BLANCO Y NEGRO MADRID 22-06-1901 página 3
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación22/06/1901
- ID0005122864
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la sotana de un reumático. Estaba t a n alegre dialogando in mente contigo cuando ¡zas! apareció en el bosquecilio u n a muchacha; ¿me consientes que por estar en el campo la llame heírmosa? una labradora de Aldeanueva, morena, robusta sin reuma. Se s e n t ó n o m é h b í a vist 0. Yo la contemplaba á ella por entre las r a m a s de un arbusto. Media hora estuvo en la misma postura y mirando al misnjo siiio. ¿Que miraba? Nada. La encontró cierto día eu casa del cura, y por ello sé que se va á casar con u n chico lal: brador, que dicen es el mejor mozo de Aldeanueva. No miraba, soñaba; es decir, veía más allá. Y fíjate bien, prima; acordándome de tus ñores y viendo por su cara pasar los sueños, yo tendí con la imaginación desde tus inanos á su frente un sutil hilillo do oro, uniendo de esta manera las dos cosas más galanas del mundo: las flores y los sueños. ¡Por ellas- vale la pena de vivir! ¡Si durasen siempre, ¿verdad? si durasen siempre... ¿Uflu la m u e h a c h a s s levantó, y la vi camin a r pensativa, soñadora Y á ti con el alma te veía al mi. mo tiempo entre tua hermosas ñores... Eegresé muy de prisa á Aldeanueva, porque al salir del bosquecülo divisé en el cielp un nubarrón tempestuoso que avanzaba á la. carrera. ¡Qué negro! ¡qué feo! ¡qué amenazadorl Y dime si lo sabes: ¿por. qué h a de haber nubes en el mundo? E s mucho cuento éste de que no pueda cualquier poeta. peripatético como yo reconstruir tu preciosa imagen entre las íiores del j a r d í n y sorprender los sueños amorosos que vagan por la candida frente de una m u c h a c h a casadera, sin que a s o m e en el cielo el n u b a r r ó n tempestuoso (jue avanza, anunciando desdichas, lo mismo que, según dicen aquí, sucede con el recaudador de contribuciones Ello es que mis nervios se crisp a n y saltan, que el nubarrón se aploma sobre Aldeanueva, envolviéndonos en el remolino de su electricidad; que la pluma se me cae de las manos, m i e n t r a s siento extraños cosquilieos que recorren todo mi cuerpo. ¡Uy! qué deseos tengo de que estalle la tormenta; ¡por algo le dio el ataqué reumático al señor cura! ¡Ya llueve, prima, ya Hueve! ¿Me permites que te beso en la yema de los dedos? ¡Cómo huelen á flores! Besa, firma y respira t a primo, -4 rafomo. Ciadad- Fiel 8 Junio. Querido primo: Las frases que escribiste en inglés estaban bien escritas, pero cuando las escribiste yo no me hallaba, como tú suponías, cogiendo flores en el jardín, sino temblando en un rincón y persignándome con la mano bañada en agua bendita. U n a terrible tempestad, ¡pero qué relámpagos, qué truenos, qué huracán y qué diluvio! descargaba sobre esta ciudad; fué una n u b e como no se ha conocido otra. Y cuando pasó la tormenta y salió el sol n u e v a m e n t e y bajé al jardín, me eché á llorar. ¡No quedaba u n a flor: el huracán y el pedrisco las habían arrasado! Y lloro todavía. Todo el suelo fangoso estaba cubierto de hojas de flores. ¡Yo que Licuidaba con tanto cariño! lyo que- -Fi nanda. ü Ald eüti ÉVa 9 Junio. Querida prima: Lamento con toda el idma la catástrofe de tus flores, pero escucha otra desgracia mayor! La miisma nube de l: i cual vine huyendo, segáñ te dije en rui carta, la mistha sin duda qué había arrasad tus flores, sorprendió, en pleno campo al m jor mozo de Aldeanueva, al. prometido li aquella muchacha á la cual vi soñar en i l bosquecülo. El chico, aterrado por la furi. i de la tempestad, se guareció bajo un árbc I. y el rayo lo mató. Imagina cuánto h a b r á U rado la infeliz, y considera cómo h a n concluido tus flores y sus sueños, las dos co 8: imás galanas del mundo, que yo habla uni (i i con u n sutil hilillo de oro. ¡Cuestan t a n t i cuidados, tiembla uno tanto por ellas! ¡Y- -i durasen siempre, ¿verdad? si durasen siempre! ¡Pero qué h a n de durar! ¡pasa una nul i y se las lleva! -Antonio. T El autor de este cuento no podría j u r a r ante el juez de guardia que las cartas anteriores no sean apócrifas. Se abstiene, por consecuencia, de afirmar la autenticidad d e las epístolas transcritas totalmente ó de un modo fragmentario, pero sí asegura que su concepto es cierto, a u n q u e las frases puedan ser supuestas. No h a y nada más hermoso, efectivamente, que las flores y los sueños, y se los lleva una n u b e J O S É DK E O Ü R E DIBUJO. S DB MáNDBZ BRINGA fy S