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BLANCO Y NEGRO MADRID 18-03-1905 página 15
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BLANCO Y NEGRO MADRID 18-03-1905 página 15

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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cc Ef mY yif TJim POR QUÉ EL DIABLO ES ZURDO juE el diablo es zurdo, es cosa averiguada. Su mano ó su zarpa derecha es mucho más torpe para el mal que su mano ó su zarpa izquierda. Por cada maldad que realiza con la derecha, realiza diez con la izquierda; que en esto consiste el ser zurdo el dueño y señor de las tinieblas. Pero la razón del hecho, pocos sabios la conocen. Y la explicación es la siguiente, y es toda una historia ó, si se quiere, todo un cuento. ¡Que cuentos é historias, allá se van! Hubo un invierno muy frío, qu- e hasta en el antro de las penas eternas se hizo sentir. Así es que el invierno, que en las entrañas del diablo mora eternamente, se recrudeció. Y llenósele el corazón de carámbanos, los pulmones de escarcha, y por dentro del cráneo llevaba toda una nevera. Por las salas infernales se paseaba apresuradamente, acercándose á todos los focos inflamados, zambulléndose en todas las calderas de aceite hirviendo, acurrucándose en todos los hornos, arropándose con las llamas de todos los condenados. Y todo inútil; no entraba en calor. Y es que los fuegos del infierno abrasan, queman, tuestan, torturan, pero no calientan. Ai fin y al cabo, aburrióse el diablo del sistema de calefacción infernal, y salióse por los mundos en busca de calor. ¡Empeño inútil! Cada vez se le helaban más las entrañas. Se bañó en los volcanes, y salió chamuscado, pero yerto. Se echó boca abajo á las doce del día en las arenas del desierto, y sudó pez y alquitrán, pero las neveras interiores de su ser no recibieron ni un vaho de calor. Se metió entre los humanos y refregó su cuerpo velloso contra todas las pasiones, y tampoco c o n s i g u i ó nada; escozores dolorosos en el epidermis, pero en las entrañas frío. Bajó á un abismo, y contra los picachos inmensos de las montañas, que le servían á modo de frontones, estuvo jugando á la pelota con los siete pecados capitales. Y se agitó, se f a t i g ó mucho pero no entró en caloi tampoco. Con lo cual, el eterno vencido se dio por vencido otra v e z más, y empezó á dar vueltas por todas partes: por sierras y por valles, por ciudades y por aldeas. Por una llanura helada iba, á punto de anochecer, soplándose los B, (r. f, dedos y azotándose el í espinazo con la cola, cuando vio, medio enterrada en la. nieve, á una mujer con un niño contra su pecho. I, a mujer agonizaba de frío, y el diablo, por hacer algo y por ver si podía llevarse una alma más á

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