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ABC MADRID 18-03-2019 página 3
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ABC MADRID 18-03-2019 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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LA LIDIA DEL BREXIT Entre los británicos se da por descontado que nuestra política se ha convertido en una farsa tan inverosímil que el público la ridiculizaría por imposible si fuese un culebrón televisivo de los 70. No estoy de acuerdo, pero me he tenido que callar, porque mis amigos están todos indignados; y bien sabemos que de la indignación fertiliza la ira, como un gran indultado semental fecunda, después de una larga tarde de tienta, la bravura con una buena dosis de nobleza. Qué los debates sirvan para algo, me digo. Hablando de toros, hace tiempo que la historia del Brexit me evoca la interminable lidia de uno de esos mansos rajados medio gachos, ya con la piel colgando de la costera por una vara horrorosamente mal colocada, por fin devuelto cojeando a los toriles después de tres avisos y media docena de descabellos de un novillero de experiencia precaria. Hablando de la ira, por fin Theresa May lost her rag, perdió su trapo (en el sentido doméstico y no taurino), expresión vulgar que significa enfadarse. Hija de vicario de parroquia rural apijada, limitó su enfado a reñir a los parlamentarios como una maestrilla abroncando a un manojo de niños bobos. Pero la primera ministra tenía motivos para explotar y cortar cabezas. Sabía de antemano que perdería la segunda votación parlamentaria sobre su muy querido acuerdo con la UE, y en efecto, la perdió. Pero no esperaba el fracaso de un amendment anexo que emenda un voto que insiste en que ya no puede haber un Brexit duro nunca jamás. Lo perdió por dos votos, con la abstención de cuatro ministros de su gabinete. Esa humillación colmó el vaso. Como el magnífico toro Guardiola que le tocó a Ortega Cano en Sevilla hace un cuarto de siglo, May ahora está herida, pero lista para acudir por tercera vez al caballo. Presentará de nuevo el acuerdo a los niños bobos. Cree que los brexiteros más radicales y los protestantes norirlandeses lo aprobarán, porque la otra opción es una extensión larga del proceso de salida, que pudiera fácilmente terminar en la devolución del toro a los chiqueros sin rematar la faena. Cuando embistió el toro de Ortega desde el centro de la Maestranza, el maestro tuvo la gran sensibilidad de decirle al piquero que diera la vuelta a la vara para conservar tanta bravura para la muleta. ¿Serán los parlamentarios británicos igual de piadosos? Los brexiteros se enfrentan a un acuerdo casi tan desastroso para ellos como una larga extensión. El problema consiste en que si el Parlamento lo aprobase, el país se encontraría en un especie de purgatorio comercial. Uno de los pilares del Brexit es abrir Gran Bretaña a los mercados globales, y eso requiere acordar lo antes posible una serie de tratados con las principales naciones y agrupaciones relevantes como USMCA (ex-NAFTA), TTP, China, India, etc. Pero casi todos estos terceros no van a firmar tratados suficientemente significativos con el Reino Unido sin haber concretado antes los británicos sus relaciones con la UE. Puede que lleguen a acuerdos, pero sobre temas esencialmente bilaterales. Las ánimas mercantiles británicas dependerían de la mano de la UE para salir de su limbo y elevarse al anhelado paraíso comercial. Anatema. Una extensión de la salida demanda un camino que lleve a una resolución. Tal vez unas elecciones traerían un Gobierno nuevo, pero las encuestas indican una ligera mayoría para los conservadores que no resolvería nada. Mi pronóstico es que, tras tanto fracaso, el electorado rechazaría a los tories y optaría por una coalición de los liberales, un grupo nuevo de independientes que ha aparecido y los nacionalistas escoceses, que forzarían a los laboristas aceptar el segundo referéndum. Y es verdad que la solución más sencilla y pragmática sería otra consulta. Además tiene una lógica incontrovertible. Casi la única cosa que sabemos a ciencia más o menos cierta es que en algún momento habrá un segundo voto. Para una generación de británicos el tema del Brexit define su relación con la política. Lo he llamado alguna vez nuestra guerra civil sin fusiles. Una exageración, pero lo que quiero decir con ella es que nadie lo va a olvidar: sabes en qué bando estabas. Es relevante que todas las encuestas indican que poca gente ha cambiado de idea, con un leve trasvase desde Leave hacia Remain. Pero la distribución demográfica es clave, porque eran los viejos quienes votaron a mares por salir. No se habla en público de ese factor generacional, por su evidente mal gusto. Sin embargo se estima que hacia 2020 habrá fallecido un porcentaje de partidarios del Brexit, que unido a nuevos votantes jóvenes, cambiará el resultado. En 2027, fecha en que están programadas las elecciones generales, se pronostica un 63% a favor de la UE. En ese momento cualquier partido que ofrezca un referéndum ganará los comicios, por lo cual todos lo ofertarán. Entonces, ¿qué sentido tiene salir para simplemente volver? No obstante, un segundo referéndum celebrado pronto conllevaría un debate político muy serio. Muchos insisten en que otra consulta traicionaría al 52% que eligió salir y sería antidemocrático. Yerran. Ese argumento se diluiría en el momento en que se publicasen los resultados. Si ganase de nuevo el Leave, se confirmaría con contundencia el resultado de 2016. Pero si ganase permanecer (por ejemplo con un 52%), pues ya se sabría que de no haberse celebrado el segundo referéndum se habría traicionado a esa nueva mayoría. El peligro consiste en la reacción de un nuevo grupo: un 48% que en ese caso se sentiría burlado. Se habla de violencia callejera, pero más preocupante es el daño que haría al Partido Conservador. Al final, oficialmente el primer referéndum tenía carácter de aconsejar al Gobierno y al Parlamento sobre el deseo popular de salir de la UE. Luego, ha habido elecciones generales y los votantes optaron por el Gobierno y el Parlamento que querían para hacerlo. Implícitamente, en una democracia representativa es el papel del Ejecutivo y el Parlamento debatir y decidir cuáles deberían de ser las características del Brexit aconsejado. Y en un país muy dividido es razonable que el Parlamento tenga que luchar, debatir y recurrir a todas las artimañas políticas para llegar a una resolución. La democracia es poco eficaz cuando un asunto es tan importante y divisivo, y yo no lo quisiera de otra manera. Pero como la mitad del país quiere salir y la mitad permanecer, un Brexit liviano me parece un entremedio políticamente justo, el tipo de compromiso que nos ha dado fama a los británicos. Allá para 2027 se podrá resolver el problema para siempre sin traicionar a nadie. Un camino u otro lleva más o menos al mismo sitio, un limbo formal, o un purgatorio perpetuamente temporal. Como dice la letra de una canción popular: que sera sera, "whatever will be will be, the futures not ours to see". Robert Goodwin es historiador "La democracia es poco eficaz cuando un asunto es tan importante y divisivo, y yo no lo quisiera de otra manera. Pero como la mitad del país quiere salir y la mitad permanecer, un Brexit liviano me parece un entremedio políticamente justo, el tipo de compromiso que nos ha dado fama a los británicos. Allá para 2027 se podrá resolver el problema para siempre sin traicionar a nadie" sara rojo POR Robert Goodwin

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