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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-05-1896 página 4
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BLANCO Y NEGRO MADRID 23-05-1896 página 4

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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AMOR QUE MATA Cierra, madre, la puerta, ven á m i lado, (jue (Quiero antes quo muera darte u n encargo, y de la muerte ya siento el soplo frío sobre mi frente. No me digas que olvido, no, madre mía: ¿qué importa que el recuerdo csrte mi vida, si ya m i alma en el recuerdo sólo v e n t a r a s halla? Tú bien sabes lo mucho que yo le quiero; t ú sabes que el ingrato traición me ha hecho... Yo no le odio, ¡y asi Dios le perdone oaal le perdono! Yo sé que él á otra moza rindió de amores; sé que y a no m e quiere; sé que esta noche los u n e el cura con ol eterno lazo que Dios anuda. Yo cuando raye el alba ya m e habré muerto; t ú velarás llorando j n n t o á, mi lecho. ¡üierra la puerta! ¡que n o turbe mi calma r u m o r de fuera! DIBUJO EE LOZANO Cierra, porque no quiero que traiga el aire ecos de sus venturas á m i cadáver, y a u n de la muerto esto amor que me mata la paz altere. Cuando todo concluya, viste mi cuerpo con aquel blanco traje que no me he puesto; sea mi mortaja ol humilde vestido de desposada. Pon tambióa en mi cueUo la cruz de perlas quo me trajo él u n día de amor en prenda. ¡No mo la niegues! ¡quiero en mi sepultura guardarla siempre! Y si al ingrato hallaras en t u camino, dile que en él pensando siempre me has visto; q u e no me olvide ¡que no le querrá nadie cual yo le quise! ¿Oyes, madre, esa música que lejos suena? Son los mozos, que r o n d a n de puerta en puerta. ¡A. y! ¡Cuántas noches arrullaron mi sueño cantos de amores! Ahora tocarán cerca de mi ventana, dando á los desposados la serenata ¡Madre querida! ¡Cuánto tarda la muerto cuando se ansiii! Calló la niña triste; fueron pasando do la noche Jas horas con andar tardo: la pobre anciana rezaba entre sollozo j j u n t o á la cama. Y cuando el alba incluí ta brilló en el cielo, y de la serer ata se perdió el eco, murió la niña ol nombre pronunciando de quien la olvida. A la tarde siguiente fué al camposanto, cubierta con humilde vestido blanco, y en la g a r g a n t a aquella cruz que en prenda de amor guardara. U n sauce echó raices j u n t o á la fosa, y cobijó á la n i ñ a bajo su copa; le dio su amparo, ¡y fué más compasivo que el hombre ingrato! CAYETANO D E L CASTILLO

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