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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-07-1923 página 43
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BLANCO Y NEGRO MADRID 22-07-1923 página 43

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LA MANTILLA ESPAÑOLA donde se habla la onomatopéyica lengua castellana. ¡La mantilla española... Suponed por un momento que un uhase de, dictador mundial impusiera eluniversal uso de la española prenda; suponed asimismo que un español aventurero recorriese el mundo en interminable viajar: dondequiera que se hallase una compatriota, nuestro viajero la distinguiría, sin equivocarse jamás, por el modo de llevar la mantilla. Solamente siendo española quien la lleva, o siendo españolas manos las que la colocaron en extranjera cabeza, tiene la mantilla los pliegues que debe tener, cae como caer debe; es elegante, con elegancia única, deliciosamente picara, suprema de belleza, armónica de líneas, fugitiva y sutil, gallarda como una bandera, aérea y vaporosa, de firmeza escultórica también. Es la mujer rubia cobijada por la cascada de nivea espuma de una blanca mantilla de encaje. Venus Afrodita surgiendo de entre las marinas y espumeantes ondas; la diosa morena, al fulgurar la mirada de sus negros ojos tras negra mantilla, reproduce la visión mágica de la reja andaluza en la noche de amor... Reja es la mantilla, y flores de la reja los claveles carmesíes que la prenden, y reina de la reja la portadora de la prenda, la de ojos con ojeras, como la niña del poeta... Pero, Como antes decimos, es esa labor de hadas en forma de encaje símbolo de españolismo. Esa es la característica de la prenda. La mantilla es España. ¿Qué misteriosa relación existe entre ese trozo de trama sutil de hilillos de seda y la bendita iijjjii ii tiii ii ¡I I I I E pocas prendas de la indumentaria femenina se habrá escrito tanto, y en tan laudatorio sentido, como de la española mantilla. Y sin embargo... Empecemos por decir que la mantilla es prenda de ayer. Aparece en el siglo xvii, pero en forma bien distinta a como hoy la comprendemos: era de colores, de paño o de bayeta, guarnecida de tiras de terciopelo, generalmente de color negro. i No siempre; en La picara Justina se dice: Púseme un rebocillo o mantillina dte color turquí con ribetes de terciopelo verde. Todavía en fines del siglo xviix, reinando Carlos IV, las damas y mujeres de edad usaban mantos, tocas las viudas y solamente las majas o mujeres del pueblo, siendo jóvenes, gastaban las mantillas llamadas de laberinto o de esparto, lendo el tafetán de seda la base de la airosa prenda. A partir de esta época, la mantilla multiplica sus formas: surge la mantilla ée picos, la adornada con pequeñas y polícromas moñas, las de madroños, las de lazos, la ya notable de casco, empleada todavía por la gente labradora de ambas Castillas y región galaica, y finalmente hace su aparición y llega a ser usada por las más linajudas damas en tiempos de Fernando VII, la celebérrima mantilla de blonda, la de rico encaje blanco o negro elaborada por las obreras de randas en Almagro y en Cataluña. Terminemos esta parrafada de historia retrospectiva diciendo que la mantilla encontró siempre cariñosa acogida en todas las americanas tierras D 7i

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