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ABC MADRID 01-10-2019 página 47
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ABC MADRID 01-10-2019 página 47

  • EdiciónABC, MADRID
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laura daniele madrid Desde el inicio de la crisis económica se producen menos divorcios pero también menos matrimonios. En 2018, se registraron 99.444 disoluciones matrimoniales (entre nulidades, separaciones y divorcios). Un 2,8% menos que un año antes y muy lejos de las 145.919 disoluciones que se producían en 2006. Según la estadística hecha pública ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los matrimonios que rompen tienen una duración media de 16,8 años y la mayoría de las disoluciones se producen por mutuo acuerdo (77,7%). Además en el 61,6% de los casos, la custodia de los hijos menores se otorga a la madre, pese a que crecen las sentencias con custodia compartida (33,8%). "Hay menos divorcios pero también hay menos matrimonios. Ante una situación de desventaja, como ha sido la pasada crisis económica, las parejas no han dado el paso tanto como para casarse como para divorciarse. Además cada vez hay más parejas de hecho o situaciones de convivencia que no acaban en matrimonio", explica la profesora de Geografía Humana en la Universidad CEU-San Pablo, María Jesús Lago. Desde 2004, la tasa de nupcialidad ha pasado de los cinco matrimonios por cada mil habitantes a solo 3,45 en 2018. El año pasado, en concreto, se casaron un 5,9% de parejas menos que en 2017. La mayoría de las personas que decidieron el año pasado romper su matrimonio tenían entre 40 y 49 años y solo la mitad tenían hijos menores de edad (45,1%). Entre las causas de la ruptura, la profesora Lago apunta a un fenómeno nuevo: el "síndrome de la asimetría". "Antes los matrimonios se separaban por infidelidad, problemas económicos, trastornos de la personalidad, pero ahora comenzamos a percibir que tras quince años de convivencia la evolución de los integrantes del matrimonio puede ser desigual. La persona evoluciona, cambia y se da cuenta de que ya no comparte con su pareja las mismas expectativas y el proyecto común se rompe", explica. Mujer Este "desarrollo en paralelo de los miembros de la pareja" explica según la geógrafa que la mayoría de las rupturas se produzcan entre los 40 y 49 años, cuando la persona vive una etapa de consolidación laboral. "La igualdad de la mujer también ha influido porque ahora ya no se conforma con relegar su profesión por el cuidado de los hijos. Antes cedía ahora no", indica Lago, quien insiste en que los roles de la pareja están cambiando y eso provoca que sean ellas las que pidan en su mayoría el divorcio a partir de los 45 años cuando sus vidas profesionales están asentadas. Ceuta, Comunidad Valencia y Cataluña son las ciudades y comunidades con las mayores tasas de ruptura (2,4 por cada 1.000 habitantes). Le siguen Canarias, Islas Baleares y Murcia. Caen los divorcios por los efectos de la recesión y el descenso de bodas Ahora son ellas las que rompen con la pareja cuando tienen estabilidad labor asimetría "Tras 15 años de convivencia los miembros de la pareja se dan cuenta de que su evolución ha sido desigual" javier ansorena Corresponsal en nueva york La pedofilia, el abuso sexual de menores y la pornografía infantil no son, por desgracia, fenómenos recientes. En los últimos años, sin embargo, los desarrollos tecnológicos y los cambios sociales que han provocado han disparado su presencia. El teléfono móvil, las redes sociales y los cobijos que encuentran los perpetradores en plataformas encriptadas en la llamada "internet oscura" han sido como echar gasolina al fuego. Lo que era un problema preocupante se ha convertido en una crisis inabarcable: no hay recursos ni medios suficientes para perseguir y controlar el flujo salvaje de este tipo de contenido ni la voracidad de sus consumidores. Un reciente estudio publicado por el Centro Nacional para los Niños Desaparecidos y Explotados describe un sistema "a punto de quebrar", con los organismos federales dedicados a controlar y perseguir las imágenes que se distribuyen en Internet y las fuerzas de seguridad desbordados por una ola para la que no tienen financiación ni equipos adecuados. En 1998, según los datos de este organismo, se registraron algo más de 3.000 casos de presencia de fotografías o vídeos con abusos a menores. Una década después, ya eran más de cien mil. En 2014, las denuncias llegaron al millón de casos por primera vez. El año pasado, se produjo el tsunami: 18,4 millones de casos, el doble que el año anterior, y más de un tercio del total registrado en toda la historia. Son casos reportados por las compañías tecnológicas -cuando los detectan- a las autoridades. En muchas ocasiones, cada denuncia incluye más de una imagen, por lo que el total de fotografía y vídeo con abusos llegó el año pasado a los 45 millones. Son datos que aparecen en una investigación amplia desarrollada por "The New York Times", que recorre los esfuerzos insuficientes de las autoridades y de las compañías tecnológicas por atajar el problema, la indiferencia aparente de los legisladores y la cada vez mayor sofisticación y horror de los perpetradores. Abusos extremos Una de las tendencias más preocupantes detectadas por el rotativo neoyorquino es la presencia de grupos online dedicados a abusos extremos con niños cada vez más pequeños y en plataformas de difícil acceso para las autoridades. "La gente que trafica con materiales de explotación sexual utilizan tecnología puntera", aseguró al "Times" Susan Hennessey, una ex letrada de la Agencia Nacional de Seguridad que