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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-08-1923 página 36
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BLANCO Y NEGRO MADRID 19-08-1923 página 36

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LA MANO EN E L os hombres se saludan ceremoniosos, se estrechan la mano... Ellos dos no son aún hombres, aunque en el fondo les corra prisa el serlo... No son hombres aún, ni se estrechan la mano en nombre de la cortesía. Ellos no saben de un modo concreto si son mejores o peores que los hombres; pero su mano ha ido subiendo, y esto basta, pues les une. Al principio, cuando estos dos amigos, muchachos, estudiaban juntos las primeras letras, se cogían de la mano, y así salían de paseo los jueves. En casa, cada uno de ellos se asía igualmente a la mano del padre o de la madre, y también marchaban unidos pecho y pecho por ese puente de efusión y de carne que tienden los brazos. Las manos enlazadas no querían separarse jamás, quién sabe si presintiendo, aun de ese modo tan neblinoso de la infancia, los alejamientos y las separaciones, a veces irremediables, que prepara lo futuro. En la misma escuela, el profesor, atento siempre a atrapar todo ejemplo que llevase miel en su humildad, decía a los demás condiscípulos: Mirad la pareja que hacen Fulanito y Menganito; a toda hora van cogidos de la mano, tan inseparables, que parecen un solo amigo. Y esa es su felicidad y la que brindan a los observadores: la de juntarse, la de soldarse, si se puede decir, por esas dos manos que aman la cordialidad de parecer una sola; y en verdad os declaro, hijos míos, que todos los corazones felices de veras son aquellos que, siendo dos, se mezclan y disimulan enternecidamente en uno... Después, como antes se dijo, esas manos fraternales subieron con el avance en la edad y en el saber, y ahora estos chicos, ya hollando las arideces del bachillerato, siguen inseparables, pero el uno le posa la mano al otro sobre elhombro. Así los ve la gente y así les gusta a su amistad, que ya ya siendo yunque y martillo, mundo y Atlante, agua y cauce... La mano se apoya en el hombro, y el hombro se engríe con la mano, y entre las dos carnes calientes de amor se establece como una idefensa, como una solidaridad, que da hermosura escultórica a su compañerismo. Los padres, los ancianos, se detienen para contemplarlos y dejar fluir de su boca como un jugo de sonrisa. Esa mano en el hombro, ese caminar a un tiempo, pregonan radiantemente la mocedad de los dos amigos. Toda buena amistad que nace es I un espectáculo conmovedor y la cosa más épica i que pudo idear el corazón en su mejor época de i salud. ¡Si el hombro y la mano pudieran seguir así, compañeros, al través de las vicisitudes y las i desarmonías! El hombro, sostén, y la mano, rati- ficación; el hombro, cimiento, y la mano, edificio; ¡el hombro, ola, y la mano, nave, marcharían unáni- mes, sin el temor de la borrasca, del hundimiento, de la hablilla. Alternativamente efusivos, serían protectores y se sentirían protegidos; no se cono- cería la humillación del que soporta ni tampoco prevalecería la vanidad del que se sustenta. No habría ni esclavo ni dictador, porque el hombro I pasaría a ser mano y la mano se trocaría en hom bro. Cuando, a la mañana, uno de estos amigos entrañables apoyase su diestra sobre la espalda i del otro, no se consideraría superior a él por el hecho de parecer que lo protegía, sino, al contra- rio, tal vez indicara que le era preciso un punto de apoyo a su afán volador de seguir queriendo, y que temía que, sin tal sustentación, pudiera des- moronarse... Amiguitos que vais juntos por esas sendas y esas calles persiguiendo mariposas o sorteando automóviles: continuad así semi abrazado el uno i con la mano sobre el hombro del otro. No con- i sintáis que la vida os haga retirar la mano o des- viar el hombro. Procurad infantilmente, como aho- ra, parecer siempre eso que sois: dos buenos chi- eos, muy amigotes, enamorados de las mismas nu- i bes y de iguales travesuras, que parten la merien- da y la risa, que se aislan con la misma página y le ciñen la misma corona a la ilusión. La mano que se separa del hombro ya pierde su fuerza y su mérito. Es una mano adulta, recelosa, hábil o bien i educada; pero su cariño, cuando lo tiene, no es el de hoy... Será una mano que apetece empuñar una espada, esgrimir una plum. a, manejar un timón; será una garra, un golpe, un registro; pero nunca, como lo es ahora, una suavidad inocente, unj pedazo de carne sin malicias que se posa sobr otro pedazo de carne sin rencores. B. RAMÍREZ ÁNGEL, i DIBUJO DB K E G I D l

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