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BLANCO Y NEGRO MADRID 05-03-1910 página 7
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BLANCO Y NEGRO MADRID 05-03-1910 página 7

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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¡ifp unos hombres se ocupaban del salsamento de las mercaderías que el buque transportaba. Hasta muy cerca del mástil llegó perpendicularmente la Mariposa soltando cuerda; oblicuó entonces y, colocándose paralelamente á la orilla, bogó con lentitud, mientras Chanito, ceremoniosamente, echaba al mar la tupida red Regresó la barca á la orilla conduciendo el otro extremo de la cuerda, y los viejos y Chanito, distribuidos convenientemente, comenzaron á tirar de las gruesas maromas del boliche. ¿Sabes tú que pesa, niño? -dijo Garabato mientras secaba el copioso sudor que bañaba su rugosa frente. ¿Me lo va usté á desí á mí, que estoy doblao de jala? Pesa la re como si viniera carga de malas consensías. -Escucha: ¿qué le pasa á los tíos aquellos de la barcaza? Parece que nos están jaciendo señas. Habrán visto que viene er copo cuajaíto de corvinas- -contestó el de los Rizos. -Dios te oiga, Chanito. -Jale usté, señó Garabato, que hablando no se jase na, y aquella banda nos está tomando la delantera. Y con más ahinco y animándose mutuamente con gritos y con frases grotescas, los de uno y otro lado tiraban de las húmedas cuerdas con ardor entusiasta. La red se acercaba muy pausadamente á la orilla; su hilera de pequeñas boyas se distinguía ya con perfecta claridad, y Garabato, radiante de júbilo, vio cómo á su paso burbujeaban las aguas. ¡Josú! -exclamó Chanito. ¿Ha diquelao usté? ¿Qué es eso, Chanito? -Pues eso es que tiene má: de cuarenta kilos la corvina que hemos atrapao. ¡Vaya un coletazo! -i Duro, muchachos, que ya está ahí! -gritó Garabato recordando sus buenos tiempos. ¡Duro! -repitieron todos jaleándose. Y unos segundos despucS; las primeras mallas del boliche llegaban á la orilla. ¡A tierra el copo! -dijo triunfalmente Garabato. -D ¿prisa, que viene rompió y pue escaparse lo que irae- -añadió Polonio. Y tras inauditos esfuerzos, llegó el copo á tierra, y Garabato, con ojos de estupefacción, vio que en el fondo del mismo habia algo informe que se agitaba furiosamente revolviéndose entre las algas; pero no era la apetecida corvina de escamas de plata, no; era un buzo. Tan cerca del barco perdido había echado la red Chanito el de los Rizos, que el pobre hombre que buceaba tranquilamente había sido envuelto por el copo y arrastrado quieras que no á la orilla. i Así gritaban los de la barcaza! ¿Es ésta tu pesca milagrosa, mardesío? ¿Esta es la corvina de cuarenta kilos que venía en er copo, sinvcrgonsón? -exclamó Garabato. -Es que yo... -Tú lo que eres es un infundioso mu grande, y esa toría de la pcntccosté ó como se Heme, es otro infundio, ¿te enteras? ¡Cómo! ¿Pero ese patoso ha tenido la culpa de esta esaborición? -inquirió el buzo, libre ya de amarrijos. -Pues, toma... Y levantando su enorme manopla, dio á Chanito el de los Risos la bofetada más grande que vieron los nacidos. Rodó por la arena el pobre mozo, pero incorporándose ligero, huyó playa abajo, sujetándose la mejilla dolorida. Y entre tanto que el belicoso buzo continuaba sus protestas y los de la barcaza, ys. en tierra, armaban la primer bronca al desventurado Garabato, Chanito, siempre corriendo, decía para su capote: ¡Chavó y qué guanta m ha dao! Ahora sí que creo yo en firme en la mentensicosi, porque el hombre que es capá de da una gofetá de este calibre, debe de tené dentro e su cuerpo el alma de un mulo. í PEBSO MUÑOZ SECA. S) I i l J S S! YEnSUGO i. fMO

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