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ABC MADRID 30-11-2018 página 13
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ABC MADRID 30-11-2018 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL BURLADERO CARLOS HERRERA RESIGNACIÓN ANDALUZA Entre una cosa y otra, puede decirse que quien pierde de nuevo es Andalucía EAMOS lo que hay: quedan dos días para que abran los colegios electorales y acerca de estos comicios andaluces se dibuja una incertidumbre que me parece un tanto afectada. En primer lugar, se especula de forma excesivamente alegre acerca de la supuesta indiferencia por esta convocatoria de la fauna votante andaluza. Da la impresión de que los lugareños de este predio tan hermoso estuvieran resignados con la idea de que va a ganar el de siempre y que tampoco hay que movilizarse en exceso, seamos votantes de esa candidatura o no. En segundo lugar, los dos grandes bloques presentes en estas elecciones, derecha e izquierda, no saben cómo movilizar a los suyos sin despertar las ansias del contrario y encontrarse con un movimiento inesperado de votantes a la contra. Claramente el PSOE quiere que este asalto lo sea de mera transición hacia no se sabe bien qué: Susana Díaz tiene interés en una campaña plana, en la que no aparezcan las contradicciones que carcomen a su partido y en la que la sombra de este gobierno de chiste proyecte el menor espacio posible. La derecha repartida entre Ciudadanos y PP tiene motivos también para andar con prudencia: los populares por la fragilidad de su nueva estructura y los riveristas por su pasado apoyo al gobierno socialista recién desmontado. Por si fuera poco, una tercera opción se proyecta como la novedad victoriosa de esta convocatoria: una derecha nacida de un costado del PP, Vox, puede dar la campanada y aparecer como invitado reciente con cua- V tro o cinco parlamentarios. La llamada derecha confía en que los votantes socialistas crean que lo tienen más o menos ganado y no se movilicen en exceso, sabedores de que en ese caso no tienen nada que hacer. La izquierda, a su vez, lucha por excitar a los votantes de derecha más cafeteros para que voten en reafirmación absoluta y se inclinen por el extremo novedoso. Pocos deberían dudar de la estrategia socialista: la maniobra de exhumar a Franco, por ejemplo, no es más que una provocación para hacer crecer el flanco extremo de la derecha y dividir el voto popular entre los fieles al PP, o lo que vaya quedando de él, y los irritados con el gobierno socialista y la deriva de la España de hogaño. Y en eso estamos en las elecciones andaluzas como laboratorio de pruebas. Sea como sea, Susana Díaz difícilmente obtendrá a no ser que el electorado socialista huela el peligro y se vuelque en las urnas una mayoría semejante a las habituales del PSOE en este su cortijo. Eso invitará a una indudable inestabilidad ya que el entendimiento con los podemos y podemas no es sencillo: ella no es Pedro Sánchez y aún conserva algunos principios elementales. Está por ver si eso se traduce en nuevas elecciones en marzo, cosa que no habría que descartar, pero si la suma de la derecha en sus diferentes manifestaciones no resulta suficiente como para impedir una reedición del cansino socialismo andaluz, la facultad de gobierno que pueda desarrollar quien triunfe será, cuando menos, frágil, con un susanismo más o menos moderado (aunque bastante inoperante, como se ha demostrado) y una extrema izquierda cerril y retrógrada marcándole cuerpo a cuerpo. Ese es el panorama que espera a unos aparentemente abúlicos votantes andaluces. Me atrevo a predecir una victoria socialista que, años atrás, podría considerarse alarmantemente corta (a excepción del año en que Arenas escribió página aparte con sus cincuenta parlamentarios) y un escenario delicado e inútil en el que el susanismo escriba sus últimos párrafos. Sánchez ha ganado, en su partido y en el territorio español, dejándole estrecho margen de maniobra. Entre una cosa y otra, con insuficientes andaluces partidarios de un histórico e higiénico cambio en San Telmo, puede decirse que quien pierde de nuevo es Andalucía. IGNACIO CAMACHO LA CAMPAÑA, PARA EL QUE LA TRABAJA El PSOE es imbatible en el puerta a puerta. Ese trabajo decisivo es una de las grandes carencias de la derecha AS campañas sí mueven votos... cuando se saben plantear. Y tienen bastante importancia en un momento social en que muchos electores se sienten de verdad indecisos y no resuelven su voto hasta muy poco antes, a menudo hasta el mismo día de ir a emitirlo El interlocutor es consultor político; no tiene cliente en estas elecciones pero las ha seguido con el interés de quien sabe su carácter de proceso- piloto en el ciclo que se abre el domingo. En ese trabajo de remate decisivo, la derecha falla casi siempre en Andalucía porque le falla algo esencial: la cultura de partido. Incluso el PP, que tiene una implantación sólida, suspende en el trabajo puerta a puerta, el de la batida a domicilio, el de la movilización silenciosa e individual de simpatizantes, familiares o amigos Ahí el PSOE es imbatible. Tiene la enorme ventaja del poder, cierto, pero además conoce el modo de sacarle el máximo rédito. Se mueve en la calle, en el ámbito laboral, en el tejido vecinal y asociativo, en hospitales y colegios, donde el votante del centro- derecha está prácticamente huérfano. Sólo Vox, que viene fresco, ha entendido el papel del boca a boca, en gran medida por escasez de medios. Ni te imaginas el provecho que está obteniendo de los grupos de whatsapp, por ejemplo. En cambio el PP y Cs hacen sólo una campaña de líderes y de actos a los que apenas van los propios adeptos. Lanzan sus mensajes pero les falta una red de apoyo que los divulgue de puertas adentro. Y ese esfuerzo, o su ausencia, se nota sobremanera en la hora del recuento Y por otro lado está el error de la estrategia teledirigida, desde Madrid o hasta desde Barcelona en el caso de Ciudadanos. Ni los naranjas ni el PP tienen buenos candidatos y han optado por arroparlos con un discurso nacional, con un tono sucursalista muy poco empático. Han traslucido de modo muy claro que en realidad se están disputando el liderazgo de un bloque perdedor porque no tienen esperanzas razonables de cambio. Y eso lo aprovecha bien Susana Díaz, con su nacionalismo sobreactuado, ese peronismo bizarro tan suyo que apela a lo sentimental, al acento, al orgullo autóctono frente a un supuesto agravio. Aunque esta vez ha encontrado en Teresa Rodríguez, la lideresa de Podemos, la horma de su zapato: una rival capaz de disputarle el terreno y la bandera del andalucismo igualitario. Lo que pasa es que Susana, aunque flaquea en la gestión, cuenta con el respaldo de un mecanismo partidista muy bien engrasado. Y luego toda la Administración, con su estructura clientelar, que en estas ocasiones funciona en perfecta alineación con el aparato ¿Qué si puede haber un vuelco? Hombre, yo no lo veo más que como posibilidad teórica; más bien creo que el problema vendrá, como en 2015, a la hora de formar Gobierno. Con otras elecciones a la vista en mayo me temo que a los andaluces os esperan unos meses de bloqueo... L JM NIETO Fe de ratas

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