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BLANCO Y NEGRO MADRID 12-01-1895 página 16
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BLANCO Y NEGRO MADRID 12-01-1895 página 16

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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¡Ay! ¡juguetes! g r i t ó A d r i á n contemplando admirado y gozoso el humilde hallazgo. E n t r e t a n t o T o n y que h a h i a visto u n papel clavado con u n alfiler á uno de los juguetes, lo cogió y leyó estas palabras, escritas con letra que conoció hien p r o n t o Para Adrián, recuerdo que le envía desde el cielo su h e r m a n i t o Félix. A l a c a b a r de leer, sintió que A d r i á n se abrazaba á sus rodillas y le oyó decir con voz entre alegre y asustada: ¡Mamá ¡ahí está mamá! A c o r t a distancia de la t u m b a arrodillada cerca de u n grupo de árboles, pobremente vestida, había u n a mujer m u y pálida. Al volverse T o n y hacia ella, le dirigió u n a m i r a d a tristísima y elevó sus manos j u n t a s en a c t i t u d suplicante. A q u í p a r a inter nos, señores sanguinarios, ¿no es verdad que T ny debió p e n s a r en aquel i n s t a n t e en el que vino al mundo el día de Navidad, en el que enseñó con la p a l a b r a y con el ejemplo á p e r d o n a r las injurias? Porque el caso es que Tony E o b e c después de unos segundos de vacilación, m o t i v a d a m á s por la piedad que por el furor del antiguo ultraje, empujó al niño hacia l a mujer y le dijo: -Adrián, abraza á t u madre. Ella estrechó á su hijo con efusión, con locura, y le besó a p a s i o n a d a m e n t e en los ojos, en la boca, en el cabello Luego se levantó, y con voz temblorosa, con los ojos llenos de lágrimas, dijo acercándose á su esposo: -7- ¡0 h, qué bueno eres! E l fué al e n c u e n t r o de ella y contestó con sequedad: -iSTo hables Desde el cementerio á la calle de Delambre no h a y g r a n distancia. L a recorrieron con ligero paso, precedidos del niño, que m i r a b a y r e m i r a b a entusiasmado los j u g u e t e s Llegaron á la casa, y el obrero, deteniéndose a n t e la portera, exclamó: -Esta es m i esposa, que h a estado en el pueblo al lado de su m a d r e enferma, y que vuelve y a á su casa. T subiendo la escalera, tuvo que sostener á la desgraciada, que expresaba su emoción con sollozos mal contenidos. E n t r a r o n en el c u a r t o Tony m a n d ó á su mujer que se s e n t a r a en la ú n i c a b u t a c a que en sus brazos al niño, abrió la cómoda, sacó de u n a cajita la sortija de desposorios, se la dedo, y entonces, sin u n a sola frase de reproche, sin la más leve alusión a l pasado, con los corazones nobles, besó a su mujer en la frente, para que estuviera bien segura de que había allí; echó de nuevo colocó á Clementina en el la inmensa generosidad de la perdonaba. FRANCISCO C O P P E E (DIBUJOS DS M É N D B Z B R I N Q A) C U E N T O S B A T U R R O S POB GASCÓN ¿Dice usted que este reloj da la hora? -SI, señor. -Pues podía dar t a m b i é n los cuartos, y así no me costaría n a d a -Hace seis horas que salimos del pueblo, y entoavía no se ve Zaragoza. ¡Eediez! ¿Sabes tú que el mundo es niás largo de lo que parece?

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