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ABC MADRID 25-11-2018 página 15
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ABC MADRID 25-11-2018 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 25 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL RECUADRO ANTONIO BURGOS ESCUPITAJOS Se prohíbe escupir sobre el banco azul por razones de crispación S OSTIENEN algunos que estamos llegando a un nivel tabernario en el debate político. Me parece excesivo ese modo de desprestigiar a una institución tan española como la taberna. Tabernas clásicas hay donde no se insulta a nadie con tan poca clase como en cualquier sesión de los miércoles en el Congreso de los Diputados; y donde, por el contrario, hay corteses discusiones sobre la necesidad del VAR en los partidos que llaman de la máxima Puestos así, hay que sacar enseñanza de las tabernas, y traer a la política algunos de sus usos y costumbres. Por ejemplo, los letreros que en las antiguas y clásicas había colgados de las paredes o empotrados en ellas en artísticos azulejos. Como aquel de Se prohíbe el cante no estaría mal poner en el Congreso de los Diputados otro que dijese: Prohibido dar el cante contra la voluntad de los votantes que tienen a sus señorías apalancados en esos escaños, con esos sueldazos y esas mamelas Aunque el más urgente es el letrero tabernario del salivazo, allá donde tantos escupen la mano que les da de comer. En las viejas tabernas españolas solía haber un letrero que ponía: Se prohíbe escupir en el suelo por razones de higiene Visto lo visto como se dice en Tertulianés Clásico, del escupitajo que, al paso, sobre la marcha, qué puntería, parece que un diputado de ERC le largó al ministro Borrell y que ninguno de sus colegas de Gobierno vio, qué vergüenza, qué forma de abandonar a uno de los suyos, con tal de no molestar a los que los mantienen en el poder y a Pablo Sánchez en su Falcon o en el Airbus de la Fuerza Aérea Española, arreglando desde la dictadura cubana los problemas de Gibraltar... Total, como La Habana es Cádiz con más negritos Sánchez arregla desde La Habana los problemas de la soberanía del Peñón y del Campo de Gibraltar. Pero antes de coger al avión del Okupa de La Moncloa y del Falcon, como lo tomó para ir a Valladolid y tardar 8 minutos menos y algo así como 9.000 euros más que en el Ave, íbamos por el salivazo a Borrell. Escupitajo tabernario, pero sin letrero en las paredes. Por eso, Ana Pastor, aparte de dar esos discursos tan razonables sobre la moderación en la palabra y la cortesía en las formas parlamentarias, en vez de quitar ofensas y ponerlas entre corchetes en el Diario de Sesiones debería mandar que colocaran en lugares bien visibles del hemiciclo carteles tabernarios adecuados a las actuales circunstancias, y que al modo del otro por razones de higiene dijese: Se prohíbe escupir sobre el banco azul por razones de crispación Nadie del Gobierno, por lo visto, vio cómo le escupían a Borrell, como a Cristo Nuestro Señor los judíos en el camino del Calvario. Aquí es muy difícil ver los escupitajos. Que no sólo son los de los diputados de ERC cuando salen acompañando al que lleva un apellido calificatorio, cuando la señora maestra lo echa de clase. El propio Rufián, con sus payasadas, está harto de escupir la mano que le da de comer: el Reino de la España de la que no quiere formar parte, que le endiña 7.000 euros del ala cada mes, no está mal la cosa como para tomarla como diana de sus invisibles salivazos. Y el Gobierno está harto de pegarnos escupitajos a todos los españoles, sin que nadie los quiera ver, como si fuéramos vecinos de Borrell en el banco azul. Sánchez está harto de escupir en su propia promesa de convocar elecciones o en las previsiones de gasto y déficit que dicta Bruselas. ¿Y en la separación de poderes? ¿Y en la función del Senado? Sánchez sí que escupe contra la separación de poderes para indultar a los golpistas separatistas, más salivazos que un diputado de ERC contra Borrell, y sí que deja que nos escupan los que los mantienen en el poder. Que escupan a España y a su Constitución, a la Monarquía y a nuestro Rey. No sólo a Borrell. IGNACIO CAMACHO LAS PRIMARIAS DE LA DERECHA Casado afronta un examen decisivo en un territorio donde su partido se ha acostumbrado a perder casi de oficio una semana de la votación, y con la victoria más o menos corta del PSOE descontada en todas todas las encuestas, las elecciones andaluzas parecen reducidas a unas primarias entre los partidos de la derecha. Aunque los candidatos del PP y de Ciudadanos mantienen la retórica de una posible mayoría conjunta, ambos han dejado de creer en la sorpresa hasta tal punto de que ellos mismos se quedarían helados de pavor al vacío si sucediera. Sus respectivas campañas se centran en la lucha interna por la jefatura de una oposición que en Andalucía constituye una especie de Consejería sin cartera, cuyo titular puede colocar gente, vender cierta falsa influencia y pintar la mona para consolarse de su frustración sempiterna. Pero esto es en lo que a Moreno y Marín respecta, porque en paralelo se desarrolla una competencia de otra escala entre Casado y Rivera, una pugna a través de candidaturas interpuestas por ver quién de los dos se enfrenta a Sánchez desde una posición de preferencia. Para el líder del PP se trata de su primera gran prueba; para el de Cs, de la gran oportunidad de presentarse como lo que hasta ahora no ha logrado ser: la alternativa verdadera. Las dos fuerzas se mueven en torno a un 20 por ciento cada una del voto estimado. Con esa facturación en Andalucía no se puede gobernar, y en la totalidad de España faltarían muy probablemente algunos diputados. El bloque de centro- derecha está ahora en el mismo punto que el de la izquierda hace tres años, penalizado por la división del sufragio en un duelo fratricida que lo arrastró al fracaso y que Sánchez ha desempatado por el expeditivo procedimiento de tomar el poder al asalto. Para aspirar a relevarlo con el actual sistema de reparto de escaños es preciso que el electorado liberal- conservador seleccione una opción principal, un favoritismo claro que establezca una correlación mínima de seis a cuatro. Esa selección aún no se ha decantado, y la probable irrupción de Vox no va a aclarar el panorama sino a complicarlo. No sólo en términos de cómputo de resultados; sería muy difícil que Cs aceptase contar con la nueva formación en un eventual acuerdo parlamentario. El tripartito es imposible. La idea de un giro duro está cosechando muchos partidarios que aún no conocen el precio práctico de darse ese gustazo. Así las cosas, la clave del próximo domingo está en la capacidad de resistencia del posmarianismo. El PP va a perder cerca de un tercio de su respaldo y está empezando a asumirlo. El segundo puesto, aunque sea por los pelos, es su único y real objetivo. Perderlo significaría para Juanma Moreno la dimisión inmediata y para Casado entrañaría un martirio de dudas, conspiraciones y tentaciones de arrebatarle el sitio. Su liderazgo no está maduro y le toca afrontar un examen decisivo en un territorio en el que su partido se ha acostumbrado a perder casi de oficio. A JM NIETO Fe de ratas

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