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BLANCO Y NEGRO MADRID 31-12-1898 página 8
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BLANCO Y NEGRO MADRID 31-12-1898 página 8

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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La helada de la noche refuerza el cristal de mis ventanas con otro en finípimo conjunto, cual tejido de hilillos de plata formando estrellitas, palmitas, figurillas geométricas, florescencias caprichosas y ramos punteados de peregrina lindeza. ¡Visión Icaleidoscópica! ¡Cuánto sufrirán los heroicos exploradores de las regiones árticas ó de las regiones antarticas, cautivos ahora en los hielos! Ya en este mes, los marinos rjue navegan por el mar de los confines de las zonas templadas, no liallan las flotantes inmensas torres y fantásticos castillos de diamante, los erráticos témpanos! iQiié horrible es pensar en las tempestades de nieve del septentrión y en el criTJir espantoso y brusco y hórrido desprendimiento de las avalanchas desde la altura de las grandes montañas al fondo de los glaciares! Ya en la Escandinavia gozarán del maravilloso espectáculo de un cielo de portentosa iluminación en franjas rosa, violeta y oro, fulgentísimo por los arcos y haces de la aurora boreal. Nuestro invierno es dulce, sí, ¡mucho más dulce! Caminando contra corriente, el soplo polar crúzase en nuestro espacio con otra columna de aire cargada de agua, y el agua, congelándose, despréndese y cae en copos blanquísimos de prismáticas formas. ¡Encanto de Keplero! Penoso mes para los leñadores y para los pobres pastores do la sierra. No es de mucho provecho para la gente agricultora. ¡Qué poco es el gobierno de hacer en este mes para el labrantío, si no fuere calentar las tierras frías con la estercolada, que es buen abrigo, mayormente para los árboles en sus escavas, al cuidado de que no se atie. en y sequen las raicillas tiernas 1 Por este mes tómase c uenta mucha en aquellos montes que no están acostrados por los hielos, á sembrar nueces, castañas y bellotas, asi. ia como los hortelanos ponen lechugas, rábanos y ajos si el tiempo fuere claro y de buena templanza; no, si no. En partes, no habiendo crudeza, pénense á sembrar tierras de pan si la sementera no hubiere sido buena; mas con urgencia, que luego luego el cierzo llega, y el cielo se empaña, y los hielos se aprietan, y la nieve cae á más y más, y no queda hacer sino la que dijo el otro: En el mes de Diciembre es costumbre trabajar al amor de la lumbre. ¡Oh pureza de las nieves! ¡oh nivea blancura virg nall Las donoellicas preparan por ahora, y presto celebran, la fiesta de su Reina, de nuestra Santísima Inmaculada Madre que está en los cielos. Bajo la ancha chimenea acampanada y en torno del hogar, habla de los santos la abuela, y de guerras y soldados el abtielo. Los mozos descansan del chapucero trabajo de limpiar acequias, reponer cerconas ó de repasar vasijas y cubas, y pasan la velada eehando mangos nuevos á la herramienta; las mozas, ó hacen labor de punto y de primorea, ó de zurcido y e remiendo. ¿Y los chicos? ¡Dios nos v a l g a y Santa María! En este mes tienen dos jolgorios de ruido y bullicio, gozo y apetito: la matanza y la colación de Nochebuena. Ya apunta el alba, aún brillan las estrellas, cuando se pone de prueba al aire libre la llama del candil. ¿Echasteis de comer al cebón? -dice señor padre. ¿No? Pues hoy ha de matarse, que el día será frío y no de viento recio que no ha desmayado la llama del can díl. Sopla cierzo suave, pero fino, que enjuta la cecina, y así afirmase más mejor el adobo. Ríense estúpidamente los pavos del corral al oir los horribles gruñidos del guarrete. Sí, sí, reid; ¡por Pascua lo diréis, bobalicones I- ¡Señora madre me dé usté rabillo que hogaño fui de los primeros en la doctrinal gritan los chicos. Luego se afanan por saltar y danzar en la hoguera do la chamuscada, por ir y venir de acá pai- a allá pedigüeños, pegajosos, preguntones Todo lo han de ver, oler ¡y catar! los muchachos durante la saladura, mondongueo, cuelga de pemiles y el soterrar las orzas de manteca ¡No hubiera oti O Herodesl ¡Ah, que Heredes llega! ¡Dulces recuerdos, lágrimas mías por las memorias de tiempos que fueron! ¡Lisonjeros pasajes de la vida! Grande es el frío de afuera grato el calorcito do casa; fuera, hasta los pajarillos hambrientos se van á la mano de los chicos Se reza por el hijo ausente, marino ó soldado, que en otros días allí cantaba ante la sopa de almendra, el cazuelón de abadejo, la confitura de madre, el plato de manzanas de Vizcaya, uva y melón de colgar, y miel de hogaño. De lucecillas está formado el nacimiento Encendida de ilusiones la imaginación de los mozos, de recuerdos alumbrada la memoria de los viejos y brota el villancillo... entre el zumba- zumba de la zambomba y el batir de alas sonorosas de los panderos. Ha nacido el rey de los cielos en obscuro y humilde portal. ¡Cuánto en esta noche apena acordarse de los pobres hambrientos y desnudos! ¡Niño Dios, Cordero sin mancilla, destruye el viejo mundo de desamor y barbarie, de coronados de oro y enmantonados de púrpura tiranos salvajes! Tú que alumbra. ite el universo con el sol del Evangelio derramando los fulgentísimos rayos de las bienaventuranzas, haz de carne el pétreo corazón de los ricos, renueva las inteligencias, para que el hombre viva la excelsa vida del pensa miento y tu voluntad se cumpla, que es amor y justicia; se cumpla en la tierra, como en el cielo se cumple entre los seres que te adoran y temblorosos persisten y persistirán eternamente en la infinita dicha de alabarte. J O S É ZAHÓN E E O

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