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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-02-1895 página 5
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BLANCO Y NEGRO MADRID 09-02-1895 página 5

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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POETAS DE LOS CANTARES CONSTANTINO ¡Yo te adoro! una noelie dije dormido, y desperté celoso de haberme oído. ¡Porque pensaba que alguno te decia que te adoraba! Asómate á la ventana antes de que salga el sol, porque si sales después, ¿quién va á. parar de calor? El día que tú te mueras y te lleven á enterrar, si no me entierran contigo con otra me enterrarán. A la gloria dicen que se van los niños. iQué gloria más gloria que tenerlos vivos! GIL Nacemos casi todos mirando al suelOj y á todos nos entierran mirando al cielo. Es el destino, que nos indica siempre nuestro camino. ¡Caram. ba! dijo un chico de Paracuellos; ¿qué será que me gustan más ellas que ellos? No he visto cosa más grande que el corazón de Dolores; doce estuvimos á un tiempo, y cabían otros doce. Nunca se van del pecho las esperanzas, que siempre hay rinconoitos para guardarlas. Asoma la carica por la gatera, y yo seré el gatico que esté por faera. ¡Pobre flor del olvido, qué sola naces! Cuando menos te cuidan, más grande te haces. El sol está en el aire, también la tierra; si está en el aire todo, ¿dónde hay firmeza? Tengo yo una lista que es lo que hay que ver: ¡con cada conquista! que he debido hacer. Suspiros que de ti vienen, suspiros que de mi van ganas de perder el tiempo y ganas de suspirar. (DlBOJO l) K ANDRADB ¡Ay, quién fuera la pila del agua, del agua bendita, donde metes los días de fiesta tu hermosa manita! No me has dicho que me quieres, pero me miras del modo con que sabéis las mujeres decir ¿Vaá y decir ¡lodo! Las dos penas que he tenido que más me han atormentado: una es haberte querido; otra es no haberte olvidado. Eres como el eco de la encrucijada, que responde ¡le quiero! á un l e quiero! y no quiere nada. Cuando Dios hizo el llanto no tuvo prisa, y luego, en un segundo, oreó la risa. Por eso el llanto, como hay tanto en el mundo, nos dura tanto. A la flor que m. e diste le di mil besos; la marchité en un día sin conocerlo. Cuando sale de casa mi dulce dueño, los chiquillos del barrio la van siguiendo; y ella se vuelve, y á los más pequeñitos besa en la frente. Las mujeres exclaman. ¡Bendita seas! y los ancianos dicen: ¡Dios te proteja! Yo, suspirando, digo: ¡Quién se volviera chico del barrio! CONSTAKTINÜ GIL

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