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ABC MADRID 01-08-2019 página 12
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ABC MADRID 01-08-2019 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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ACABA de fallecer en Salamanca el insigne historiador jesuita y gloria intelectual de España el P. Manuel Revuelta González. En puridad, su desaparición real tuvo lugar hace unos meses, cuando, aquejado de una mortal dolencia cardíaca, marchó a su querida ciudad del Tormes para aguardar con fe y esperanza la inminente llegada de la Parca. Horas antes del abandono de su amado Madrid, en la muy grata compañía de Francisco José Fernández de la Cigoña, conocedor insuperable de todos los caminos contemporáneos de la Compañía en su Asistencia de España, el articulista le hizo su última visita en su residencia en la capital de la nación, después de la cual emborronaría los siguientes renglones. En un escenario casi flamante de la vida universitaria, pero quizás el más visitado por la elite económica y, sobre todo, política del país el madrileño pueblo de Cantoblanco, se sitúa el modesto edificio en el que se verificó por los días de la Navidad pasada la entrañable despedida de dos fraternales amigos de un muy relevante miembro ¿insigne sería más adecuado?... de la comunidad historiográfica hispana: el P. jesuita Manuel Revuelta González. Enviado por la orden religiosa a la que ejemplarmente pertenece desde su ya muy lejana adolescencia a un lugar de retiro definitivo antes del viaje último, recibió emotiva y dignamente el homenaje postrero de sus dos muy emocionados visitantes. Castellano de insuperable alcurnia caracterológica, no tuvo mayor empacho en dejarse llevar por lo simbólico del momento y reflejar en su viva mirada la huella de este encuentro. Parte de una vida entregada absorbentemente al estudio y a su ministerio sacerdotal se resumía ahora en el abrazo con el que se despedía de unos amigos con los que estuviese unido, con formidable fuerza, a lo largo de la mitad de su laboriosa y fecunda existencia. Retornados al tártago de la gran ciudad con sus mil y una incitaciones a obligaciones y distracciones, sus impactados visitantes recordarían, en un lugar de asueto, las envidiables cualidades y los incontables servicios prestados por tan preclara figura a una patria ilimitadamente adorada. Destacado muy pronto como cultivador buido y azacanado de uno de los terrenos más delicados y sensibles de la contemporaneidad española, el religioso, sus trabajos sobre campos de suma trascendencia, a la manera de la desamortización, el anticlericalismo o la misma historia reciente de la Compañía de Jesús desde la restauración canovista hasta las fronteras del más candente hoy, serían tan esclarecedores que incluso los muchos e influyentes denostadores de tal suerte de estudios no vacilaron en rendirse con armas y bagajes dominio completo de los medios de comunicación; dictadura férrea de axiologías científicas; ocupación completa de las más encumbradas instituciones académicas para ofrecer tributo a un esfuerzo hercúleo por trazar con robusto dibujo el mapa de las facetas más descollantes del catolicismo español de las dos últimas centurias. Muy pocas empresas intelectuales, en verdad, de nuestro tiempo cabe equiparárselas en el terreno de las Humanidades con la llevada a cabo por el admirable español que consume ya en una ciudad embrujadora de su idolatrada geografía castellanoleonesa Salamanca los compases finales de una trayectoria biográfica en todo cumplida y muy susceptible de imitación en sus motores esenciales. Horas estas, las de su forzado retiro por edad y achaques fisiológicos, coincidentes con un panorama nacional alejado de sus querencias e inclinaciones. No en la dimensión política, siempre, como hombre de concordia, muy relegada en sus afanes y conversaciones, sino en la muy honda de las creencias espirituales y los valores morales. Sin embargo, el inquebrantable optimismo nacido de su indeclinable fe en las infinitas virtualidades de un catolicismo inseparable de la identidad nacional