BLANCO Y NEGRO MADRID 07-08-1892 página 13
- EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
- Página13
- Fecha de publicación07/08/1892
- ID0005106530
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EL CASTILLO Allá en la cima, que las nubes toca, Del monte, coronado por la bruma, Sobre oimientos de tajada roca, Que salpica el torrente con su espuma. E l señorial castillo A la vista asombrada se presenta, Contrastando la piedra cenicienta Con el rojo reflejo del ladrillo. Quizá empezó su fábrica el romano. Que TÍO á sus pies rendido el orbe todo, Levantó el fuerte muro el visigodo Y la almenada torre el mahometano. 1 Por él pasaron tan diversas géntesl, Fué defensa y abrigo Be razas y naciones diferentes: De una sola opresión mudo testigo. En honda quebradura de la sierra Se esconde un valle, que se fué formando Lentamente, robando ¡Arena al río, á la montaña tierra. En soledad tranquila, A la sombra de abetos y castaños. Pacen en la vertiente los rebaños Al resonar alegre de la esquila: De espigas mil cubiertas. Con el sol resplandecen las llanuras; Fingen selvas obscuras Los árboles frondosos de las huertas, Que embalsaman el viento con su aroma Y allí la triste aldea se ha escondido Cual indefensa y tímida paloma f w Que del neblí sangriento oculta el nido. Allá; en la altura, sin cesar se advierte Son de cadenas y clamor de muerte, Y el estandarte ondea Del ceñudo señor de horca y cuchillo: Abajo, el tronco en elhogarhumea ¡Arriba está el castillo, Abajo está la aldeal. Con igual pesadumbre- i Que el granítico monte oprime el llano, A la mísera grey el castelíauo Oprime con la dura servidumbre. Para el señor, el grano. Los inquietos rebaños qué pacían En la verde ladera. Los frutos que los árboles tenían; Señor de haciendas y de vidas era Y de imponer á joven desposada E l vergonzoso honor de la pernada. Mas ya entre esas infamias seculares La santa libertad brota y germina Como entre amargas olas de los mares La fuente de agua dulce y cristalina: Su espada vengadora centellea, Libre es el siervo, al fin, ciudad la aldea ¡Y lo que fué castillo es yáru ínaI Sólo quedan, cortando al horizonte, E n la cima del monte, Koto adarve, revuelto pasadizo Que la piedra obstruyó; mochas almenas,