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ABC MADRID 16-12-2018 página 42
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ABC MADRID 16-12-2018 página 42

  • EdiciónABC, MADRID
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42 INTERNACIONAL DOMINGO, 16 DE DICIEMBRE DE 2018 abc. es internacional ABC ABC, testigo de una de las jornadas del proceso más mediático contra el narco mexicano en Nueva York El mito se hace carne: un día en el juicio del Chapo JAVIER ANSORENA CORRESPONSAL EN NUEVA YORK L os pasillos brillantes y deshabitados, las salas con alfombra industrial y las paredes revestidas de madera de los juzgados federales de Brooklyn no parecen el escenario propio de un milagro. Pero cada mañana se produce uno en la octava planta: el mito, la leyenda del Chapo se hace carne. El narco al que dedicaron corridos como cantares de gesta a héroes medievales, el atroz, el generoso, el violento, el imbatible líder del cártel de Sinaloa, el que sentencia a muerte a enemigos y cubre de oro a los socios, el favorito de Netflix, el compinche de políticos y militares, el Robin Hood de la Sierra Madre se convierte cerca de las nueve y media en un armazón de piel y huesos con apariencia humana. Cada mañana, la puerta de la derecha de la sala se abre y entra Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, de 61 años, acusado de multitud de delitos por su vinculación al narcotráfico. Tiene un andar entumecido, quién sabe si de las cicatrices de la vida criminal o de la clausura forzada en una prisión de máxima seguridad al otro lado del East River, en el sur de Manhattan, donde está desde hace casi dos años. Todo en su físico es vulgar, casi decepcionante. El cuerpo bajo y grueso. El pelo que parece teñido. Su cuello rígido, que le exige voltearse entero para examinar la sala. Todo, menos el gesto de su cara, que compone un retrato a la vez lastimosos y terrorífico: la mandíbula tensa, que agrieta las facciones; los ojos pequeños, brillantes y punzantes; el mentón alzado, desafiante. Tirso Martínez- Sánchez, testificando en el juicio contra el Chapo REUTERS El Chapo, escoltado por agentes mexicanos tras ser recapturado en 2016 Cuando Coronel llega, la saluda con cercanía un agente de seguridad federal que parece sacado de un ring de UFC, con barba hipster y tatuajes en el cuello. La mujer del Chapo es una presencia fija todos los días, pero no la única. Varios periodistas habituales se sientan en primera fila, detrás de los abogados del Chapo, a los que no les importa cuchichear sobre detalles jugosos de la vida procesal. Los fiscales no les dan ni agua. Tampoco fallan los artistas de juzgado. Están prohibidas las cámaras y de ellas son casi siempre mujeres depende que el mundo tenga una imagen visual de lo que se cuece en el juicio. Las estrellas son Andrea y Shirley Shepard, un dúo excéntrico de madre e hija, fosilizadas en la época dorada del Village, con melenas rubias, pantalones de campana y dedos ensortijados. Actúan con sensación de pertenencia. ¿Te conozco? espeta Andrea a un visitante. ¿De dónde venís? pregunta a una pareja, y empieza a explicar el juicio sin apenas esperar a la respuesta. Mirad, aquí se pone la defensa, allá los fiscales, esa es la zona del jurado... Como cualquier juicio, el del Chapo es público, y puede entrar cualquiera dispuesto a madrugar, pasar varios filtros de seguridad y decir adiós al teléfono durante horas. Circulan rumores que el cártel tiene infiltra- dos visitantes entre el público. Tomas no tiene pinta de ser uno de ellos. Es un abogado de Lituania, que está de visita en Nueva York y hoy dedica la mañana a hacer turismo legal Me interesa ver en directo cómo es el sistema judicial estadounidense dice antes de confesar que también le motiva la curiosidad de ver al Chapo en persona. Los narcos son muy populares por la tele. Pero Escobar es más famoso apostilla, mientras Shirley, la dibujante más veterana, le pide a Coronel que no se mueve para su retrato: Ponte así, como estabas antes, con el brazo sobre el respaldo El murmullo de las conversaciones La voz del narco haciendo negocios con las FARC Joaquín Guzmán, el Chapo no declarará en el juicio en el que se juega la cadena perpetua por los crímenes vinculados al liderazgo del cártel de Sinaloa. Su defensa sabe que sería un suicidio subir al acusado al estrado de los testigos. La fiscalía le haría trizas y derrumbaría con facilidad la estrategia que construye la defensa: que el Chapo era solamente un segundón dentro del cartel, cuyo líder verdadero es Ismael Zambada, el Mayo que sigue fugitivo porque ha tenido comprado a medio México, desde presidentes del Gobierno a altos cargos del Ejército. Al Chapo se le ve hablar constantemente con uno de sus abogados mientras toma notas con un bolígrafo plateado (es imposible no pensar en su pistola cubierta de diamantes y en su fusil bañado en oro) Pero oír su voz era una rareza. Apenas se escuchó en las fases previas del juicio, cuando se declaró inocente de los 17 cargos a los se que enfrenta. Esta semana, sin embargo, se le escuchó alto y claro en una llamada telefónica pinchada por las autoridades en 2010 y hasta ahora desconocida. En ella, el Chapo discute un envío de seis toneladas de cocaína con un miembro de las FARC de Colombia. Aquí hay seriedad dice el Chapo a su interlocutor al que ofrece un sobrino como garantía de pago de la mercancía, mientras regatea el precio de la coca. Buscando a su mujer Cada mañana rastrea los bancos para el público hasta encontrar a su mujer, Emma Coronel, a quien dobla en edad. El rostro del Chapo pierde violencia y saluda con el brazo como el abuelo que acude a recoger al nieto a la puerta del colegio. Coronel lleva para entonces varios minutos sentada en su sitio, dos filas detrás de la defensa, junto a la pared. A veces, acompañada. Otras, sola, entretenida en atusar una melena zaína y planchada. Le devuelve el saludo sin levantarse, sin desenlazar los dedos de un fleco de pelo. Con la sonrisa que permiten unos labios hinchados y la chapa de maquillaje.

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