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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1900 página 12
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-06-1900 página 12

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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YKKKCIiLTTJL El inmortal genio francés autor de Ruy Blas, decía que la belleza era lo azul, y efectivamente, cielo, mares y montañas tienen el mismo privilegiado color. El mar es una gran conquista del hombre, que supo cruzar toda su inmensidad salvando el abismo de su insondable fondo con una frágil embarcación movida á su albedrío al empujarla lentamente con el remo; de ahí á las rápidas embarcaciones modernas, h a ido logrando el hombre innúmeras conquistas en la ciencia náutica. La vida á bordo tiene encantos muy especiales; nada más fácil ni más breve que improvisar sobre cubierta una amistad, sin necesidad, como en tierra, de presentaciones, ni de apelar al ceremonial de ordenanza; basta un ligero saludo, un cambio de frases á modo de descubierta, admirando el espectáculo del mar, hermoso en todos sus momentos, lo mismo cuando hierve en embravecidas olas y deshace su coraje en espuma, que cuando se deja acariciar blandamente por la quilla del barco. Con pasar revista minuciosa al mujerío, exquisita provisión de á bordo, ó abordando un tema cualquiera, se establece una corriente simpática, origen de un nuevo afecto, e l c u a l á veces t a n ligero en su base, tan improvisado, se hace más sólido y más resistente que afecciones antiguas y de rancio abolengo; y si esto sucede con la amistad, mucho más ocurre con el amor, que siempre camina más de prisa, y que generalmente empieza sin saber dónde acabará. Y como no nos gusta levantar testimonios falsos, detengan su vista en la preciosa mancha de Huertas que encabeza estas líneas, y verán en las dos parejas que coíitemplan desde cubierta las transparentes aguas de Venecia, saludando su llegada con una improvisada verbena, los rápidos efectos del amor á bordo. Seguramente, una d e las parejas no h a pasado todavía del primer tiempo del verbo que todos ios mortales conjugan fácilmente; existe algo de manía persecutoria, síntoma terrible que indica siempre el primer estado d é l a s relaciones amorosas. La otra pareja, más sosegada y más tranquila, seguramente lo ha conjugado todo: es u n matrimonio que viaja, paseando p o r las grandes ciudades sus fehces amores de recién casados. Y los faroles venecianos que bañan con. luz tibia el, azul del canal, eñalan á la poética ciudad de las góndolas el paso d e una nave dichosa en la que el amor lleva el timón.

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