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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-07-1923 página 27
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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-07-1923 página 27

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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RESIDENCIAS DIPLOMÁTICAS LA EMBAJADA DE FRANCIA UEVAMENTE ofrecemos hoy a nuestros lectores las vistas fotográficas de la suntuosa residencia que desde hace largos años ostenta en su fachada la bandera tricolor de la República francesa, y es curioso señalar la transformación radical que en el transcurso de estos veintisiete años han sufrido, no solamente la sociedad madrileña que con el triste paréntesis de la gran guerra ha venido congregándose en aquellos salones, sino el mapa mundial, t a n d i f e rente hoy de aquellos t i e m p o s plácidos en que los sesudos diplomáticos, colaboradores del entonces embajador de Francia, marqués de iReverseaux, se reunían en los salones del hotel de la calle de Olózaga, sin columbrar siquiera la horrenda catástrofe que había de cambial la faz del mundo. N i Con cuánta melancolía t r a z a m o s hoy esta nueva crónica y cómo al escribir estas líneas se agolpan los recuerdos tristes o adversos en la mente del cronista! Hasta las figuras que entonces se agrupaban en el amplio s a l ó n marcan una é p o c a de nuestra vida diplomática y aristocrática, y no d i g a m o s nada de las modas; aquellos talles femeninos encerrados en l a s d u r a s ballenas del c o r s é aquellas mangas abullonadas, de farol, amplísimas, sobre los hombros, dejando caer los encajes sobre el brazo ESCAL desnudo, y las largas colas de los vestidos, que se arrastraban majestuosas sobre la alfombra. ¡Cuan diferentes de estos trajes de ahora, cuya elegante sencillez deja adivinar todas las formas y, apartándose de las pompas versallescas del gran siglo, pretenden acercarse a la divina desnudez de los clásicos! Por el antiguo palacete que perteneció a los condes de Fuente Nueva de Arenzana han ido desfilando muchos diplomáticos; fué el primero de ellos el barón Des Michels, al que siguió M. de Laboulaye- -ambos inteligentes y amables- segui- dos de M. Cambon, cuya señora, muy distinguida y elegante, yacía largos meses postrada por cruel dolencia en una chaisse- longue, lo que la impedía, naturalmente, ayudar a su marido en ese aríe de recibir que tanto influye en el éxito de las misiones diplomáticas. El marqués de Reverseaux comenzó más tarde- -en el año de 1896- -a incorporar la Embajada a la vida social madrileña; mas el verdadero apogeo de la casa oficial de Francia fué en los años en que una peregrina belleza vino a o c u p a r el puesto largo tiempo vacío; fué cuando madama Patenótre llenó los salones con su eleg a n c i a insuperable, reuniendo en torno suyo a cuanto de notable figuraba por aquel entonces en la vida madrileña. Sin orden cronológico c i t a r e m o s aquí algunas de las embajadoras que han desfilado en el transcurso de estos cinco lustros por el suntuoso hotel de la calle de Olózaga, y liablamos de las embajadoras, porque creemos, con Tallayrand, que una E m b a j a d a sin damas es como una primavera sin rosas; la inteligente y simpática madama Thíerry, que tuvo la desgracia de ver morir a su marido en el e j e r c i c i o de su cargo; la distinguida condesa de SaintAulaire, que l l e v ó pronto la representación de su país a la C o r t e de Saint RA J a m e s madame G e o f f r a y a quien tocaron los tristes años de la guerra y supo salvar con delicado tacto todos los escollos, secundando felizmente la misión del embajador, gran amigo de España, organizando magníficas fiestas cuyo recuerdo no se ha borrado aún de nuestra sociedad aristocrática. Madame Defrance, la actual embajadora, había sido en los tiempos de uno de los embajadores citados una de las damas que más brillaron en la sociedad; era su marido primer secretario, y ya su viva inteligencia y su gran cultura hacían pre-

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