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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-05-1923 página 50
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BLANCO Y NEGRO MADRID 13-05-1923 página 50

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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Ir Sjf f j. íP- r. sg iBSá. CORRES PONDENCI A De Loló a Lili. A Y si pudieras ver por un agujerito este Madrid, que comparte contigo, Lili querida, todo el cariño de mi alma! Para conocer Madrid en todo su esplendor hay que esperar a que l l e e Mayo. ¿Concibes tú nada más atractivo que ese desfile inquieto que va calle de Alcalá arriba, hacia el Retiro, en una tarde de Mayo? Tintinean los tranvías, gruñen los autobuses, los automóviles hacen sonar el apremio de sus claxons y bocinas y los caballos briosos que arrastran el último milord bien puesto hieren los adoquines hasta sacarles chispas con su casco batidor. Después de este pequeño preámbulo, que convendrás me ha salido bastante redondo, ahí va la consiguiente deducción: Con tales atractivos como brinda el Mayo madrileño a sus hijas predilectas, ¿comprendes el novio, y el novio a quien no se quiere por añadidura? No. ¿Verdad que no. Lili mía? Ni tú, ni yo, ni nadie que tenga lo que se dice dos dedos de frente es capaz de salir de paseo con un hombre odiado, cuando el Hipódromo de la Castellana es desfile de elegancias, se merienda en los chalets del golf y del Tiro y la Exposición Canina estremece con sus ladridos continuados las frondas de nuestro viejo parque madrileño. Pero a propósito de canina mi querida Lili. Ahí va la gran noticia con que hubiera querido dar principio a esta carta: por fin he terminado con ese hombre. Y conste que lo de canina no va por él, a quien no guardo rencor alguno, sino porque la palabra, por afinidad, me ha recordado el pretexto que adopté para dar pasaporte al que por todos conceptos era digno de mi estimación. Verás... Fué el caso que, cuando recibí tu última carta, estuve a punto de seguir el consejo que me traía. Recapacité un poco, sin embargo. i ¿Y si después de comerse las nueces no se da por aludido? -me pregunté- A los hombres hay que atacarlos de frente y no con golosinas más o menos envenenadas. Y pensado y hecho. ¿Conoces a Pelanas, mi foxterrier de pelo duro? Pues a Pelanas sólo le he conocido yo dos grandes odios en los tres años que cuenta de vida: el primero, producto de cierta mujer que viene a dar cera a los pisos de casa, y sin saber por qué saca de tino a mi pobre perro; su segundo odio fué... Fulano Es natural. Los animales tienen su instinto correspondiente, y mi perro comprendió que aquel hombre venía a llevarse a su dueña. A su sola presencia, pues. Pelanas gruñía y enseñaba los dientes, que era lo peor. Para terminar, cada vez que mi novio estuvo a verme se encerraba el perro, y así teníamos la fiesta en paz. Pero el último día, cuando recibí a quien tú sabes con la mejor de mis sonrisas, lo hice también con mi perrito entre los brazos. Ver Pelanas al recién llegado y soltar un gruñido que se debió oir en Constantinopla fué todo uno. El otro sonrió por puro compromiso, pero no pudo por menos de decir: -Veo que tu perro sigue tan simpático como siempre. Fué una conversación divertidísima. Cada palabra del galán era recibida con un ladrido de aquella fierecilla que tenía entre mis brazos. A la postre, el pobre muchacho no pudo más y preguntó con cierto dejo humorístico: ¿No conoces el cuento del marido que la primera noche de casado tiró el perrito por la ventana? Me hice la inocente y contesté que no. Entonces él me relató la vulgar historieta con cierto regodeo espiritual. Al terminar me mostré indignada. y dije aue, si cualquier hombre me hiciese a mí una acción semejante, no volvería a verme en toda su vida. La atmósfera estaba cargada con la electricidad de una tormenta que no acababa de estallar en el aire, y estalló en mi novio. Me repuso mal, le contesté peor, y al poco salía de casa arrojado por mí... Desde el balcón, disimulada detrás del visillo, le vi salir del portal a grandes pasos. No volvió la cabeza. Yo le hice así con la mano, como el que dice adiós para siempre. ¡Ya estoy libre otra vez, Lili querida! Libre! Te abraza y besa Loló. Por la transcripciSn, J. SPOTTORNO Y TOPETE.

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