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BLANCO Y NEGRO MADRID 29-07-1923 página 46
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BLANCO Y NEGRO MADRID 29-07-1923 página 46

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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i ii: i t r e ellos, L o p e de V e g a cuando hizo decir en el acto I I de El mejor inoso de España: La garganta era tan bella, que en la blancura que pinto, si bebiera vino tinto, se viera el color por ella. P e r o los m á s dieron esa t r a n s p a r e n c i a por indudable y bien a v e r i g u a d a H a s t a el mismo Lope, en su comedia De cosario a cosario: Y su g- arg- anta (no es risa) es cristal, con tanto extremo, que cuando bebe hipoorás, se ve bajar por el cuello. A s i m i s m o lo afirmaba P e d r o Vallejo en la Academia dos Singulares, de L i s b o a En buena fisiognomía, su garganta cristal era, porque se vía por fuera lo que por dentro corría. Y también lo dio por visto y e x p e r i m e n t a d o otro poeta a n ó n i m o del siglo x v i i y dijolo a s í Su garganta es de manera tan de cristal, tan de nieve, que si chocolate bebe, se trasluce por de fuera. E l propio curiosísimo fenómeno observó alguna vez D A g u s t í n de S a l a z a r y T o r r e s si bien lo calificara de disparate en su Cythara de Apolo: Y aun mi afecto repara que su garganta es tan tersa y clara, que lo que bebe, i raro disparate! se trasluce al pasar por el gaznate, como el sol cuando pasa por vidriera; no hiciera más si de Venecia fuera. Como p a r a h a c e r n o s salir de dudas, la g a r r i d a m u s a popular, eco de t a n t a s voces y voz de tantos ecos, afirmó a pie juntillas, de acuerdo con estos poetas cultos, la t r a n s p a r e n c i a de m u c h a s g a r g a n tas femeniles, y dijo en cierta linda canción enum e r a t o r i a de las bellezas de u n a m a y a Tu garganta cristalina y bella: todo lo que bebes se clarea en ella. Y aun h o y se le oye c a n t a r en las alegres c a m piñas andaluzas: Tienes una garganta tan cristalina, que hasta el agua que bebes te se trasmina. T o d o esto no obstante, algo suele haber en la g a r g a n t a mucho menos m a t e r i a l y m u c h o m á s digno de alabanza que su blancura, suavidad y soñada t r a n s p a r e n c i a la v o z pues tal puede ser de clara, dulce y melodiosa, que convide a imagin a r cómo c a n t a r á n los ángeles en el cielo, si es que cantan mejor que a l g u n a s mujeres en la tierra. U n a de estas voces, por las cuales cantar y encantar son alguna vez p a l a b r a s sinónimas, ensalzaba D Antonio H u r t a d o de Mendoza cuando escribió: Oyendo su voz divina, los campos, montes y valles, a no tenella por sol, la recibieran por ave. Inapreciable g r a c i a gratis data es, en efecto, la de c a n t a r bien y con buena voz, a u n q u e la bellaquísima p r á c t i c a de la vida t e n g a por axiomático que el pelo y el c a n t a r no e n t r a n en a j u a r y alg u n a vez la comparó n u e s t r o pueblo con el supuesto y maravilloso don natural de los saludadores, q u e decían- -y e r a n creídos- tener en su aliento especial v i r t u d contra el mal de la r a b i a Canta, mi vida, canta, que me enamoras, pues tienes una gracia saludadora. P e r o t o d a v í a m á s que c u r a r enfermedades puede lograr, dentro ¿el amplísimo campo de las hipérboles, u n a linda voz de m u j e r Canta, mi vida, canta, que con el eco resucitas a un hombre das vida a un muerto. ¿S o l a m e n t e d a r v i d a Y aun lo del todo opuesto, que es m a t a r de amores, como por experiencia propia declaró otro p o e t a Órgano de cristal es su garganta: con tal dulzura suena cuando canta, que alma que de su vista escapa lista, en oyéndola, ¡muerte a letra vista! T ó c a m e a h o r a en estos deslavazados apuntes, t r a t a r del pecho, y a c u e r d ó m e de cómo D Luis de G ó n g o r a salió de u n lance p a r e c i d o al describir las bellezas de H e r o la a m a d a de L e a n d r o el A n i moso, llegando al pecho su t u r n o se limitó a insinuar su pintura, pues dijo a s í IJO torneado del cuello y del pecho el alabastro tentaciones son, señor sed lfí era nos a inalo. Del pecho, por tanto, aunque soy seglar, y no clérigo como Góngora, d i r é poco, y eso, t a n h o nestamente como es debido a las amables lectoras e BLANCO Y NEGRO, y como supieron decirlo la musa popular y la erudita cuando quisieron usar de recato, que fué casi siempre. Así aquélla: El alabastro y la nieve se besan en tu garganta, y es tu pecho tan curioso, que por verlo se levanta. A u n de n o m b r a r a las claras estas preseas de mujer h u y e la cauta inspiración del g a l á n que requiebra, y bien lo patentizan los Cantares siguientes i Quién fuera águila y volara y se posara en tu pecho, y con sus alas tapara lo que te tapa el pañuelo! Ese pañuelo del cuello te costo mil y cien reales; más vale lo que te tapa que lo que el pañuelo vale. Con igual recato, en fin, procedió la m u s a liter a r i a por medio de la pluma del Quevedo portugués, D F r a n c i s c o Manuel de Meló, en el retrato de su bellísima A n a r d a Desde la pretina al cuello va el almilla, tan sin alma, que deja la vista a escuras en unas cosas muy claras. De nácar es el almilla; donde presumo con causa que lo que esconde es de perlas, porque es lo que esconde el nácar. EL BACHILLER FRANCISCO DE OSUNA. DIBUJO DB VÁRELA

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