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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-01-1912 página 13
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BLANCO Y NEGRO MADRID 14-01-1912 página 13

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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mí mismo por habef cofísenfído la posibilidad Je que aquella criatura angelical pudiera ser la inconsciente delatora de su propio padre. ¡Nunca! Por encima de mi triste deber, alzóse airada mi Después de varios días de marchas y contranoble conciencia de hombre de honor. No quise marchas, largas y penosas, llegué con mi compa- dejarla decir más, y cuando devolví á la niña sus ñía al pueblo de Z... donde, según órdenes reci- inocentes caricias, mi alma se serenó. Lídas debía dar descanso á mi fatigada tropa, que- -Mira, Blanquita; llévame adonde está tu tanto lo necesitaba. mamá; tengo que hablarla. Me alojaron en el piso primero de una casa Por toda contestación, me cogió de la mano, suque lindaba por sus espaldas con el arrabal. Esbimos las escaleras y entramos en la casa. Una tablecidos los servicios de seguridad y vigilancia, señora joven y hermosa salió á recibirme; la niña di á mi asendereado cuerpo el alimento, la limpiese alejó corriendo. za y el sueño necesarios para reponer debidamen- ¿Qué se le ofrece á usted, señor oficial? -dijo te mis fuerzas un tanto quebrantadas. A la maextrañada de mi presencia. ñana siguiente vinieron los oficiales á saludarme- -Perdóneme usted, señora. Su hija de usted y á recibir órdenes, y después de recomendarles ha estado en mi cuarto, y con su charla encantala más estrecha vigilancia, les dije: Ración extrance de saber quién traordinaria para esos bravos y vino en abundan- dora me ha puesto en elydurosu pronta llegada. No es su marido de usted de cia esta tarde visitaré á los heridos; que nada les quisiera sorprenderle y tenerlo que fusilar, según falte y estreché sus manos cariñosamente. ¡Eran órdenes recibidas al efecto. cuatro leones! -i Dios mío! Somos perdidos- -exclamó toda Al poco rato de quedarme solo, sentado en un convulsa. ampHo y cómodo sillón de vaqueta, sin saber de- (i Era cierto! Tranquilícese usted, señora; dónde venía, entró en mi habitación una niña de avísele que no venga. cuatro á cinco años, vestidita de blanco, con una- -Ya no da tiempo, señor. ¡Además, hace ya un carita preciosa, á la que servían de marco sus abundantes cabellos, rubios y rizosos, sujetos gra- mes que no le veo! -dijo con triste acento. -Séame usted franca y no tema. ¿Cuándo lleciosamente por una cinta azul. gará? ¿Por dónde? Empezó á mirarlo todo y á tocai lo, como si es- -Viene mañana á la noche; toma por una sentuviera en país conquistado; hablando sola, con da del Arrabal, que conduce á la puerta trasera su lengüecilla estropajosa y gracia sin igual, hade esta casa y entra por ella. ciendo caso omiso de mi presencia. ¡Por fin se sale usted con la suya! -la dije- -Pero, vamos á ver, hija mía- -la dije yo- con fina sonrisa- hable ¿quién eres tú? ¿de dónde vienes? ¿qué quieres? con nadie, y pasado Evite usted que la niñavolado mañana, cuando haya Quedóseme mirando fijamente, con sus ojazos el pájaro, mándemela usted para saberlo. azules muy abiertos, como extrañada de mi pre- -Muchas gracias, señor oficial. ¡Es usted un gunta. hombre de buen corazón! -Vengo escapada de arriba, donde estoy con Al día siguiente llamé la atención de mis oficiami mamá; me gustan mucho los militares; tú eres les hacia otros puntos, y yo mismo vigilé los puesmuy guapo y tienes un sable como el de mi papá. tos toda la noche. Yo no volvía de mi asombro, y bajo el dominio Al amanecer volví á mi alojamiento, rendido de una extraña curiosidad y del encanto que me por el sueño, que descabecé en un sillón. Serían producía tan linda criatura, la pregunté: las ocho de la mañana cuando me despertó Blan- ¿Cómo te llamas tú, hija mía? quita, que había entrado en mi cuarto; me entregó- -Blanquita Izaguirre, para servir á Dios y á un papel doblado, me dio un beso y se marchó corriendo. ¡Cielo santo! -pensé- ¿Será hija del cabeDesdoblé el papel y encontré dentro un pensacilla? ¿Es militar tu papá? ¿Vive aquí contigo r miento, fresco todavía, y unos rengloncitos de- -Mi papá es militar como tú y me quiere muletra muy menuda que decían: Voló el pájaro, cho. No está aquí. que le agradece con el alma su noble acción ¿Y no vendrá para darte muchos besos? -Rompí el escrito, guardé el pensamiento denpregunté con intención. tro de un libro, di un fuerte suspiro, mezcla de- -No sé nada- -dijo con malicia, poniéndose un envidia y satisfacción, y me quedé dormido trandedo en los labios- pero yo tengo muchas gaquilamente... nas de verle. ¡Jamás pudo mi columna tropezar con la par- -Vendrá, seguramente- -pensé con alegría- tida de Izaguirre, á pesar de todos mis esfuerzos le daré caza y lo fusilaré sin compasión. ¡Bastan- para lograrlo! te nos ha dado que hacer! Mi cara debió expresar en aquellos momentos Y aquí termina el relato. Después de leído, conmás fiereza que alegría, porque la pobre criatura se acercó á mí, toda temblando, se encaramó so- templé el retrato, que tenía ai dorso la siguiente dedicatoria: Al salvador de mi padre, su hija, bre mis rodillas y, cogiéndome la cara entre sus agradecida dos manecitas, que parecían dos capullos de rosa, Es de suponer que el matrimonio Izaguirre no me dijo con mucho mimo: sea ya de este mundo; pero, ¿y Blanca, vivirá- ¿Te has enfadado conmigo? Yo seré buena; te lo diré todo; te quiero mucho- -y me besó cari- todavía? ¿Que Vargas lo averigüe? ¡Vargas es ya diñosamente. funto y nada puede hacer! De modo que averiUna emoción intensa conmovió todo mi ser en aquel precioso instante. Sentí como vergüenza de güelo el lector que tuviera en ello empeño. FELIPE M A T H E -12345678- heridos, sm que, por fortuna, lo estuviera ninguno de gravedad.

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