BLANCO Y NEGRO MADRID 08-05-1909 página 8
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página8
- Fecha de publicación08/05/1909
- ID0005442343
Ver también:
peran su regreso. Hasta que Blas abre la puerta, y con toda la prosopopeya de un maestro de ceremonias, pronuncia las palabras sacramentales. -La señora está servida. Pasan al comedor; alegremente cenauj evocando aquellos íntimos ágapes cker Maxim, dotíde más de una vez saciaron, al par que su apetito, su curiosidad por conocer la sugestiva vida bulevardera en uno de sus antros más encantadores. Y es después del café, mientras las azuladas nubéculas del habano se esfuman entre los panneaux del techo, cuando Ricardo, inconscio, dirige una mirada furtiva al reloj, cuya esfera ancha, plácida, semeja la cara bonachona de un burgués satisfecho. SOFÍA. (Advirtiendo el movimiento de Ricardo. ¿Mirabas la hora? RICARDO. -Sí... Es decir... No... La verdad es que no me he dado cuenta. Tal vez la costumbre. Como iba á tu casa después de cenar, no bien servían los postres mis miradas encaminábanse hacia el reloj, píird ver los instantes que me faltaban para verte. ¡Po- SoFiA. (Con viveza. Y si no fuese la primera noche; ¿pensarías en salir? RICARDO. (Vacilante. No te entiendo... SOFÍA. -Más claro; cuando hayan pasado las dulzuras de la luna de miel y ya no temas profanar nuestro nido con tu ausencia, ¿mirarás al reloj impaciente pensando echarte á la calle no bien termines de cenar? RICARDO. ¡Mujer, qué cosas... ¿Quieres que haga una promesa terminante de no descoserme de tus faldas? SOFÍA. -No, no es eso; no me hagas tan ridicula. Contéstame. RICARDO. ¡Pero, hijita, es natural que saldré de noche! ¿Piensas que voy á abandonar mis amistades del Casino, mis relaciones profesionales, sólo por haberme casado? Yo no te digo que lo haga desde hoy... ni desde mañana... Pero de aquí á un par de meses reanudaré mis costumbres de toda la vida, y no por eso cumpliré peor mis deberes de marido, ni tú, con t u buen criterio, tendrás que reprocüarme nada... bre madre mía: Más de una vez he sorprendido sus ojos arrasados en lágrimas al observar ese mismo movimiento que acabas de advertir en mí: comprendía la pobre que los minutos que á ti me acercaban, me separaban de ella... SoFÍ. i. -Pero antes de nuestras relaciones también saldrías de noche. Porque no me hago la ilusión de haberme casado con un dechado de buenas costumbres. RICARDO. -Claro que salía. Y probablemente miraría también el. reloj, temiendo que pasase la hora del teatro ó de la entrevista con el amigo que me hubiera citado por la tarde. Pero eso no importaba á mi madre: sabía que mientras permaneciese soltero, fera suyo. De aquí que no se fijara en mi impaciencia hasta que tocaron á boda. SOFÍA. (Pensativa. Lo extraño es que la manifestación de esa impaciencia persista en ti después de casado. RICARDO. ¡Pero nena! ¿Cómo supones... ¿Impaciencia á tu lado? ¿Al mes y medio de matrimonio? ¿Crees que había de pensar en salir á la calle hoy, la primera noche que pasamos en nuestro nido? Seria una profanación... SOFÍA. -Yo, con mi buen criterio, voy á hacerte una súplica. RICARDO. (Zumbón. ¿Que no vuelva á salir de noche? Soi ÍK. (Enérgica. Todo lo contrario. Que empieces á hacer esa tu vida habitual desde hoy mismo. Encuentras muy natural eso que dices, y á mí me dan temblores de pensarlo. Durante cierto tiempo- -dos meses has dicho- -te bastará mi cariño para ser feliz, mi compañía para no echar de menos la de otras personas. Y de repente llegará un día en que con tu ausencia parecerás decirme: Ya no eres bastante para mí; ya necesito algo que no seas tú para que mi vida marche normalmente. ¿No comprendes que yo lloraré sin consuelo al advertir esa línea divisoria entre el amor y el principio de tu indiferencia? Por eso prefiero que desde hoy comiences á ser como serás luego. ¿Qué más da hacerlo ahora ó dentro de unos días? Así no me parecerá doloroso, pues no advertiré cambio alguno en tu conducta. Y, penetrando rápida en el gabinete, Sofía trae el sombrero y el bastón á Ricardo, que no sabe cómo contestar á la argumentación e su consorte, llena de lógica y delicadeza. AUGUSTO MARTÍNEZ OLMEDILLA. DIBUJOS DE MÉNDEZ Bf J. GA