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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-01-1923 página 59
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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-01-1923 página 59

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Página59
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con G a b r i e l me a r r a n c a r o n toda esperanza. Perdí la tranquilidad, y el sueño no acertaba a cerrar mis párpados. Yo seg- uía tus pasos, yo rondaba tu casa como un loco... Fué una noche... Cómo no ha surgido esta sospecha en tu corazón? Yo acechaba tu reja iluminada, donde se recortaba ia silueta de tu figur, a... Lleg- ó un hombre... Creyendo que era tu novio, dssde el vallado en que yo me escondía apunté fríamente, seréis a m e n t é con mi Iilstola... Cuando le tuve bien encañonado, disparé... Y penas aquel mozo En la cárcel misma donde Soled le sustentaba... c i y ó desplomado, r. iia mano me asió del hombro. Quedé aterrado... Volví el rostro y reconocí a mi aprehensor... F. ra Gabriel, tu no -io... C a l l a r é- -me di i o- pero CL ando le p i d a a l g o u s t e d m e lo dará. Creí que quería vender su silencio por unas monedas, y accedí... Cuando se vio libre vino a verme, y me dijo: -Quiero tu hija. -Mi hija te ahor r e ce- -le contesté- Ama a Jesús. -Tu hija y tu fortuna q u i e r o- -repuso- Si no me las das, te denunciaré... Y accedí, no sólo por cobardía, sino Su corasión se desgarraba aceptando aquel marido que la violencia porque ir a presi- de su padre le imi onia... í dio era perder, para s i e m p r e la esperanza de verte. Y como Soleá le rechazara, llena de espanto y dolor, el s e ñ o r M a t í a s se abalanzó sobre ella enloquecido. ¡A m a s a ese miserable, q u e t e abandona por dinero, por heredar mis bienes, y a mi, que llegué por ti a la l o c u r a q u e asesiné por ti, me desprecias... Salvó a Soleá la p r e s e n c i a del tío Chupitos y la amenaza de su escopeta, y el señor Matías huyó. Apenas repuesta la p o b r e m u c h a c h a surgió ante ella la visión del miserable encubridor del asesinato del miserable Gabriel, quien le juraba, en la presencia del Cristo de Córdoba, regresar. Recordó las escenas de la cárcel, donde Soleá le sustentaba con el esfuerzo de su trabajo, y donde él ya m e d i t a b a su plan de c o d i c i a Se acercaba la hora de la boda; en las calles del pueblo se e s c u c h a b a el son alegre precursor de la fiesta; en la espadaña de la iglesia v o l t e a b a n las campanas... Soleá sintióse pose í d a de una extraña f u e r z a La noción de que aquel instante era definitivo en su vida se apoderó de ella, y la i n f u n d i ó una

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