BLANCO Y NEGRO MADRID 25-03-1923 página 50
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página50
- Fecha de publicación25/03/1923
- ID0005517196
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Pueden considerar esta casa como Desde entonces, y cada vez más. Rosita com- suya, y nos complacerá mucho servirles. partió los juegos de los chicos del pescador. Pro- i Luego se volvió hacia los niños. tegida la Cabeza con un sombrero grande de paja, ¡A Callar, criaturas! Dejad dormir a la niña. desnudos brazos y piernas, correteaba por el agua, Vais a disponer de un mes para contemplarla y abría grandes agujeros en la arena o cogía las I jugar con ella. florecillas silvestres que adornaban la orilla roco- Al despertarse al día siguiente vio Rosita con sa. Al principio, José, su predilecto y su proteo- i asombro que no estaba en la habitación ds Mar- tor, evitaba las carreras desenfrenadas y los gri- tina; por la ventana abierta entraba un tibio rayo tos estrepitosos: llevaba de la mano a Rosita de sol al mismo tiempo que un rugido semejante para correr por la playa o se la echaba a la espalda cuando las algas que dejaba la marea eran al del trueno. Se le oprimió el corazón, y con voz ahogada muy escurridizas, o las rocas por donde tenían que pasar muy puntiagudas para los delicados pies de por la angustia gritó; la niña. Mu pronto, ya vigorosa y atrevida, dejó- ¡Tío Gerardo! de asustarse de los juegos tumultuosos, y un día En seguida se presentó el ingeniero. -i Qué bien has dormido, Rosita! -le dijo, be- que José quiso ayudarla para atravesar un paso sando sus pálidas mejillas- ¿Estás contenta de difícil rehusó su auxilio. haber venido a Biarritz? -Ya estoy curada, José; si me viera Martina, -i Es esto Biarritz? ¡Qué feo! Además tengo no me conocería. El tío Gerardo va a escribir al miedo. Hay tormenta, ¿no? doctor Laurent que estoy poniéndome muy gorda. ¡Feo! i Tormenta! Aún no estás bien despier- Cuando está uno gordo, pesa mucho, y yo no ta; mira, hija, mira el mar, mira las olas, que quiero que te canses. hacen ese ruido que te asusta. En aquellos momentos, Gerardo, sin dejar la Rosita asomó la cabeza, y fijando la mirada en vigilancia de los juegos de los niños, escribía al el Océano, cruzó las manos, extasiada, y exclamó anciano ir. édico la carta siguiente: -i Qué bonito! Biarritz... -Anda, Jerónima va a vestirte, y luego te lle Mi querido amigo; Lie recibido la cariñosa varé yo a ver todo eso de cerca, mientras llega la carta en que quiere usted inspirarme esperanzas, hora del baño. como respuesta a la en que le describía mi des- -No podré andar tanto. aliento, escrita a poco de llegar a Biarritz. Sus- -No te apures. En cuanto te canses te tomaré predicciones de usted se cumplen ampliamente. en brazos. ¿Acaso no eres mi hija? i Cómo podré agradecérselo! listamos a la mitad- ¡Sí, sí! ¡Qué bueno eres ahora, tío Ge- de nuestra temporada y 3 a Rosita es otra. Ha dejado de ser la planta enfermiza cuya muerte parardo! Además jugarás con los hijo. s del pescador, recía inmediata, y se ha convertido en una niña que son seis. José, María, Juana. Lorenzo, An- fresca, alegre, que canta, corre y ríe como ¡os demás niños de su edad. tonio y Teresa. Les dejaré mis libros y mi muñeca, ¿eh? Dirá usted que gran parte de este resultado- ¡Claro que si! Y ellos, en cambio, te ense- se debe a mis cuidados y a mi cariño; pero, aun ñarán a buscar conchas, a hacer montañas de aceptándolo así, rae pregunto si hubiese logrado arena, a correr y a jugar. Es necesario que te el mismo éxito sin la ayuda de estos excelentes pongas muy buena y muy colorada, que se te médicos, rivales de usted, que se llaman el aire abra el apetito aquí, junto al mar. Ya está aquí del mar y el agua salada. Jerónima. Dale un beso, que ella te quiere Mi cariño dilata el corazón de mi hija adopmucho. tiva, pero el aire y los baños vigorizan su piel, El día transcurrió para Rosita como un sueño. dan fortaleza a sus piernas y la proporcionan un El movimiento del mar, las gaviotas, las rocas apetito extraordinario. Y a no se acurruca en negras que surgían del agua, las barcas cuyas mis brazos, como en los primeros días; en cuanto blancas velas hinchaba el viento eran otros tantos amanece se va con el rebaño de los Benol, y vuelatractivos para su espíritu despierto y curioso. ve a la hora de comer en un estado físico lamenLos hijos de Jerónima, con sus risas estrepitosas, table el cabello chorreando y mezclado con algas sus cánticos y su carácter revoltoso, la asustaban marinas; chichones, arañazos y cardenales por un poco. Cogida de la mano de Gerardo, no con- todas partes; los vestidos tan sucios y tan estrosintió en separarse de él para unirse al alegre peados como los de sus compañeros. Según parece, no se puede jugar a los náufragos sin zamgrupo, cuyo jefe era José, que le decía: bullirse en el agua. Y o no la riño nunca, y Jeró- -Yo te cuidaré. Rosita. -No. Gritáis demasiado... Me dais miedo... y nima tampoco, porque nos agrada ver a la querida niña cada vez más fuerte y mas alegre. además no puedo correr como vosotros. Permaneció sentada tranquilamente en la tempiada arena de la playa. Al día siguiente hizo lo (CONTINUARA EN EL NUMERO PRÓXIMO)