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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-06-1896 página 8
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BLANCO Y NEGRO MADRID 20-06-1896 página 8

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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líV v -Malek, hijo n. lo, ¿amas n. ueho á Alzorah? Malek contestó: -Padre, ¿amaste mnoho á mi madre? ¡Mucho) a amé y amo todavía su memoria! y- -Pues piensa cómo será mi amor, y aún n o lo medirás justamente. ¿Y podrías t ú separarte de Alzorah? -Separarme, si; vivir, no. y Mezuén entonces dijo: -Dime, Malek: ¿q. né piensss t ú de u n hombre que no ha probado jan ás el vino, que nunca se lucró con u n a ganancia ilícita, que no h a causado la muerte de ning u n a eriatcra ni engañado á nadie, y que confiesa que no hay más Dios que Dios y que M a h o m a es su profeta? j j, -Pienso que ese hombre es un j u s t o 3. ¿Y crees t ú que al morir sería salvo? Malek inclinó la cabeza, estuvo meditando, ¡í y luego respondió: i -Sólo u n a cosa le falta, en verdad, para salvarse. ¿Y sabes 1 ü e u i l et? Malfck, en vez de contestar, preguntó: -Padre, ¿fué ese hombre j u s t o en peregrinación á la Meca una vez en su vida? ¿Ha dtido tres vueltas al sepulcro de M a h o n a? ¿Han besado sus labios el polvo de la Ciudad Santa? El viejo Mezuán contestó tristemente: -Ese hombre no fué nunca peregrino á la Meca. Cuando quiso emprender su viaje, la Muerte le salió al camino advirtiéndole que sus días estaban contados. Malek volvió á meditar, y luego exclamó: -Pues con sangre de su sangre habrá do redimir la culpa. Si no la rediaie, encontrará cerradas las p n e i t a s del Paraíso. Sos óldos esoncharin los cantos de amor de las huríes, y sus ojos no podrán verlas. A u n q u e Jas puertas se abriesen, su propio pecado le serviría de venda Pero, padre, ¿quién es ése hombie infeliz? Mezuán tendió sus trémulos brazos á Malek y contestóle: -Ese hombre infeliz soy yo. ¡Y l ü eres sangre mía y has de redimirme, porque ahora te digo que he visto á la Muerte sentada á la puerta de nuestro aduar! Malek palideció. ¡Era él, el hijo del creyente remiso, quien tenia que redimirle emprendiendo su peregrinación á la Meca á través d e l e s desiertos arerales, mientras el viejo Mezuán esperaría á las V i m rtj 1 flí j v, a-

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