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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-12-1899 página 38
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BLANCO Y NEGRO MADRID 30-12-1899 página 38

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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LAS DALIAS L: i iiuia era parecía liabeiso compUu ido pío iliaando en acjuel j a n l m pintorcfcco sns más lo a na í floreh Entre to las ollas, erjíuido solne su frcbco tallo, se al aba el cla el rojo, emhalsamaiido con su aio ma jienetraute á la brisa (jue le acariciaba Abiioso el erdo i ali los petalos, encendidos como llamas, foimaion esplendida corola, y Lis llores del pensil, llenas de asombro, le contempiaion con delicia. Todas, todas se inclinaron humildes le amaron en cuanto le vieron Las azucenas candorosas, con sus hojas de ná car y sus pistilos de oro, le ofrecieron las primicias de su pureza virginal, homenaje á la hermosura deslumbradora de la flor encendida; las violetas tímidas temblaron entro la hierba con el dulce es tremecimiento de la pasión, las maigaritas iiiocen tes, sinceras como campesinas, no disimularon su asombro; las siemprevivas lo brindaron su amoi eterno, las pasionarias trepadoras le oprimieron con amoroso abrazo, y hasta las rosas, antes tan soberbias, mostráronse rendidas como si fueran sus esclavas. Los lirios románticos y los alegres alhelíes palidecieron á la vista de aquel poderoso rival que nacía para arrebatarles el amor do las otras flores Así halagado en su necio orgullo, creció el cía vol, hinchóse poco á poco, y le puro vanidoso) satisfecho, liízose reventón Como presumido galán aia quienes son fáciles todas las damas, miro a Ostas con el mayor des precio, j hasta las más bollas le parecieron mdig lias de sus favores La rosa por demasiado erguida, la azucena por candida, la siempreviva por fúnebre, y la pasionaria por triste, no lograron sino desdenes á cambio de sus halagos y caricias Casi mustias, se consumían sin lograr ninguna la preferencia en su rivalidad amorosa, cuando do pronto brotó en el verjel una planta desconocida El jardinero había traído la semilla de niu lejos, y des le que la puso en la tierra d e d u o á su (u l t i o dos elos y cuidados Visitaba con a iduidad el sitio en que la sembró, y cuando apaie I-

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