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BLANCO Y NEGRO MADRID 05-04-1902 página 23
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BLANCO Y NEGRO MADRID 05-04-1902 página 23

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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CHIKJLRRO NOVELA, DB DON JACINTO SORIANO ESTEVE. ILUSIRACIONES DE MÉNDEZ BRINGA D 3 L. C E R T A M E N I t T H l l A i l I O DE BLANCO Y N E G R O (Conclustón. El muchachuelo, sofocando la emoción que le ahogaba, disimulándola con su charla viva é incüliercnte, contólea el caso. Estaba u n día con otros tales á la puerta del cuartel viendo la instrucción de quintos. De pronto un cabo le llamó y le dijo; -Oye, tú, granuja; ya que tanto té gusta el uniforme, ¿por qué no haces una cosa? -iCuálaf- Sienta plaza! El chico se echó á reir. ¡Sentar plaza un muñeco como él, más bajo que el fusil! ¿De qué te ríes? -le interrogó el cabo. -De eso; de q u e siente plaza un pequeño como yo. ¿Acaso entran en la tropa les que no tienen talla? -De soldado, no; pero de corneiilla, sí. Ahora hay una plaza vacante; si quieres, á tocar la corneta. Verás cómo soplas. I ada ¡que lo hizo! E r a libre como el aire, y aunque no querían admitirle por carecer de estado civil, lo alcanzó al fin, no se sabe cómo. ¡Ya verás, madrecita; verás Melita! ¡Taran tararí! ¡Y poco bien que voy á tocar! ¡Córcholis! Todito el día me lo paso ensayando. Tararí tííí tí Me han dicho que si aprendo bien, me h a r á n corneta de órdenes. El coronel en su caballo, y j o al lado suyo con mi corneta. iTararí tí tí! ¡Verás Lola, verás Mehta! Y besaba á la pequeña, que palmoteaba y reía al escucharle, para ocultar la ola de fuego que subía á su cerebro, al ver juntos á Lola y Tomás ¡Tararí tí tí! Si no le hacen callar, todavía está tocando la corneta. vm CONFLICTO E escuchado cuanto h a s di cho. Si me engaña ses en lo que has contado, ó me engallaras d e s p u é s t e mataría Ahora no llores, ahí está tu madre muerta. Por ella y por la memoria de la mía te lo j u r o Te quiero más que antes. Será- i mi mujer. Kompiendo en estrepitosos sollozos cortó la escena Chinarro, que avanzó hacia la muerta. El infeliz lo había oído y presenciado todo. VII CHIÍÍAEEO SKH- IS SUHIEKDO H U n día dejó Chinarro de aparecer por la casa. AI cabo de ocho ó diez de ausencia asomó por allí, encontrando reunidos á Lola, á Melita y Tomás; pero ¡cómo venía! ¡Vestido de uniforme! ¡Aquella picara afición por la milicia! Melita, la chipitusa, fué quien, con su borrosa lengua de cuatro años, contó el caso á Chinarro. ya corneta de órdenes hacía dos meses. ¡Claro! Así se explicaba aquella resistencia de Lola á su matrimonio con Tomás, aplazándolo con pretextos varios, según el mismo Tomás refiriera á Chinarro: así se explicaba también por qué LoliUa estaba desmejorada, ojerosa, y huyendo casi de ver á nadie. ¡Paco que había vuelto, mejor dicho, quería volver á las andadas! -No digas nada, Chinarrito, porque Lola me pegará y me quitará la muñeca. Llora m u c h o muchito ¿Sabes por qué? Porque Paco ha ido á casa quiere que J. ola y yo nos vayamos con él El otro día quiso pegarla ¡yo tengo más miedo! llamó á Lola jcrra y golfa, ¿sabes? Y dice que tiene que cortarle la cara... Yo le he dicho que se lo diga á Tomás, que es n m v grande, m u y grande, y tiene mucha fuerza v la tonta lloraba más aún y dice que si Tomás lo s abe nos matará á las dos que no tengo que decir nadita á nadie á nadie Chinarro quedóse perplejo. ¿Conque, es decir, que nada había logrado? ¿Se había sacrificado en silencio porque Lola amase Hbremente á Tomás, y ahora aquel canalla de marras volvía á meter la pata? Pensando en ello llegó al cuartel. Ahí le esperaba tremenda novedad. El regimiento había sorteado v cúpole en suerte partir á Cuba. Saldrían al día siguiente.

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