ahora investiga sobre cibersegurida para la Brookings Institution. Cita el grupo Love Zone, con una web en la "internet oscura", la parte de la red a la que no tienen acceso los motores de búsqueda. Tenía 30.000 miembros cuando fue detectado por las fuerzas de seguridad, y para participar se les exigía que aportaran imágenes con abusos. Había incluso una sección privada para aquellos -a los que se les denominaba "productores"- que ofrecían documentos con abusos perpetrados por ellos mismos. Otra de estas plataformas, Childs Play, llegó a tener más de un millón de cuentas registradas. Cómo esquivar a la Policía En estas webs, además de compartir contenido, se distribuía información y consejos sobre cómo esquivar a las autoridades o a las compañías tecnológicas a la hora de colgar material de abusos y pornografía infantil. Por ejemplo, cómo encriptar y compartir imágenes sin ser detectado. En estas plataformas, el nivel de horror y violencia con los niños es perturbador. Uno de los administradores de Love Zone, que llegó a compartir 400 documentos, se grabó a sí mismo violando oralmente a un niño de dos años. Esa misma persona, cuando fue detenida, aseguró que "grabar el abuso era parte de lo que lo hacía excitante". Los abusos en la "internet oscura" son solo una pequeña parte del problema. La mayoría de estos delitos ocurren en plataformas convencionales, las redes sociales más conocidas y su epicentro está en EE.UU. Es un problema global, con buena parte del material pornográfico creado en todo el mundo, pero que se sirve de las tecnológicas de Silicon Valley para su distribución. La que tiene más protagonismo es Facebook: su servicio de mensajería instantánea, Messenger, acumula casi doce millones de los 18,4 millones de casos de materia con abusos a niños. Durante mucho tiempo, las grandes tecnológicas miraron hacia otro lado. La ley solo les obliga a informar a las autoridades sobre la presencia de pornografía infantil cuando se topan con ella, pero no están forzadas a buscar esos contenidos. En los últimos años, gigantes como Facebook o Google han mejorado la vigilancia de lo que se cuelga en sus plataformas. Pero otras decisiones son preocupantes: por ejemplo, la compañía de Mark Zuckerberg anunció en marzo que Messenger tendría un sistema de comunicación encriptado. WhatsApp, otro servicio de mensajería -también propiedad de Facebook-, tiene su sistema encriptado y las denuncias que presenta son mucho menores que las de Messenger. Otras plataformas, como Tumblr o Bing, de Microsoft, son señaladas por su poca dedicación a controlar estos contenidos. En la parte estatal, también se ha mirado hacia otro lado. El Departamento de Justicia de EE.UU.debería dedicar 60 millones de dólares anuales a la lucha contra esta lacra, y solo aprueba la mitad cada año. Sus grupos de trabajo dedicados al asunto reciben el mismo dinero que hace diez años, mientras que el número de denuncias que reciben ha crecido un 400%. La esperanza está puesta en que la tecnología, responsable en parte de la expansión de la lacra, sirva para atajarla: por ejemplo, con la mejora de sistemas de reconocimiento de imagen que facilite la detección de este tipo de contenidos. R. alonso madrid Nada de desnudos. Desde que Facebook nació, hace ya más de diez años, Mark Zuckerberg se ha esforzado por erradicar el contenido sexualmente explícito y violento de su plataforma. Sin embargo, los resultados no han sido los mejores, teniendo en cuenta la enorme cantidad de obras de arte que han sido tachadas de pornográficas, y la incapacidad de la red social a la hora de detectar vídeos violentos. "Los algoritmos que emplea Facebook para detectar contenido violento y sexual no son perfectos. En casos como el del ataque terrorista en Nueva Zelanda de principios de año, que fue retransmitido en directo por la red social, se demuestra que la plataforma no fue capaz de actuar a tiempo", explica a ABC Lorenzo Martínez, director de la consultora informática Securízame. Si la red social se ha mostrado incapaz de combatir este tipo de contenido, le ocurre lo mismo con la pornografía infantil. "The New York Times" publicó el domingo un reportaje en el que se señala que de los 18,4 millones de informes de abuso sexual infantil registrados durante 2018, 12 millones proceden de Facebook Messenger. Esto convierte al servicio de mensajería de la red social por antonomasia en el favorito de los pedófilos para compartir su contenido. Sin embargo, en base a sus políticas de privacidad, la plataforma está falta de armas para cambiar la situación. "Hay que diferenciar entre mensajería publica y privada. Si Facebook pudiese leer los mensajes privados que envían los usuarios, dicha acción podría tacharse de espionaje. Por eso permiten cifrarlos de extremo a extremo, para que ni ellos puedan leerlos", dice a este diario el jurista Borja Adsuara. La red social lleva tiempo tratando de mejorar su imagen. Zuckerberg realizó un comunicado hace unos meses en el que afirmaba que pretendía mejorar la privacidad en Facebook Messenger. Algo que es bueno para los usuarios, pero que también favorece a los delincuentes que operan en la plataforma. "Es la Policía la que debe interceptar a los pedófilos antes de que lleguen a la plataforma. Suelen entrar en contacto con ellos a través de chats en otras páginas. Allí es donde deben detenerlos. En Facebook es más difícil", apunta Adsuara. Facebook Messenger, el favorito de los pedófilos Las políticas de privacidad impiden el control Sin presupuesto Estados Unidos dedica el mismo dinero a perseguir estos delitos que destinaba hace diez años

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