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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-09-1911 página 35
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BLANCO Y NEGRO MADRID 17-09-1911 página 35

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LA LÓGICA INFANTIL L E C C I Ó N PARA LAS I ¿Qué es el Sol? á su madre preguntóle una niña tan pura como hermosa, pero hembra al fin, y como tal, curiosa; y aquélla, sonriendo, respondióle por evitar su charla inoportuna: ¡El Sol es... el marido de la Luna! Pero, en vez de evitarla, con su respuesta prolongó la charla; pues la niña inocente, ¿De veras? dijo, candorosamente; ¿conque también allá en el firmamento se usa, como en la tierra, el casamiento... Y agregó, con los ojos asombrados en el semblante de su madre fijos: ¿Y llevan mucho tiempo. de casados? ¿Se quieren mucho? ¿Tienen muchos hijos? La madre, pesarosa del giro que la niña en su inocencia daba á la conferencia, se decidió á inventar alguna cosa para salir del paso con prudencia; y así, á la Eva ignorante todavía, habló la Eva que todo lo sabía: Segiin las más antiguas tradiciones, el Sol (que siempre ha sido un vagabundo) en una de sus largas excursiones alrededor del mundo, vio á la Luna tras unos nubarrones; y la amó con afecto tan profundo que, al año ó poco más de relaciones, los dos novios casarse decidieron, á Dios se lo contaron, permiso le pidieron. Dios se lo dio, y al punto se casaron. ¡El mismo San Antonio (que, desde entonces, en el mundo entero tiene fama de buen casamentero) dicen que celebró su matrimonio, en presencia de todos los querubes y los astros parientes y vecinos, MADRES sobre un altar de, luminosas nubes... y con Dios y la Virgen por padrinos Así, la Eva que todo lo sabía, despistar procuraba á la otra Eva, que todo lo ignoraba, pero todo también lo presentía, pues... ¡Eva, al fin... en su razón confusa llevaba el germen de la ciencia infusa. Y á la vez que la madre, placentera, pensaba: ¡Qué inocente, qué inocente! la niña, interiormente, decía: ¡Qué embustera, qué embustera II Quedó la niña pensativa un rato. ¿Qué pensaba... ¡Quién sabe! ¡Tal vez algo muy grave, sí, muy grave; pues, á pesar de todo su recato, la lógica, una lógica terrible, con su candor luchaba, y, absorta, meditaba, meditaba... queriendo comprender lo incomprensible! La lógica triunfó, pues, atrevida como nunca lo fuera, dejó á la pobre madre sorprendida, volviendo á la cuestión de esta manera: i Pues señor, no lo entiendo, no lo entiendo... Todos los matrimonios que estoy viendo, como tú con papá, viven unidos... y las mujeres van con sus maridos; pero el Sol y la Luna, madre mía, siempre se ven por diferentes lados, ella sale de noche y él de día... ¿Es que están regañados... ¿Por qué no salen nunca los dos juntos... ¡Pero, hija, yo qué sé de esos asuntos! gritó la madre, ya desesperada, i Te he dicho lo que sé I i No sé más nada! ¡Puesto que convencerte no consigo, no me hagas más preguntas, hija mía. porque hace falta, para hablar contigo, mucha paciencia... y mucha astronomía! JUAN SABINO BARROSO. De nuestro Concurso de poesías. I, ema: El candor es más inerte aue la ciencia

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