para él, realidad muy plenificante, pese a sus grietas y manquedades, le haría apostar, sin dudarlo, por un futuro más penetrado por el mensaje de un Evangelio que propagara denodadamente desde su niñez palentina. El capital social de su obra intelectual y el ejemplo de sus virtudes personales aportarán un sillar de considerable peso a la construcción de ese porvenir mejor para una España a la que tan bien sirviese. José Manuel cuenca Toribio ES MIEMBRO de la REAL Academia de DoctOres de España por José Manuel cuenca Toribio UNA DESPEDIDA TRIBUNA ABIERTA A los cuatro vientos El presidente de la Federación, Luis Rubiales, buscó el aplauso fácil al prometer acabar con el fútbol los viernes y los lunes, sin prever los cuantiosos daños que provocará la ruptura de los contratos televisivos a una industria que mueve, gracias al impulso de los últimos años, el 1,37% del PIB y que da de comer a 185.000 familias. En todas las grandes ligas, como explicamos en páginas de Deportes, se juega sin problema fuera del fin de semana. Rubiales rescata ahora el "Spain is different". Guerra del fútbol Un balonazo a un sector en alza El separatismo calienta motores y prepara ya una Diada cuya planificación mostró ayer las grietas que recorren el bloque nacionalista, cada vez más dividido entre el posibilismo de ERC y el aventurismo del partido de Torra, secundado por Òmnium Cultural y la ANC. El exconsejero Josep Huguet se desmarca de una manifestación a la que nunca ha faltado y que ahora califica de "aquelarre purificador contra los traidores". Los equilibrios por el filo de la ley no les sientan bien a quienes un día intentaron hacer la revolución. Cada uno cae de un lado. Diada nacionalista El separatismo se separa "Adiós ríos, adiós fontes" Fue a finales de los años sesenta cuando mi hermano mayor introdujo en nuestra casa dos grandes novedades, signos de la modernidad de entonces: un tocadiscos y un long-play, uno de aquellos discos grandes de vinilo, en cuya portada solo se veía a una joven de larga melena negra tocando la guitarra sobre el fondo de un desolado paisaje de rocas peladas. Creo que fue el primer disco que escuché, y desde el primer momento el sonido sin igual de la voz cristalina me sedujo, o abdujo, hacia una nueva dimensión. Era Joan Baez, la más melodiosa y progre de aquellos años. Después de seis décadas de vida escénica, que comenzaron con su triunfo en el festival folk de Newport en Estados Unidos en 1959 (con tan solo dieciocho años), Joan acaba de retirarse con un excepcional concierto al que tuve la dicha de asistir en el Teatro Real de Madrid el pasado domingo. En él repasó lo más granado de toda su carrera, desde aquel "Donna, Donna" que la aupó a la fama mundial hasta sus últimas canciones. Bordó la actuación y el público se entregó por completo. Para mí, y para muchos más, el momento de mayor emotividad del concierto fue cuando sorpresivamente Amancio Prada apareció en escena y ambos se pusieron a cantar a dúo "Adiós ríos, adiós fontes". Joan Baez había querido despedirse así, en gallego y con el poema que mejor expresa el dolor de la partida, "la mejor canción", según le dijo a Amancio para comunicar su sentimiento por su propio adiós. Para quien Joan Baez ya era un mito que parecía pertenecer a una esfera casi sobrehumana, el que viniera a finalizar su carrera aquí, en España, y con la música de Amancio Prada cantando a Rosalía, fue una verdadera apoteosis, capaz de compensar en buena medida la tristeza de su marcha. Pedro Feal VEIRA LA CORUÑA CARTAS AL DIRECTOR Pueden dirigir sus cartas y preguntas al Director por correo: C/Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid, por fax: 91 320 33 56 o por correo electrónico: cartas@abc.es. ABC se reserva el derecho de extractar o reducir los textos de las cartas cuyas dimensiones sobrepasen el espacio destinado a ellas. "Su desaparición real tuvo lugar hace unos meses, cuando, aquejado de una dolencia cardíaca, marchó a su querida ciudad del Tormes para esperar con fe la inminente llegada de la Parca" efe Joan Baez en el Teatro Real

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