BLANCO Y NEGRO MADRID 02-04-1910 página 22
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página22
- Fecha de publicación02/04/1910
- ID0005117989
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t a r los cuartos de las tiples, y al propio tiempo iiisi) irar confianza á las m a d r e s y tías de las actrices. i p r o v e c h a n d o cualcpiier descuido, y aijrovecha. ndo el momento en que la rica diva cituviesc en escena. Morros de uva e n t r a r í a en el carncriiio y se anoderaría de las a l h a j a s L a cosa era clara y evidente. L n anónimo confirir. ó ias sospechas de X i c a n o r Pérez ardía de júbilo. Con calma yantiui r e p a r ó su pbíu de ata ue. N a d a de detener al liandido con la l íireja de O r d e n úblico. X a d a de esperarle á la ent r a d a ó á la salida del teatro, i labia (pie d a r el í, oli) e ú la amcricaria. Como él o hal) ía kíd en bis novelas, o. tralnientc. Nicanor encendió otra colilla y dio los últimos to ues á su trabajo. i a. idea era sublime. P. írcz t o m a r í a un p a l c o presenciaría de ¡iicógnilo el estreno anunciado y el debut del Morritos. Cuando á él le pareciese el más oportuno instante, sacaría el r ólvcr, y desde su misma localidad dis araría sobre el moderno Rafides. ¡Q u é efecta. zo en el púbdic; Oiié é x i t o O u é tío más c rand. e... 1 L a renrescníacicn del estreno tocaba á su fin. Ll público había reído v anlaudido mucao. Aic- Per -Gut desde su i) alco r, o (initaba ojo a. l actor i; e le- E l a u t o r ¡E l autor! -j- ritaban ios morenos V a gún (luc otro rubio. ic estal) a nervioso y a v e r g o n z a d o de sí inisiro. 1 caer su aureola de delcclizc. altábale valor ¡jara hacer una QUC sonase. T o d a s ais fantasías caían con estrépito. ¿ri a él á cimsenrlr tamr iña c bardia... ¡Xo, v mil duinientas veces no... L, 1 telón levantábase en a uellos momentos a. ra í ue actores y a u t o r e s recibieran las palmas, X icanor sintió que adgo g r a n d e le inpjulsab. a. y sacanc lo su revólver, oniéndose en pie, y ai) unt; indo ha a el Morros, disparó ve; oz, diciendo m! itr; s disp a r a b a Muere, m i s e r a b l e i A escena laé horrible. U n o de los atitorcs de la obra a c a b a d a de e s t r e n a r cayó al suelo a t r a v e s a d o de un balazo. Morriios, ileso, echó á c o r r e r y aún del) e csta. r corriendo. J ll ulso nervioso de Xicanun- bal) ía desaviado A arma, y la bala destinada al príncipe de los ladrones, h; d) íase alojado en el cuerjjü de un pobre autor dr; imáiico. L a plane sa de X ic ¡lareeí; cu los rnneros m o m e n tos terrible, jsl rídictüo amemizaba a, cabar con su c: i. rr ra... V. sin e m b a r g o no era a. sí. Xicanor h; j) ía r c a b z a- rí 4? i i It I butaba. E n dos ó tres Dai: ajcs ctilminautes de la obra estuvo por sacar c de rcí: lanienio y hacer la b a r b a r i d a d P e r o u n miedo terrible helaba la s a n g r e de sus venas. Con estas indecisiones el t i e n q pasaba y cl telón cayó por últiiuo e n t r e los ívplausos de los coiicurrentes. DISU OS DE? A Cr. A do, si no el servicio que se proponía, otro análogo. Idabía ido al teatro á m a t a r á un ladrón y lo había conseguido, El a r g u m e n t o de la obra recién e s t r e n a d a estaba robado del francés. E l a u t o r r o d a b a ñor el suelo, i Gloria al pcr. úiti- sio de los detectives! Por JKic- Vcry- Giit, Luis DE T A P I A