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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-01-1923 página 57
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BLANCO Y NEGRO MADRID 28-01-1923 página 57

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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pupilas de mis lectoras, que, como aquéllas, tienen la luz dormida a la sombra de sus curvas pes tañas... Las piedras preciosas han representado siempre la suprema riqueza, siendo pulseras, collares, coronas y cetros sustentáculos de aquéllas, como pregonando con sus irisados destellos y fúlgido chispear la elevada jerarquía de quienes las ostentaban. Las dinastías asiáticas y europeas cuentan entre sus tesoros piedras de fabuloso valor. Legendarias son las joyas que se suponen vinculadas en los Radjahes indios, las que se atribuyeron y atribuyen a los egipcios, griegos y romanos de la antigüedad... A través de una enorme esmeralda, tallada en facetas planas, gustaba de contemplar los horrores del Circo aquel emperador que incendió a Roma, Enobarbo, barbas de cobre; Nerón. Y al lado de esta joya de carácter trágico surgen las joyas del amor. Cleopatra disolviendo sus perlas de más rico oriente para ofrendarlas al caudillo romano Marco Antonio; siglos más tarde, Buckingham, representando a Liglaterra, desgrana las riquísimas de su collar, en pleno estrado real, solamente por halagar la vanidad de Ana de Austria... Riqueza, Amor, Religión... He aquí tres aspectos casi generales de las más ricas joyas. La Riqueza buscó las piedras preciosas, las engarzó en obras de maravillosa orfebrería, las acaparó, las monopolizó... El Amor supo dispersarlas luego. Se ofrendaron a la doncella púdica que pasaba a gentil esposa; se cubrió con ellas el cuerpo deliciosamente voluptuoso de la hetaira célebre. La Religión supo perdonarlas y purificarlas más tarde colocándolas cabe los dioses de sus templos. Así en todos los países. Así los ídolos aztecas en Méjico, Siva y Vishnú en Indostán, y así nuestras queridas y adoradas imágenes cristianas. Piedras preciosas ostentan representativas cada una de ellas de un poema doloroso, cuando no trágico, siendo símbolos casi siempre de fervor que engendró el arrepentimiento. Hablamos de piedras preciosas con extraordinaria frecuencia, y casi no las conocemos. Sabemos que la amatista- -violeta petrificada- -es piedra obligada en los anillos episcopales, e ignoramos que en la antigüedad era usada como eficaz remedio contra la embriaguez. Hablamos del rubí y del granate como cosas idénticas, y siempre con la idea de una piedra de color rojo fulgurante, siendo así que el granate oriental- -el más rico- -tiene color de naranja, y el rubí balaje- -el más apreciado- -tiene color vinoso. Desconocemos las variedades de casi todas las piedras preciosas, y hasta los mismos traficantes en ellas no clasifican debidamente los zafiros, existiendo, como existen, además de los típicos azules, los blancos, orientales, rojos, verdes, violados, etc. Y tenemos los jacintos- -piedra que también fué considerada como medicinal- subdividiéndose en los llamados de Ceilán, de Compostela, el oriental, el pardo de luz y el occidental, caracterizado por su color rojo azafranado. Y tenemos los ónices grises, rosados, verdes, azules, con los que se fabricaron siempre los más bellos camafeos. Y los ópalos variadísimos: el noble, de fuego, girasol, arlequín, ojo del mundo... Saben todos que las perlas más ricas proceden de Ceilán, y que hoy día hay criaderos de perlas, obligando a la ostra madreperla a depositar sus preciosas secreciones en un punto determinado de la concha; pero ¿saben todos también que en Europa, en el lago Tay, de Escocia, se crian perlas magníficas? Es vulgar la leyenda de que las perlas enferman y mueren, pero ¿conocen todos la otra leyenda que atribuye a los berilos la propiedad de conservar el amor entre el hombre y la mujer? Si queréis completar este párrafo de erudición barata buscad una enciclopedia cualquiera, abridla por la palabra diamante y podéis deleitaros leyendo el historial de esos famosos brillantes, valorados en varios millones de pesetas cada uno; de los que son gala de patrimonios reales, de los que llevan nombres tan sugestivos algunos como Estrella del Sur Montaña- de luz y otros análogos. Vengamos a nuestros días y a nuestra Patria. La aristocracia española posee joyas riquísimas; son proverbiales los brillantes de los duques de A... las perlas de la marquesa de B... el collar de C... la diadema de D... et sic de cceteris; pero sólo las luce ya en contados casos. Saraos palatinos, veladas del Real, festival notable... Hace bien, y da con ello prueba de exquisito gusto. Desde que los monstruosos brillantes se han ido a las pecheras de toreriles camisas, a pendentifs de estrellas de varietés y a sortijones de nuevos ricos es justo que los solariegos los de rancia estirpe, se exhiban en las lujosas vitrinas. Desde que las ostentosas orlas para rosadas orejas y deslumbradoras lanzaderas para femeniles dedos han invadido el campo de la tonadilla y de la cqcotería, es justo que la soberana perla dibuje su iris de luz no más que en señalada y señoril fiesta... Las mejores joyas que una mujer puede lucir son sus ojos y su risa. Luz y música. Y si esto no basta, preguntad cuál es mejor adorno a esas viejecitas sevillanas y granadinas que colocan entre sus cabellos blancos un rojo clavel. ¿Qué joya mejor... J. SORIANO. DIBUJO DE LOZANO SIDRO

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