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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-02-1892 página 13
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BLANCO Y NEGRO MADRID 07-02-1892 página 13

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
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¿Habrá entre ustedes algÚQ alma caritativa que me saque de una duda? ¿Seré yo burgués? Porque si lo soy, tengo ya que ir pensando en dejar de serlo. Los obreros de Bilbao han dado el grito de ¡mueran los burgueses! ¡Ay! ¿Quieren una sociedad sin burgueses? Pues para lo que falta, que nos digan qué traje hemos de vestir. Aquí tienen ustedes la nueva teoría de los anarquistas. La propiedad debe ser sólo de los que trabajan con las manos. Pero eso viene á ser una especie de grito de exterminio para los bailarines. Son los únicos que trabajan con los pies. Y algún autor dramático que otro. Aun andan combinando gobernadores; Pero ¡cuánto combinan A esos señores! Nadie diría Sino que eso es un juego De lotería. ¡Tengamos esperanzas! ¡Ya no hay por qué apurarse, Que Cánovas reserva El mejor de sus planes Para un caso in extremis. Si ese caso llegare, Se forma un Ministerio Compuesto de notables, En vez de estos Ministros De cuarta ó quinta clase, Y ya verán ustedes Qué reformas se traen El mal estará en que esas Personas importantes Vendrán á administrarnos- ¡El cíelo se lo pague! -Cuando ya no haya en casa Silla donde sentarse, Ni un panecillo mísero, Ni en la bolsa dos reales. Es como si al morirme, Y para consolarme, Me dicen Vamos, hombre, ¡Cómo van á envidiarte! ¡Tendrás sepulturero Con corbata y con guantes! ¿Eso prepara Cánovas? ¡Vaya! ¡Dios se lo pague! K La Srta. Guerrero ha reaparecido en el teatro de la Comedia. ¡Qué mal rato habrá pasado Coquelin! El Emperador de Alemania se las echa ahora de despreocupado. El otro día fué con la Emperatriz á casa de un dentista, y le dijo: -Ahí le dejo á usted á ésa; sáquela usted una muela ó dos, y luego vuelvo por ella. Mientras, voy á comprar una cajetilla. ¡Qué modestia! Verán ustedes como acaba por ir á la compra, con su taleguito y su capita corta Después del estreno de la Princesa. Un crítico. ¿Y qué tal la función de anoche? ¡Yo no pude ir! ¡Y e! caso es que tengo que hacer la crítica! Él amigo. -Pues salió bien; muchos aplausos, mucha animación, mucha gente. El critico. -Y diga usted, ¿al fin, quién ha hecho el papel de Thermidor? En Filadelfia ha muerto un sujeto que quiso ganar el cielo de una manera rara. Tragándose un rosario. A mitad de la operación ya estaba camino del otro mundo, donde habrá sucedido lo que es natural. Que al verle San Pedro con medio rosario dentro del cuerpo y otro medio colgando de la boca, le habrá despedido con cajas destempladas, diciéndole: -Amiguíto, aquí no admitimos á los que se tragan las cosas sagradas. Las cuentas se deben pasar, ¡pero no por la garganta! ¡Vaya una tala de árboles que han hecho en el Retiro! ¿No decían ustedes que el Ayuntamiento quería vender una parte del terreno? Nada de eso. Y para que se vea bien el terreno quitan los árboles. ¡Ole por los muníoipes! Una señora americana se ha sometido en París á la prueba de vivir sin comer. Para entretenerse, cuenta á los que van á- verla su historia, que comienza así: Nací en New Yorlc de padres pobres que muy niña me dejaron huérfana, entregada á mi nodriza, una india brava que conocía, por su vida semisalvaje, la virtud secreta de muchas plantas. ¡Ta! jTa! ¡Ta! Ya sé el final de esa historia. El jarabe de la anciana Seigel se vende, etc. etc. etc. También por Persia hay anarquistas. Ahora ha levantado allí uno bandera de rebelión, y ofrece para el día del triunfo á cada uno de los que le ayuden, cuatro libras de arroz, una galKna y dos mujeres. ¡Do s mujeres á cada uno! Vea usted. En ese asunto, lo temible es el día del triunfo. ¡Quién resiste dos suegras! Por una parte, quisiera recomendar á ustedes el precioso libro de Ángel Pons titulado Historietas. Por otra parte, no quisiera que ustedes creyeran que le elogio porque es de esta casa. Pero podemos arreglarlo todo. Van ustedesá casa de F e sacan 14 reales, piden las Historietas (2. edición, porque la 1. ya voló) las leen, y si no se desternillan ustedes de risa, yo les compro el libro por lo que les haya costado. ¡No ha de quedar un solo ejempkir en los escaparates! ANDEÉS COEZUELO. Todos los días leo que un sujeto ú otro ha recibido heridas de pronóstico reservado. ¿Cómo son las heridas de pronóstico reservado? ¡A y! Usted perdone: no puedo complacerle. ¿Pues no es usted médico? -Sí; pero ya ve usted, eso es reservado.

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