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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-04-1923 página 38
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BLANCO Y NEGRO MADRID 08-04-1923 página 38

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página38
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Sin descansar. Me gusta mucho el perro. Poco después estaba acostada en su camita, que- ¿Quieres que vayamos a la playa? Estabas tenía pabellón de muselina. mirándola, ¿es cierto? ¿IN O tienes miedo? -le preguntaba Magda al Las lágrimas que trataba de contener humede- darle un beso. cieron, por fin, los ojos de Rosita. -No. Martina no me velaba nunca, -Miraba a ver si venía el tío Gerardo. Pero- ¿Quién es Martina? no viene nadie. -La criada de tío Gerardo, y mi criada también. -Le habrán entretenido sus lecciones. ¿Aquella mujer vieja, arrugada y vestida de -Puede ser. Pero luego estará muy cansado. negro? ¿Acertará a venir? Ya es de noche casi. -Sí; tranquilízate. Puede que no venga a busEl rostro de la niña manifestó interés. carte hasta mañana porque le hayan entretenido- ¿La conoces? otros discípulos... ¡Vamos, que llaman para la- -Sí. Estuve en Royat el verano pasado. comida! Corre, a ver quién llega antes. Cogió la mano de Rosita para acariciarla y emMagda emprendió la carrera, pero la niña per- pezó a contar a la niña el incidente de su regreso manecía en su sitio, repitiendo entre sollozos: de Fontanas. Le hizo reír con su descripción del burro Lucas. Y al ver su mirada brillante y al ¡Mañana 1 ¡Mañana! La comida fué triste, a pesar de los esfuerzos oír sus frescas risas sintió en todo su ser inmende Gorvello y de Magda por distraer a ia niña, sa alegría. Su pena no era muy violenta, ya que que estuvo inmóvil, apenada, escuchando los más podía distraerse así. leves ruidos. Cuando acabaron de cenar, Magda Pero esta ilusión duró poco. se sentó al piano, creyendo que distraería a la- -Entonces conocerás al tío Gerardo, ya que pobre criatura con las canciones infantiles y la fué él quien te enseñó el camino. música alegre que tocaba. Rosita se acercó al mi- -Le conozco muy poco- -respondió secamente. rador en su deseo de divisar, a la luz de la luna- ¿Y le quieres? Di, ¿le quieres? que iluminaba la playa, la silueta del ser querido Esta vez ya no contestó Magda. Púsose en pie a quien esperaba impacientemente. y volvió a arreglar la camita. -Temo que enferme la niña- -dijo Gorvello- -Buenas noches, nena buenas noches- -muren voz baja- Lo mejor es llamar al señor Ge- muró besándola con mucho cariño- Si tienes rardo. miedo, llámame; estoy aquí al lado. El rostro de Magda expresó viva contrariedad. La niña no la llamó. Pero cuando una hora des -No le llames, papá; te lo ruego, ¿Cómo quie- pués entró Magda, y con muchas precauciones res que se acostumbre Rosita a estar con nos- levantó las cortinas de la camita, pudo ver que otros si viene ese hombre? Esta noche sufre la dormía, que acababa de dormirse, pero que aún pobrecilla una decepción, pero mañana o pasado agitaban su pecho los sollozos y aún tenía las mañana se le habrá pasado y empezará a tomar- mejillas humedecidas por las lágrimas... me cariño. Yo la quiero mucho y la mimo más- ¡Pobrecilla! -pensó- ¡Cuánto sufre Meque ese señor Gerardo. Además, nuestra casa no nos mal que ya han pasado las horas más penosas. puede ser comparada con la del marinero Benol o Pronto olvidará. con la casita aislada de Royat. Se equivocaba la hija de Gorvello. Rosita no- -Me sorprendes, hija. Tú, tan cariñosa, tan olvidó nada. Al otro día, a pesar de ios cuidados buena habituálmente, hablas del pobre muchacho y las caricias, a pesar de las distracciones y de Con irritación, con desprecio... las niñas de su edad que fueron a jugar con ella, estuvo callada, recogida en su preocupación, como Magda se puso colorada. -Pues ya ves. Le consideré poco menos que la planta silvestre que, trasplantada a un inverun héroe. Pero ya te lo dije. La desihisión fué nadero, se mustia falta del aire libre en que ere- tremenda. Su frialdad me exaspera, tanto más ció. Muy cariñosa, obedecía pasivamente a Magda, y se dejaba llevar con la misma inditerencia cuanto más veo que le quiere la niña. a la playa o al jardín, escuchaba cuentos, hojeaba- -Eso demuestra... -No demuestra nada. Los niños se encariñan los libros de estampas o cogía flores; pero no reaparecía en sus labios la sonrisa que le ins- i fácilmente. -Amén. Ojalá se encariñe así Rosita contigo. piró la descripción de Lucas, el borriquillo de i I Porque confieso que, aunque no soy muy sensible, Martina. la tristeza de su carita me preocupa. Sí es deliCuando se quedaba sola, escoltada por Black, I cada, si es impresionable, la pena puede influir que ya era su amigo, íbase a la terraza y pegaba I en su salud. el rostro a la verja de hierro que daba al camino de Biarritz. Allí permanecía mucho tiempo miran- i- ¿Siendo tan joven? -Si. Asi eras tú, por eso te hablo con cono- do, sin verlas, las cabalgatas que iban a perderse ¡cimiento de causa. Anda. Ya debías acostarla. en el bosque de pinos, los cochecillos ingleses ti- i rados por muías adornadas con madroños de co- Son cerca de las nueve. I Rosita se dejó llevar sin resistencia; dsl mismo lores y sonoros cascabeles. ¿Vendría por allí. Tal vez... Pero, transcu- modo dejó que le trenzaran el hermoso pelo ru bio para dormir, y luego, en la misma actitud en rrió el día y no vino. que se le figuró verle al ingeniero, de rodillas, con- -Rosita no es buena, y eso me disgusta- -le I las manos cruzadas y los ojos bajos, rezó al An- dijo Magda por la noche, al desnudarla- no g; l de la Guarda, que con sus alas extendidas le quiere comer ni jugar, y eso que aquí todos la I sonreía cariñosamente, Al terminar la oyó Magda queremos mucho. Si no te enmiendas enfermarás. repetir muchas veces: Tío Gerardo! ¡Tío GeLa niña le dirigió una mirada profunda, una i rardo I de aquellas miradas que habían asombrado a Mag- 1

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