condes de Oropesa- lel Rey de las Españas y Emperador de Alemana, del hombre extraordinario que, no cabiendo en la vastedad del mundo, se acogió a la estrechez de una celda y en ella acomodóse. PLAZA DE ARMAS DEL CASTILLO DB LOS COKDES DB OROPESA, EN JARANDILLA aca basta a los crédulos lugareños tener a la vista cristalinos cauces de agua, pomposos naranjos y limoneros, alfombra de silvestres flores y de lüerbas aromáticas, y con esto y el amor a su campo ha, y más de lo necesario para crear un Paraíso con la magia de la fantasía. Y dando por cosa cierta, aunque no demostrada, que Jarandina sintiese pujos de fama y experimenl. i- e ansias de incorporarse a la Historia, es innegable que lo consiguió cuando menos lo esperaba y como acaso nunca pudo imaginarlo. Con méri- Ciertamente es de lamentar que la antesala le Yuste, la noble mansión en que la Majestad de Carlos I halló descanso antes de entrar en el Monasterio, saliese del poder de los Condes de Oropesa y es más lamentable que por olvidos, indiferencias, atropellos y aun por convtilsiones nacionales esa morada no haya subsistido con todo su boato, ornamento y decoro primitivos. Para los enamorados de la España histórica sería grato y conmovedor inclinarse en la primera cámara que el César ocupó sólo por una noche en