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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-02-1923 página 44
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BLANCO Y NEGRO MADRID 25-02-1923 página 44

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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dado los ramos de flores a las monturas, y miss Flora, jefe de la caravana, dio la señal do marchar. Magda preguntó: ¿Podemos volver por otro camino? -Sí- -contestó Ferrete- por el camino de la naontaña; es el más bonito, pero es mucho más largo que el otro. ¡Vamos a verlo! Cuando llegaron a la parte alta del pueblo, Ferrete extendió el brazo hacia un sendero pedregoso. -Ese es. Hay piedras, muchas piedras; pero va dando vueltas, y tiene unas vistas preciosas. -Vamos allá, señoritas- -exclamó Magda, a uien entusiasmaba lo imprevisto. Algunas muchachas protestaron: -Es ya muy tarde, el camino es malo y más largo. Vale más volver por la carretera, porque si no no llegaremos a la hora de comer. -Se tarda más do una hora yendo por ah: -dijo Ferrete. -Pues iremos al galope- -insistió Magda- Ya veis a Lucas cómo se impacienta... ¡Vamos! ¡En marcha! Lucas echó a andar a buen paso. -i Venid! ¡Venid! -gritatía Magda desde lejos- ¡Esto es magnífico! -iSi o, no; tardaríamos más de una hora y es demasiado. Ven con nosotras. Retrocedió el grupo y emprendió el camino por donde había ido, mirando con frecuencia a ver si aparecía Magda a la entrada del pueblo. -Ya debía estar aquí- -dijo Laura con inquietud- Temo que le haya ocurrido algo. Una inglesa movió la cabeza, sonriéndose: -No, no; ella marchar por el sendero. Yo la he visto allá arriba corriendo mucho. -Varaos a buscarla- -dijo Laura- No podemos dejarla sola. Y quiera Dios que la alcancemos. Temo que se extravíe. Venid conmigo. Se adelantó Ferrete, y dijo: -Voy a ir yo a buscarla. Ustedes pueden continuar hasta Royat. Y no tengan cuidado, porque Lucas conoce el camino muy bien, demasiado bien. Y sin añadir una palabra más echó a correr por un atajo. Cuando la llamaban sus compañeras, Magda quiso retroceder; pero Lucas, insensible a las excitaciones y hasta a los débiles castigos que las acompañaban, en vez de volver atrás, apresuró la marcha. Como era buena amazona y estaba perfectamente sentada, no se asustó Magda por aquel galope. Muchas veces en el inmenso bosque que separa a Boucau de Biarritz experimentó verdadera embriaguez al sentirse arrebatada así en el espacio. Fero en aquel camino desierto y desconocido se le oprimió el Corazón, sintió intensa angustia. ¿La llevaría Lucas a Royat? El trago que le había hecho beber Ferrete era la primera causa de aquella carrera. ¿Qué ocurriría si al cabo de algunos minutos se negaba el burro otra vez a caminar? A pesar de ostos temores, Lucas continuaba galopando, y Magda acabó por domi nar su inquietud. -A este paso no tardaré una hora en llegar- dijo casi en voz alta- Cuánto se va a reír papá 1 de mi aventura, i Que panorama má? hermoso! Se conoce que Liicas l. a elegido este camino para I que yo pueda admirarlo, i Gracias, burro! I Mientras acariciaba maquinalmente al animal j contempló aquellos lugares, asombrada ante las j bellezas de aquella naturaleza pintoresca y fértil. I A veces el estrecho sendero serpenteaba entre ¡inmensas llanuras esmaltadas de flores multicolo- i res; a veces bordeaba la montaña, sonrosada por la abundancia de brezos, cortada por arroyos de i lava o por trincheras de granito. Cuyas partícu- I las de mica brillaban a la luz del sol como miles ¡de diamantes; desaparecía luego bajo el castañal, ¡región de sombra y de misterio, para salir de él ¡a poco y ofrecer a la muchacha, en una de esas ¡sorpresas tan frecuentes en los países montano- i sos, un extenso panorama en que sus ojos distin- guían una línea de colinas y aldeas perdidas en la llanura o suspendidas en las faldas de los montes. En una de las muchas vueltas de aquel camino I divisó a Royat a su derecha; conoció la tapia cubierta de yedra y la torre almenada de la igle- i sia. Pero Magda se encontraba en lo alto sobre la montaña, y los rojos tejados y el campanario románico aparecían entre los árboles en la hon- donada del valle. Evidentemente Lucas había to- mado un camino arbitrario. ¿Cómo podría atravesar la enorme distancia descendiendo la escarpada pendiente cubierta de viñas y de amarillentos campos de trigo? Intranquila, trataba de descubrir algún sendero cuando recibió un golpe en la cabeza que la hizo proferir un grito de dolor. Desvanecida durante algunos segundos, cuando abrió los ojos se avergonzó al encontrarse montada aún en el lomo de Lucas y dentro de una habitación cuyo rústico mobiliario indicaba que era una vivienda de aldeanos. Junto a la ventana abierta, una mujer anciana acababa de levantarse precipitadamente al ver a Lucas, y le prodigaba caricias y frases afectuosas. -Dispense usted, señorita- -dijo por último- Le quiero como si fuese una persona. Obligada por mi pobreza tuve que venderle, pero siempre que puede viene a visitarme. De esta manera supo Magda el secreto de la predilección de Lucas por el camino de la montaña. Pero en aquel instante no pensaba en nada, aturdida por el golpe que habia recibido al atravesar el umbral de la vivienda. ¿Me puede usted dar un poco de agua? -preguntó a la aldeana, que sin preocuparse de ella seguía acariciando al burro. Bebió un traguíto, se puso una Compresa en la dolorida frente, y de pronto vio que la puerta se abría. Apareció en ella un hombro que se quedó sorprendido ante el extraño cuadro que se ofrecía a sus miradas. Era alto, robusto; podía tener de veintiocho a treinta años. Moreno, de facciones regulares. La tez tostada por el aire de la montaña. El conjunto de su persona hubiera sido simpático a no ser por un rictus de su boca y una expresión do su mirada que le daban el aspecto de hombre frío. Llevaba un traje de color gris obscuro, usado, de tela ordinaria. Su Calzado revelaba largos servicios, y el sombrero de fieltro que tenía en la mano parecia haber recibido también los ardientes rayos del verano aguantado las rudas borras-

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