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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-11-1897 página 15
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BLANCO Y NEGRO MADRID 06-11-1897 página 15

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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No creo que haya quien discuta al caballero partículát, pero mucho menos quien discuta en Aguilera al Gobernador civil. H a sido ministro, y á instancias de la Reina desempeña el puesto que hoy ocupa, dando pruebas de patriotismo como ciudadano, de modestia como hombre y de disciplina como político de partido. En la última corrida extraordinaria de toros estuvo á punto de suscitarse una cuestión de orden público. Aguilera, que estaba en la plaza, mandó á llamar á su presencia al empresario y al espada Mazzantini, y les dijo: -Sé que ustedes se hallan en su perfecto derecho dando por li diado el toro que por d e c i s i ó n plebiscitaria del público echó el Presidente al corral, pero voy, sin embargo, á pedirles u n favor, n o sin hacerles antes una advertencia que á mi autoridad interesa. No rehuyo responsabilidades ni peligros, Las hijas de Aguilepues cualquier conflicto ra, huérfanas dé madre, de orden público me. lian tenido en las ternuhallará siempre en mi ras y cuidados paternaKN LA SALA D I RKCIBO puesto, y h e de procules una compensación. rar resolverlo según y Parece extraño que un carácter t a n hombruno haya conforme mi leal saber y entender. sufrido en la esfera íntima del hogar tan radical transPero ahora bien: en consideración á la Serenísima Información, no por reflexiva menos espontánea. Y es que fanta, que nos honra con su presencia, atendiendo á los D. Alberto representa ser áspero y brusco, y en su cara naturales deseos del público, de ese público que es el que se retrata la dureza y la energía; pero en su fondo es paga, y á costa del cual viven toreros y empresarios, y en todo delicadeza y bondad de, sentimientos. último término, si algo valen los buenos oficios y sanos Por eso le preocupa tanto la suerte de los desvalidos, deseos de vuestro Gobernador, yo espero confiadamente de los desheredados de la fortuna. de ustedes que teniendo en cuenta todas estas cosas, sa tisfagan los anhelos de los aficionados y lidien el último toro que éstos reclaman. ¿Les irroga mucho perjuicio? Cuando el hundimiento de la vieja iglesia de Santo Pues yo pagaré lo que sea. Soy pobre, pero pediré presTomás, Aguilera se pone al ícente de una compañía de tados los seis ú ocho mil reales ingenieros militares y trabaja por sacar de entre los esNo le dejaron seguir. Lo mismo Mazzantini que el emcombros los cuerpos de los obreros que habían quedado presario interrumpieron aquellas palabras llenas de sinsepultados entre las ruinas al derrumbarse la inmensa ceridad y desinterés, y ofrecieron cada uno su respectivo mole. E n el sitio de m á s peligro prodiga auxilios, remueconcurso para satisfacer los deseos del público, en gracia ve k s escombros con el pico que empuña, y alienta á á la caballerosa y digna actitud del Gobernador. Fntfígrafias le M. Pramen, hechas expremmmte r. n, ra. BLAÍTCO V NKHKO R ESPAÑA La generosidad es la primera nota distintiva de su carácter. No hay m á s que recordar su donativo de 2 H. 000 duros, que mandó distribuir entre las Casas de Socorro y Centros de Beneficencia. Nada de lo que tiene le pertenece; todo es de sus amigos, de sus administrados, del primero que se lo pide. Un infeliz que no conoce le pinta su situación desesperada y angustiosa, le habla de la mujer enferma y de los hijos que piden pan No es preciso que siga: ya D. Alberto h a echado mano al bolsillo, y sacando u n par de duros los entrega á aquel desgraciado, sin reparar siquiera si acude á él por verdadera necesidad. Oree que lo principal es buscar remedio á las miserias sociales, y no es cosa de exigir á todo el que sufre un certificado de pobre de solemnidad. los demás para buscar con fe á u n trabajador que falta, y que todos dan por muerto. Pretenden disuadirle de su noble y humanitaria tarea haciéndole ver lo difícil de la empresa y el pehgro que corre; pero él, sin prestar oídos, prosigue durante doce horas de incesante y penosa lucha, hasta que abriendo una mina en la parte más intrincada, se escucha el quejido de u n hombre. ¡Aquí estál grita con visible alegría Aguilera. ¡OHÍdado, que aún tiene vida! Y los obreros redoblan sus bríos p a r a descubrir el cuerpo del pobre compañero, que aparece incrustado en el espacio reducido que forman tres enormes bloques de piedra. La pluma se resiste á describir el cuadro que se ofreció después

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